jueves, 28 de enero de 2016

Cuando Beatriz se escribe con v

Fue con mi madre con la que aprendí a leer, en casa, pero fue en el colegio donde por primera vez me pusieron un lápiz en la mano, allí aprendí a escribir. Y, fue para mí un grandioso descubrimiento la ortografía.



Siempre se me había dicho que era tonta, era ese el pasatiempo favorito de mi padre, pero nadie parecía darse cuenta de que la h no se pronuncia, de que me enseñaban a escribir mal por no saber ellos escribir bien. O, esa pensaba yo que era la razón. Yo ponía toda h que sabía que gustaba al profesor, pues eso me facilitaba las cosas, pero lo realmente importante es que me di cuenta que en realidad no era una tonta, me dijeran lo que me dijeran al respecto. Yo ponía la h, cedía, pues era la débil no ellos, pero yo sabía que no hacía falta, ellos en cambio lo ignoraban, por eso comprendí que no era la tonta, la tonta lo eran ellos.

Y, cuando me contaron el cuento del patito feo comprendí, yo no era tonta ni fea, simplemente era un cisne. O eso pensé entonces. Y, tal y como lo pensaba lo sentí y deje de sentirme tonta, boba y eso otro que me llamaba. Eso es algo que le debo a la ortografía, me dio una seguridad en mi misma capaz de resistir un tifon.

Pero hizo más que eso.

Comprendí el poder de las letras.

 Desarrolle mi propia y secreta ortografía. Comencé a escribir el nombre de mi madre con v pues no quería  que llevara ella un nombre común, ella era distinta y distinto debía por ello de ser su nombre. Otra cosa me parecía injusta. Eso fue lo primero. 


Le fueron siguiendo otras cosas, cada vez más complejas. Busque dar a la palabra escrita el poder de la palabra hablada, entonación, cuerpo, alma. Juegue con las letras, use tildes que no existen en castellano, desarrolle mi propia forma de escribir. Y, comprendí que aquello era magia. No podía tener otro nombre.

… Escribir de un modo determinado el nombre de una amiga yo sabía que le traía suerte y llenaba un folio con ello, escribiendo una y otra vez. O, eso sentía y pensaba entonces, o cuando menos eso es lo que hacía. Eso y otras cosas.

Pero el día en que mi madre descubrió que escribía su nombre con v...

Ese día algo se rompió. Para entonces ya me encontraba en plena pubertad y cuando me dijo que era con b, sin darme cuenta de lo que le decía con ello, conteste que ya lo sabía, vi primero dolor en sus ojos, luego rabia, le vi en sus ojos que pensaba que la razón de la v era un acto de desprecio por mi parte y yo, salida de aquella familia en la que nunca había visto un beso, no supe decirle que ese era mi modo de besarla. Nada me dijo, nada dije yo. Pero desde aquella tarde no he vuelto a usar mi ortografía personal, no al menos de un modo consciente.

...En fin, que hay algo que tengo que hablar con mi madre.

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