jueves, 31 de diciembre de 2015

Carta a un pagano

Lamento que la carta que ahora mismo le estoy escribiendo usted nunca la vaya poder leer, pero es que tengo la sensación, firme, de que no la desea recibir y por lo tanto no sé la enviare.

Pero aun así la escribo, pues aunque no se me escuche y no se me quiera oír no puedo callar y o la escribo o reviento y mejor, entonces, que la escriba digo yo.

Recientemente, tras publicar en mi blog una pequeña confesión sobre mis creencias y practicas sentí curiosidad, me declare entonces pagana y la curiosidad que sentí fue querer saber que se podía encontrar en la red, en Internet, sobre paganismo.

Me lleve una grata sorpresa, pensaba que encontraría sobre todo frikada tras frikada, pero, al menos en los blogs sobre el tema, apenas encontré alguna. La inmensa mayoría de lo que vi era material serio y respetuoso y hasta lucido. Agradezco profundamente, puede creerme, la ingente labor que a favor del paganismo ha venido usted realizando desde hace, ya, tantas décadas.


Por otro lado, es obvio que usted considera que yo no soy pagana, pues pese a todas las similitudes y coincidencias que existen entre sus creencias y las mías también hay, como es natural, divergencias y discrepancias. Por desgracia una de esas discrepancias atañe a lo que usted considera una creencia esencial, los cristianos a eso le llaman dogma si no recuerdo mal, que al no ser compartida por mí me deja fuera del paganismo.

No es eso un problema, al menos no para mí en principio, pues no siento necesidad ninguna de ser considerada pagana. Mis creencias son las que son, mis practicas otro tanto y nada de eso voy cambiar sin sólidos motivos y nadie de momento me aporto esos motivos, por lo tanto en mi opinión si soy, como creo, pagana perfecto y si resulta que no lo soy pues perfecto también. Nadie ha dicho que el paganismo no pueda equivocarse.

Pero en esta ocasión es usted él que se equivoca, no el paganismo.


 Me gusta su defensa del politeísmo, pero no comparto su oposición al monoteísmo. ¿Ya solo por eso no soy pagana?.

Es curioso verte escribir que los paganos debemos sentirnos orgullosos (o debéis sentiros orgullosos, si lo prefieres) de una serie de gente, en el mundo romano o griego, y a la vez niegas que sus creencias religiosas y forma de vida se las pueda considerar paganas, tachas sus creencias de filosofadas y no verdadero paganismo. Calificas de falso paganismo a lo que tú mismo reconoces que decían los propios sacerdotes de Egipto. Dices que un pagano puede reducir toooooodos los dioses a uno solo y tooooooodas las diosas a una sola, eso sí, cuando quiera, pero que no puede reducir esos dos dioses a uno solo, pues entonces tendría necesariamente la divinidad que ser solo masculino o ser solo femenina y cualquiera de esas dos cosas es una barbaridad. Te aseguro que yo no creo en dioses con barbas, ni diosas con tetas, ni siquiera cuando los represento con tetas y barbas, si eso me hace ser no pagana pues entonces no lo soy. Pero...

Te voy contar una cosa, entre los cristianos hay gentes simples que de verdad se creen que su dios tiene barba y otros que saben que ni la tiene ni la puede tener. Pero todos ellos son cristianos. Hay incluso cristianas y no solo cristianas, también cristianos que ven al dios en el que creen tan femenino como masculino. ¿Qué le impide hacer eso a un pagano?.


¿Por qué te es tan difícil ver que al igual que hay diferencias enormes entre las creencias de un cristiano y otro, o las puede haber, lo mismo puede pasar dentro de una misma tradición pagana, unos ser muy simples y otros para nada tan simples?

No existen pruebas históricas, si quieres eso lo reconozco, de que en los primeros tiempos del paganismo hubiera en su seno nada parecido al monoteísmo, Pero que en su últimas épocas el monoteísmo estaba presente en el paganismo es históricamente incuestionable. Lo cual no representaba para ellos mayor problema que para un cristiano compaginar su monoteísmo con el misterio de la santísima trinidad.

De hecho, estoy convencida, que es la creencia en un solo dios, celoso e intolerante, la que ha extendido por el mundo la creencia de que no se puede ser a la vez politeista y monoteísta. Y, solo como un modo de concentrar toda adoración en su celoso dios. Pero los dioses paganos no son celosos.

En todo caso, el politeísmo y el monoteísmo son los dos extremos del bastón en el que me apoyo cuando recorro mi camino en la vida. Si eso impide que se me pueda considerar pagana pues que así sea.

En cuanto a lo de hablar de los esoteristas, metiendolos a todos en el mismo saco y describiéndolos como gentes que juegan a los secretitos...

