miércoles, 20 de enero de 2016

Prostituta, mendiga y exiliada

La Noche de Reyes, este año, pese a ser la noche que fue los pocos locales que abrieron tras la cena apenas se encontraron con clientes. Ya hacía el final de la noche uno de los nuestros, mientras salí a fumar un pitillo, se puso a contarme algo:

Hace cosa de un año, una mujer a la que solo conocía de vista y de ese modo en el que se conoce todo el mundo en un pueblo pequeño, se le acerco y le propuso “favores sexuales” a cambio de dinero. El no acepto, pero ella insistió, le contó ella cual era su situación y desesperación económica, para ablandarle, que él había conocido personalmente a su madre (la de ella) mientras aun le vivía, y alguna que otra cosa más. El siguió diciendo que no al sexo por dinero, pero le dio 10 euros y le dijo que más no le podía dar ya que tampoco el andaba bien de dinero y doy fe de que aunque a él hoy en día se le podría considerar un privilegiado, pues tiene trabajo sin amenazas de despido, entre la hipoteca, pagar el coche (imprescindible en su trabajo) y pagar la pensión alimenticia, suerte tiene de poder pagar de vez en cuando una cerveza.


El caso es que había vuelto a pasar esa misma noche que ella se le acerco y le pidió dinero, pues según ella, quería juntar un poco para irse del pueblo. Y, de nuevo ella le soltó lo de la madre y etc.

El hombre estaba ahora allí, de pie, a mi lado, había salido de fiesta pero estaba mustio, con mirada dolida que apenas sacaba suelo...

Le dolían muchas cosas.

Le dolía ella.

Le dolía que lo sometiera a un chantaje emocional con lo de “conociste a mi madre” y lo demás. 


Le dolía que ella pudiera estar mintiendole, pues aunque esta seguro de que muerta la madre se quedo la hija sin la ayuda de la pensión de la madre, que sin trabajo y agotada la prestación social por desempleo (si es que tuvo derecho a ella) no le queda otra fuente de ingresos, sin familia cercana ya... en fin, ya me entendéis, los colegas te pueden ayudar durante un tiempo, pero también ellos tienen su propia vida y problemas, no te van poder mantener, caritas hace lo que puede (en este pueblo al menos mucho) pero a veces ni con eso llega... y te puedes ver abocada a la prostitución, la mendicidad, robar o a “la otra salida”. Pero el caso y es, y aquí temía él estar siendo engañado, él no sabia si los 5 euros serían al final para irse del pueblo, copas u otra cosa en su lugar.

Le digo entonces algunas cosas. Le cuento lo que hace no mucho me ocurrió, comprando tabaco, con un mendigo y su moneda de dos euros. Y, entonces me dice que sí, que está de acuerdo en que se gaste esos cinco euros en lo que a ella le convenga, que no solo de pan vive el hombre y hasta los mendigos necesitan, y aun más que los demás, por tener más que olvidar y soportar, un pitillo o una copa de vino o lo que quiera que cumpla esa función. Pero que aun así no puede evitar sentir incomodidad al preguntarse si le mintió.

Quiero quitar hierro a esa mirada herida que él me tiene e insisto en buscar algo que se la quite. Que es mejor que siga ella en el pueblo, digo, a que se marche, se va sin dinero y sin futuro, a donde no tiene colegas que de vez en cuando le pasen unas monedas o le lleven a casa un saco de patatas, y me contó una vez un sin techo que si es jodido, para un hombre, vivir en la calle, para una mujer, por como nos tratan, es el infierno.

Pero me parece sensato lo que me dice él, que seguramente fuera no se va a quedar sin techo si no a dedicarse abiertamente a la prostitución, cosa que en el pueblo que la vio nacer no puede hacer, sobre todo por estar repleto de “marujas y verduleras y sus hombres que son tantos o más que ellas” y si es jodido ya de por si tener que dedicarse a ello, más lo es aun salir de casa a por una barra de pan y todos los que te cruces sepan de donde sale el dinero para esa barra, y todos son los compañeros de clase, los vecinos, antiguos compañeros de trabajo, las amistades de tu madre...



Y, le tengo que dar la razón, son los mismos marujos y verduleros que han convertido el “hijo de puta” en el peor insulto en castellano y nunca entenderé el motivo pero, son también los mismos que de saber que el blog es mio y leer esta historia se pondrían raudo, pero ya, a buscar candidatas a las que atribuirle el origen de la historia, a tratar de identificar a la “puta mendiga” aun a riesgo de endilgarle la historia a una cualquiera, o más de una, de las varias posibles candidatas que en el pueblo hay para ello y pienso entonces en una compañera, que en circunstancias similares opto por la “otra solución, la que te garantiza no volver a necesitar jamás comer los 30 días del mes y les creo muy capaces, de atribuirle a ella la historia.

Sí, quizá sea mejor, para ella marchar del pueblo. Pero en tal caso si ella se marcha no se marcha, la exiliamos, que es diferente.

Y, quisiera escribir algo digno de ella, algo que le haga justicia, y le he dado vueltas al asunto y han pasado días y...

No he encontrado modo, es imposible, me faltan palabras. No soy capaz, no lo sé hacer...

...Me hierve la sangre y se me obnubila la mente.

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