Dicen ellos en su mundillo que “el que sabe calla y el que habla ignora”, voy entonces dejarme pasar por sabía y callar, pero si quieres, y bien se ve que quieres, que el paganismo sea respectado por los demás... ¿No te parece que deberías dar ejemplo y respectar también a esos?.

En fin, me parece que ya me he desahogado :-)

Un saludo.

Lilith


P.D.: Me ha hecho gracia ver que consideras el nacimiento de Mitra como una mera alegoría del cambio de las estaciones o similar. Seguro que piensas que haría bien en abandonar mi interpretación de su culto, para de esa forma quedando solo con los excasisimos datos que hay al respecto poder creerme tu propia interpretación personal de ellos o confundirla con los datos probados historicamente. Pero, honestamente, me parece que la mía esta mucho mejor fundada que la tuya,

Me parece que sería mejor que en lugar de eso simplemente tomaras consciencia de que tu interpretación personal también es eso, interpretación, y no hechos probados.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Soy mitraista

Para nada pensaba yo hablar publicamente de esto, pero una reciente entrada me lleva a ello.

Hoy os voy confesar algo que jamás he contado salvo en la más estricta intimidad y no a cualquiera.

Sabed que soy mitraista, es el Mitraísmo una de mis religiones, que no os sorprenda, para nosotros los paganos nada nos es más natural que movernos entre varias religiones y considerar a cada una de ellas nuestro hogar. Al fin y al cabo nuestros dioses no son celosos y todos ellos se saben distintas facetas, que no otra cosa son, de un solo Dios que las tiene todas.

Dejad, pues, que os cuente ahora un cuento repleto de metáforas y verdades.

Antes de que nada existiera esa nada era lo que había y en esa nada despertó algo, llamemosle espíritu creador, y ese creador se puso a crear y todo lo hizo a partir de dos fuerzas, la angustia y la justicia.

Angustia y Justicia, por su propia naturaleza luchan la una contra la otra y esa lucha es la que da lugar al mundo y a todo lo existente en él. El universo, la vida, no es más que un inmenso campo de batalla.

A esa Nada, a ese Creador, a la Justicia y a la Angustia, si queréis les podéis ver como dioses, yo generalmente los veo como fuerzas naturales siempre presentes.

Y, es en esa guerra, como consecuencia y forma de ella, entre la justicia y la angustia, que todo nace, nosotros los seres humanos incluidos. Pero no somos solo parte de un campo de batalla como si fueramos un río o una piedra o una hierba. Estamos, por nuestra propia naturaleza, a ser llamados a participar en la guerra y sus batallas. Podemos optar por ambos bandos, nada, salvo nosotros mismos, nos ata a ninguno de ellos.

Ese es a grandes rasgos el discurso mítico en el que se engarza el culto misterico del mitraísmo.

¿Me expliqué?

Bien, hablemos ahora de Mitra (según el mitraísmo).



Mitra cuyo nombre significa el amigo, el aliado, nace en forma humana (sí como Cristo) en la noche del 24 al 25 de Diciembre (que sí, que como Cristo) y no viene a consolarnos ni a salvarnos de ningún Valle de Lagrimas (aunque nos acusen de creer lo contrario). Mitra es un dios de la guerra y para la guerra que viene a alimentarnos (que siiiiiiiiiiiiiiiiiií, que el mitraísmo celebraba el sacramento de la comunión, también el del bautismo por cierto), a alimentarnos a nosotros y a toda la creación, a darnos fuerza para llevar a cabo aquello que debemos hacer y que no siempre es fácil.

¿Cual es el camino a seguir, la Justicia o la Angustia?, para el mitraísmo el camino es el de la extensión cada vez mayor de la justicia; dentro del propio mitraista y fuera del también, mirando el mundo, todo, y por lo tanto también a una misma, con los ojos de la piedad, y el corazón caliente y la mente fría.

El reino de Mitra no es un reino de paz, ni siquiera de amor, si no que es un reino por amor, por amor a la justicia. De hecho su reino cabe en un puño, pues no es su reino otra cosa que la espada desenvainada en defensa de la justicia. Y, si se ha de morir en la batalla que así sea, solo importa si la razón que nos lleva a ella es justa, y si es justa entonces bendita sea la batalla. Y, si mordemos el polvo no pasa nada, besaremos la tierra, otros nos seguirán.

El mitraismo es una vieja religión actualmente casi extinguida. Pocos quedamos y apenas tenemos testimonios fiables de como fue en el pasado. Los arqueólogos de vez en cuando encuentran alguno de nuestros templos, incluso en España, quedan un mal puñado de testimonios escritos con frecuencia difamatorios sobre nosotros. La institución religiosa en torno a la cual se conformo nuestro culto fue aniquilada por el cristianismo una vez este se hizo con el poder absoluto dentro del imperio romano. Por lo que poco podemos saber con absoluta certeza de como fue realmente nuestra culto en aquellas épocas. Por ello lo que acabo de contar debe ser “encasillado” como una interpretación personal, mi fe personal. Y, aunque os puedo asegurar que no es una interpretación hecha a la ligera también os puedo asegurar que jamás escribiré el libro que la defiende, basa, explica y argumenta, al fin y al cabo el mitraísmo jamás ha practicado el proselitismo. Y, aquí solo he pretendido mostrar otra faceta mía, desnudarme un poco más.

Para acabar quisiera decir otro par de cosas:

Actualmente existen por supuesto otros mitraistas, algunos de ellos los considero unos frikies, otros en cambio juzgo que van en serio, de estos algunos se mueven en la misma onda que yo y otros en cambio ni ellos se mueven para nada en la mía ni yo me moveré jamás en la de ellos. Pero en general cada cual trata de re-construir en lo posible lo que fuimos, lo mejor que es capaz, pero sin poder llegar nunca a ser lo que fuimos, ni falta que hace pues al mitraista lo que realmente le importa es el espíritu del mitraísmo y no sus formas externas.

Soy mujer y si alguien que algo sepa de mitraismo lee esto puede pensar que disparato al autocalificarme de mitraista. La razón es que es fácil presuponer que el mitraísmo, durante el imperio romano, no aceptaba mujeres. Es cierto que por regla general no las acepto, pero también lo es que los arqueólogos encontraron en la tumba de una mujer la lapida que la reconocía como una mitraista con el grado de lea, que no es precisamente el más pequeño.

Pienso que simplemente el mitraísmo no aceptaba a nadie que no fuera libre. Por eso aceptaba a ex-esclavos pero no a esclavos y que de un modo similar no podía aceptar mujeres sometidas a varón alguno fuera ese padre, marido o amo , que poca era la diferencia por entonces, pero la sociedad romana tenía mujeres libres, muy pocas cierto, pero las tenía. Un pequeño porcentaje de las prostitutas lo era, dueñas y señoras de su propia vida. Y, yo os puedo asegurar que carezco de dueño y por lo tanto soy libre o mejor dicho soy libre y por lo tanto nadie es ni puede ser mi dueño y consecuentemente claro que puedo ser y de hecho soy mitraista.

Por ello hoy que es 24 de Diciembre, volveré a entrar, como cada noche por estas fechas, ya siendo 25, en la gruta profunda y bajo la cúpula estrellada, bajo cada estrella del firmamento, libremente, con el alma desnuda, una vez más renovaré mi juramento.

“ Soy, Ormuz, por voluntad propia, parte de vuestra hueste; y como tal, que sea aquello que haya de ser, que esa y no otra es mi voluntad”


Escrito, un 24 de Diciembre, por Lea, Hija del Viento, Déspota del Templo, Señora de la Madre y la Serpiente, de la Raza de los Sin Rey.

martes, 22 de diciembre de 2015

¿Navidad?

La mayor fiesta que hay dentro de la culturas cristianas es la Navidad.

Por eso es también la época del año más triste para algunos, pues es tristeza profunda, que muerde lento, pero hondo, que muy hondo, este ser fiesta y que no la haya, ni la pueda haber.

Menos mal que todos los años la Navidad llega, pero luego se va.

Pero en algún lugar hay alguien a quién amo. Lejos, muy lejos de mí, tan pero tan lejos que no tengo modo de llegar hasta allí. Y, aunque duele, que duele y muchisimo, en estas fechas siempre pienso en esa persona y me digo que si las suyas son buenas entonces bienvenidas sean estas Navidades. Aunque me sepan a hiel y me desuellen el alma.

domingo, 20 de diciembre de 2015

La vida no es justa

La vida no es justa y parece ser que eso es lo que cada noche de este invierno a mi vecina le dice su gato. Que no es justa. No cuando tras dejarle dormitar en la cocina, en su cajón sobre los restos de una vieja manta, ella decide acostarse y entonces lo toma en brazos, entre mil protestas del animal que sabe ya de que va la cosa, y abre la puerta y lo lleva fuera, bajo el cubierto de tres paredes y techo y allí lo deja sobre otro cajón que contiene la otra parte de la manta y es que no quiere ella arriesgarse a que le haga el gato, durante la noche, un estropicio en la cocina. Pero él, que de tales cosas nada entiende, hay algo que tiene claro: la vida no es justa: se duerme mucho mejor caliente al lado de la cocina y aunque él no le dice, nunca, a ella donde ella ha de dormir ella sigue empeñada en que él, al irse ella para cama, en la cocina no se puede quedar. Y, me lo cuenta ella dandole la razón al gato.



...Un día de estos tengo que acordarme de comprar arena para gatos. Solución mágica donde las haya. Que no quiero yo que un gato tan amistoso haya de soportar tan sistemática injusticia, ni que la anciana se vaya noche tras noche para cama sintiendose ella tan mal consigo misma.

Y, ojala, si alguna vez alguien se me encuentra y me ve cual gato, de arena necesitada, se acuerde y quiera comprarme un saquito.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ama, dueña y señora; pero no tanto.

Buscando la cita de la entrada anterior he dado con un vídeo que me ha encantado y no puedo dejar de traer a cuento.



Ni idea de donde lo ha sacado el hombre, Josedelpx, que lo subió a la red. Pero ese vídeo pone el dedo en la llaga.

En la sociedad siempre hay minorías, muchas y diversas y junto a ellas una extensa mayoría. La sociedad es un ente vivo, respira, cambia. Y, son precisamente esas minorías lo que la hacen posible cambiar. Sin ellas la sociedad se estancaría cual agua en una poza, dejaría de fluir. Pero fluye.

Ese es el papel de las minorías, proponer cambios, nuevas direcciones. Pero ese es todo su poder.

Es la mayoría, siempre la mayoría, la que decide hacía donde soplan los vientos y que dirección se sigue. Ambos protagonistas del vídeo lo saben bien. Uno ve a esa mayoría dispuesta a linchar a esa nueva minoría que amenaza sus viejas formas sociales de existir. El otro en cambio ve que es sumando como la minoría puede acabar siendo a su vez la mayoría y convertir de ese modo la sociedad, toda, en una nueva y quizá mejor sociedad; y que en principio nada hay que les impida ir sumando y sumando y seguir sumando hasta convertirse ellos, a su vez, en la nueva mayoría.

Por supuesto no toda minoría es buena gente, las hay francamente deleznables, por ejemplo esa que sostiene que toda persona verdaderamente decente debe desear cortarme el gaznate (y no metafóricamente) por el mero hecho de negarme yo a usar velo. Otras no son tan malas, pero tampoco le andan muy lejos. Pero lo que me importa es que entre tantas que hay también existen las que realmente pueden mejorar nuestra sociedad a poco que les dejemos, aunque nada puedan ellas, absolutamente nada, mientras no logre que la mayoría los sostenga.

Ella, la mayoría, es la ama, dueña y señora de la sociedad. Ella es la que hace posible su grandeza y también sus miserias.

Ella puede ser nuestra mayor enemigo, pero nada bueno puede surgir, vencer, si no es, paradojicamente convirtiéndola en su aliada. La sociedad es por su propia naturaleza una tiranía de la mayoría. Una tiranía, que con frecuencia, odia, detesta, difama, persigue, tortura y asesina a los mejores.

Y, aun así, y más, precisamente por ello, es ella la anhelada meta de toda minoría que busque una mejora social.

Y, resulta que de mil minorías soy yo hija y espero que hija agradecida.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Sobre la buena y la mala gente; y, la otra.

Esta vez no puedo hablar con libertad ya que hay gente de mi entorno que me lee y sabe a quién pertenece el blog y no quiero que tengan demasiados detalles personales, pero hoy quiero hablar no de la buena gente, ni de la mala gente, si no de “esa gente” que no es ni lo uno ni lo otro, de lo que de ellos pienso y de lo que ante ellos siento.

Circula por Internet una cita cuya literalidad y autoria no recuerdo. Pero que viene a decir que cuando la mala gente logra sus propósitos es porque la buena gente no ha hecho nada por evitarlo.
Me gusta esa cita, pero esta equivocada. Pues la buena gente es precisamente la que hace algo por evitar un mal, una injusticia, no la que se queda mirando el espectáculo, escandalizada o no da igual, desde sitio seguro y garantizándose que no le afecte. Esa gente, la que se cruza de brazos ante el mal, ante la injusticia, no es mala gente en tanto y cuanto no hacen el mal, más tampoco son, para nada la buena gente, ya que lo consiente y dan a su modo al mal su beneplácito.

Esa gente, los tibios, los ni fu ni fa, aquellos que ven lo injusto pero que consideran de gente sensata llevarse bien con el injusto por ser esa la vía más segura para evitarse conflictos, la que se siente agradecida cuando el injusto le sonríe y le devuelve la sonrisa y piensa que “dado que me sonríe no puede ser tan malo y es injusto juzgarle mal”... esa gente es la que hace posible el mal, la injusticia. Sin ellos el mal nada podría pues los malvados son pocos y tan pocos que de hecho nada podrían sin los tibios. Y, es que la maldad puede o no ser poderosa cuando actúa por comisión, pero solo logra reinar e imperar sobre la vida cuando actúa por omisión. Por eso ellos los tibios, los ni fu ni fa, son el problema, no los malvados.


...o.O.o...
 
Edito: He aprovechado para buscar ahora la cita, es de Edmund Burke y dice literalmente:
" Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada."

jueves, 3 de diciembre de 2015

Soy cual cucaracha y lo sé

Siempre me ha impresionado la capacidad que tiene alguna gente para sentir que es “especial”, que ha nacido “tocado” por el dedo de Dios e investido de una dignidad distinta a la de otros seres y que hace que sus necesidades deban ser cubiertas por la vida, en ocasiones incluso sus caprichos y que eso es lo “natural”. Más me impresiona aun lo que son capaces de hacer algunos seres humanos en un permanente intento por lograr sentir eso.

Yo en cambio soy siempre consciente de que no soy más que una cucaracha, igual que ella nací y por lo tanto al igual que ella moriré, vivo atrapada en la ignorancia propia y ajena, en continua lucha por tratar de limitar el poder que esa ignorancia tiene sobre mi vida, sin ser consciente de ello puedo herir los sentimientos de cualquiera o cualquiera, sin que lo sospeche, herir los míos y pese a ello dependo de los demás, de su buena voluntad o de lo que yo les pueda ofrecer para “comprársela” pues no sé cultivar mi trigo, ni tejer mi ropa. Nada me asusta más que un mal vecino o un borracho al volante. Mañana mismo con intención o sin ella alguien puede pisarme o yo pisarle a él.



Dependo del aire, del agua, de otras vidas para alimentar la mía. Sé lo que es una gripe, una diarrea y un dolor de muelas. Sé que hay cosas peores y que tarde o temprano una de ellas me ganara la partida. Quizá avise antes de presentarse o puede que no se tome la molestia de avisar.

Sé que puedo estar equivocada y no darme cuenta a tiempo, que puedo tener un despiste e incluso un despiste grave y hasta uno además de grave irreversible.

Cada día trato de ser más fuerte que ayer, más sabía que ayer, pero nada de eso me garantiza nada, yo y todo lo que yo amo podemos rompernos en cualquier momento. Igual que una cucaracha puede acabar pisada por la bota sin que ni antes, ni durante, ni tras el pisotón nadie se percate siquiera de que había habido allí una cucaracha. Y, nada me dice que sus deseos, instinto de vivir fueran menores que los míos.

Una bacteria, un virus, cuando algo tan pequeño puede acabar con mis días...

¿Cómo podría yo sentirme grande?


martes, 1 de diciembre de 2015

Soy hija del viento

Soy hija del viento, mi madre es la profunda noche de los tiempos, esa, la que hace que todo sea pronto olvido y oscuridad y ya no quede vivo alguno que conserve el recuerdo de lo habido ni sondear pueda lo que fue y ya no es.

Hija soy de lo Ilimitado y su infinito número de combinaciones. De incontables sonrisas, de incontables llantos.

Hija de un mar de desgracias y fortunas, es lo que soy.

Nacida en el mundo.

Humana.

Y, animal, por lo tanto. Al contrario que otros y al igual que otros, mamífero, pero animal. Que así fue como me produjo el mundo, la vida, natura.

Y, comprendo lo que soy, comprendo donde estoy, o cuando menos lo intento. Y, cuando miro todo lo que veo me recuerda lo que soy. Viento y noche profunda. Hasta la Galaxia en la que vivo es eso: viento y noche profunda. No somos otra cosa, una brisa que llega y desaparece, un movimiento en la danza de la vida, un posibilidad hecha carne, hueso y sangre; hecha dudas, anhelos, preguntas, miedo y coraje; hecha mirada, pies para caminar y manos para hacer.

Y, me quedo perpleja y no sé que decir cuando veo que lo que encuentro obvio otros lo ven absurdo.


Ni me comprenden ni les entiendo. Donde yo solo veo una realidad ellos ven tres y un abismo separando esto de aquello y aquello de lo otro. Son hijos de la cultura en que nacieron, esa, la que les enseño que existe Dios, el hombre y la naturaleza. Y, que cada una de esas cosas es de naturaleza ajena a la otra, que el ser humano esta hecho a imagen y semejanza de Dios, pero no la naturaleza. Aunque la naturaleza sí forma el cuerpo de cada ser humano no por ello se la considera nuestra madre, se la vive como ajena. Y, es que nos dicen que los seres humanos tenemos alma y la naturaleza no. Y, tan asumido tiene eso la cultura en cuyo seno vivo que hasta los más ateos tienden a asumir como verdadero no ya que existen tres reino, el divino, el humano y el natural, pero tras negar el primero siguen empeñados en ver abismos separando naturalezas, creen, sienten, que una cosa es lo humano y otra lo natural, Que un hormiguero es naturaleza y una ciudad no, que un nido es naturaleza y una casa no, que una pluma es naturaleza y un jersey no. Entonces nos parece locura que una hormiga considere un hormiguero antinatural por el mero hecho de ser un producto hecho por las hormigas, pero contradictoriamente se juzga de cuerdos considerar una ciudad como un entorno ajeno a la naturaleza por el mero hecho de ser un producto artificial, es decir humano.

Pero debería callar, quizá. Pues siempre que hablo de estas cosas me pasa con la gente una de estas tres:

Con la gente de fe fuerte en sus amados prejuicios despierto incluso ira, son esa clase de gente que me considera malvada no tanto por pensar y sentir de ese modo como por no callarme, pues al no callarme les ofendo, les hiero, les ataco o eso sienten en esos prejuicios tan amados suyos. De tener poder para ello, segura estoy, me prohibirían hablar de ello bajo amenaza de flagelarme, en la plaza publica, y que, de no bastar con el látigo, en caso de aun así persistir en mi maldad, desvarió y mala conducta en vez de enmendarme con el temor a su látigo y de nuevo en la plaza publica se me quemaría viva, para escarmiento mio y advertencia publica de que mal acaba quién no se deja domar por el látigo ese.

Con las gentes de buen corazón, en cambio, pasa otra cosa, sienten repentina lastima por mi persona cuando me oyen decir cosas como que soy capaz de disfrutar tanto el acariciar el asfalto de una carretera como la hierba de un prado. Y, es que dado que no son ellos capaces de lo mismo, de sentir placer acariciando el hormigón de una pared se imaginan que ese “tanto”, “igual me da asfalto que rosal”, significa que nada soy capaz de sentir ante el trino de un pájaro o el viento jugando con mi pelo. No comprenden que ese “tanto me da”, no me roba placer si no que me duplica el de ellos.

Con las gentes que ni fu ni fa, con esas todo es sencillo, simplemente escriben raudo mi nombre en su lista de gente rara, pero que muy rara, si es que no me tenían ya en ella y me quitan a la vez de su lista de gente interesante o de la de quizá interesante si es que me tenían en alguna de ellas.

En fin, me da igual lo que diga esa cultura, está equivocada en ese punto. El ser humano tenga alma o no, que ese es otro debate, es un animal y por lo tanto un ser natural y todo lo que haga un ser natural es a su vez forzosamente natural.

Intentar negar eso es negar la propia esencia humana.



Y, sí, por supuesto, vale, de acuerdo, somos como es obvio un tipo de ser natural muy diferente a otros tipos de seres naturales. Pues claro, N-A-T-U-R-A-L-M-E-N-T-E.

Y, en fin...

Que lo humano y todo lo humano es un subconjunto de la naturaleza y que tratar de ver al ser humano como ajeno, superior, externo, etc de o a la naturaleza es tan disfuncional como si a un pájaro le diera por creerse un pez o a mi vecino de enfrente le diera por creerse Napoleón. Es entonces cuando nos volvemos un peligro para la naturaleza toda, incluida nosotros mismos.

(NOTA ACLARATORIA: Bueno en realidad todo lo anteriormente dicho, pese a que me reafirmo en ello, no significa que todo en la naturaleza me resulte igualmente placentero, de hecho hay cosas que hasta me desagradan y por supuesto prefiero acariciar un gato que un trozo de asfalto, pero es que también es natural que no todo me guste por igual, así me hizo ella, la naturaleza: Viento y noche)



sábado, 14 de noviembre de 2015

Vestir el negro (primera parte)

Es ley de vida que todo lo que tiene un comienzo tenga también un final. Pero en aquellos años yo no pensaba en eso. Me limitaba a disfrutarlos y sobre todo a nutrirme de ellos.

Al comienzo del segundo año de conocer a Débora mi padre, que no fumaba, decidió salir a por tabaco y jamás hemos vuelto a saber de él. Eso cambio muchas cosas, deje de entrar con miedo en casa y desapareció el despilfarro del poco dinero que mi madre ganaba. Me auto-convencí que me gustaba el hermano de Débora, lo que no provoco pocas risas entre ella y yo. Fue su familia la que me enseño a reír y fue su familia la que me enseño que existe algo llamado respecto y que el primer paso para sentir respecto por los demás es sentir primero respecto por una misma. Y, que sin ese respecto no se es nada. Y, lo aprendí, me lo enseñaron, con hechos, no con palabras.

El respecto no son modales, maneras, siempre fáciles de fingir. El respecto es un sentimiento que nace y florece dentro. Puede manifestarse, simularse, traslucirse, ocultarse y tratar de todo ello, igual que cualquier otro sentimiento. Nace de saber ver. Saber ver a los demás y a una misma. Tratar de comprender, saber valorar. Saber aceptar los propios limites para poder aceptar los de los demás y comprender la grandeza que anida entre esos limites.

Adopte como padre adoptivo al padre de mi amiga y nunca se lo confesé a nadie, ni a ella siquiera, pero realmente lo llegue a sentir como tal.

Y sucedió un mediodía que ese par de años llego a su final. Un borracho, una curva, dos coches. No hizo falta más. Sobrevivió el borracho pero no David.

Esa fue la primera vez que vestí el negro.

Yo quería correr hasta la casa de mi amiga, pero mi madre parecía medio desorientada, padecía de la gratitud de los pobres, esa que te hace sentir que des lo que des a quien te ayuda nunca les das todo lo que merecen y no me dejo correr, ni salir, hasta que me dio vestido de negro, pues pensaba ella que al menos a la abuela, a la madre de David, eso le podía ayudar.

Y, corrí, claro que corrí.



La abuela, al principio, no estaba en condiciones de prestarme ninguna atención, es probable que ni me viera. Débora no estaba mucho mejor. En el último año, desde que mi padre se fue, yo había comido allí casi cada sábado y luego también los domingos, lo que había sido una ayuda importante para mi madre, pero esa fue la primera noche que pase en la casa, también la última. Mi madre me dejo con mi amiga. La abuela, que sí era creyente, le dio un papel al nieto, con lo que me pareció un rezo en un idioma que estoy segura que ni el nieto entendía, luego se lo llevo a parte y hablo con él. Cuando regresaron el lo leyó y parecía entenderlo. No sé que fue exactamente, pero cambio aquello el aire de la casa. El dolor seguía allí, pero era ahora uno más en la casa y ya no su dueño, era la familia de nuevo dueña de aquellas paredes, de aquel techo, del suelo que pisábamos. Entonces la abuela me vio, miro a su nieta y nos pregunto si habíamos comido. Ni comido, ni cenado. Nos hizo cenar.

Al día siguiente volvimos a rezar. Vi meter el féretro en el coche fúnebre, salir el taxi tras él, con abuela, madre e hijos. Volvían al lugar del que dos años atrás habían llegado, para enterrar al padre. Yo me quede allí, ante la casa cerrada, a la que no he vuelto a entrar

Poco más o menos un mes después recomenzaron las clases y supe por mi madre que la hermana y el cuñado de David habían venido y se habían llevado con ellos todo lo empaquetable de la casa. No preguntaron por mí. Puede que ni supieran de mi existencia.

Jamás me llegaron cartas de mi amiga, da igual que las esperara. Volvía en vano del instituto con la esperanza de encontrar algo en el buzón, hasta los domingos lo miraba pese a saber que no había correo los domingos. Y, aun hoy conservo las cartas que entonces le escribí pues aun ahora sigo sin una dirección que poner en el sobre.

Pero me queda el sabor de aquellos días, las risas y voces y miradas.

Me refugie en el negro. No por luto, que nada necesitaba yo para simbolizar mi dolor. Pero era el negro el color que simbolizaba que había sido una vez una más o como una más en aquella casa. Y, sentía que eso se me escapaba, que la distancia y el tiempo me lo difuminaba cual si fuera niebla mañanera bajo el sol del mediodía. Y, el negro se mostró capaz de ser a la vez escudo, abrigo y hasta estandarte en mi vida.

Y, para pasar menos frio y no perder coraje, que no fue otro el motivo, comencé a preferir las prendas negras o cuanto más oscuras mejor.

Unos años después, una canción me mostró otro motivo para vestir el negro, y ya no sé a día de hoy cual de los dos me influye más, pero esa ya es otra historia.



viernes, 6 de noviembre de 2015

La niña sin cómics

Llueve y llueve y llueve. Nadie en las mesas, nadie en la barra y no me sorprende. Y, aprovecho.

Es entonces cuando entra el Ingles y me pilla enfrascada en Internet. Le veo y ve que le veo, sé que no tiene prisa, le dejo acercarse. Sigo enfrascada. Contemplo recuerdos que se han despertado.

Llega a mi lado, espera, nada dice, nada digo y termino dejando el ordenador. Me giro para preparar un café, sé que me lo va pedir. Antes giro el ordenador, quizá a modo de disculpa, invitándolo a ver lo que yo estaba viendo.

Me pregunta si es él quien me lo hizo. Pasa un fugaz instante y comprendo entonces a que se refiere. En la pantalla del ordenador hay un dibujo, de un personaje de cómic. Y, él lo ha confundido con un retrato mio que un conocido se ofreció hacerme para el blog. No es ese retrato. Es Death, un personaje que aparece en una colección de cómics de la editorial DC Comics, dentro de la colección de Sandman y al que encontré curioseando sobre el mundillo gótico , para crear ese personaje se inspiraron en una chica real, conocida por uno de los autores del cómic. Dicen que cada uno de nosotros tiene al menos un doble, esa chica y yo lo debemos ser y eso hace que tenga otro, por ella, en forma de cómic, si se le quita el anhk que lleva al cuello y el tatuaje bien parece Death el retrato prometido.


Pero ese no era el momento oportuno para hablar de lo que realmente estaba yo mirando mientras mis ojos se clavaban en el personaje de ficción. Pues aun seguía inmersa en el recuerdo que la imagen despertó. En el recuerdo de Débora y de lo que ella y su familia significaron en mi vida.

Cuando una familia necesita acudir a Caritas para llegar a fin de mes no se puede esperar que por la mano de una niña pasen muchos cómics. Eso no significa que no le gusten. Cuando, a poco de comenzar, aquel curso se puso de moda intercambiarse cómics durante el recreo yo no tenía cómics que intercambiar. Por no tener no tenia ni uno. Pero una mañana me acerque a la que más tenía y le pedí que me dejara uno, me pregunto entonces cual le dejaba yo en su lugar y dada mi respuesta me volví a mi rincón del patio sin cómic alguno. Ese rincón del patio era mio y yo era suya. Me sentaba allí y veía como la vida, a un paso de mi, jugaba y reía. Pero ese día no fui capaz de permanecer sentada en él. Me levante, entre en la biblioteca y saque un libro de cuentos que ya me había leído dos o tres veces, pero es que tampoco había mucho más donde elegir. Al llegar con el cuento al rincón me esperaba la compañera del “montonazo” de cómics con uno en la mano y una sonrisa, sé lo había pensado mejor. Lo acepte con vergüenza, lo leí con vergüenza y con vergüenza lo devolví.

A la mañana siguiente no me atreví a pedir a nadie un cómic. Pero no me faltaron cómics, al poco de sentarme llego Débora con tres cómics y los empezamos a leer. Nunca se lo dije pues por aquel entonces no parecía necesario ni venir a cuento pero yo admiraba aquel color miel de su pelo pero sobre todo la admiraba a ella pues pese a ser aquel mi colegio de toda la vida yo seguía siendo la “rara” mientras que ella, que había llegado con su familia al pueblo una semana tarde para iniciar el curso, ya estaba desde el tercer día totalmente integrada con las demás.


Ignoro que fue lo que la llevo a elegirme como amiga, nunca por entonces sentí la necesidad de hacer la pregunta. Pero la amistad que se formo aquel día hizo que los dos años siguientes fueran los mejores de mi vida.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Podéis creerme

Esta historia que aquí os voy a relatar bien me la podéis creer, ya que es toda ella enteramente verídica, bien puedo dar fe de ello, ya que no fue a otra si no a mí misma a quién tal suceso aconteció.

Hallándome yo en esa edad en la que ya no eres una niña pero aun tampoco una mujer, me ocurrió una noche, tras ponerme el pijama, y hundirme entre las sabanas, que el sueño que hasta ellas lleve pronto me abrazo y haciéndome olvidar el mundo en el sueño me submergi.

Más bien pronto, al no ser el sueño aun lo suficientemente profundo, note que alguien o algo se había sentado en el borde mismo de mi cama. No estando yo entonces, ni ahora, acostumbrada a tales cosas eso me despertó y pude, pese a la extrema oscuridad, y quizá precisamente por ella, ver con total claridad, que allí, sentado, con total serenidad y naturalidad no estaba nadie salvo el mismísimo diablo.

Le reconocí en seguida, al primer golpe de vista. Era tal y cual me lo habían descrito, no hacía muchos años, unas monjitas. De su frente sobresalían un par de cuernos mal afilados, su descuidada barba de chivo parecía querer alcanzarle el pecho, y tenia un extenso bello, quizá todo el púbico, que le alcanzaba desde la cintura hasta la raíz misma de los tobillos, tobillos que le nacían de unas pezuñas que si de cabra o de buey ya no sé, pero, con las cuales parecía sentirse enteramente cómodo. Su rabo, era inquieto y travieso y parecía ser cuando menos dudoso el control que ejercía sobre él ya que el dicho rabo, enhiesto, subía por su espalda y con su punta en forma de punta de saeta se rascaba la oreja, primero una, luego la otra y vuelta a empezar.

Con los ojos como platos y la boca igual de abierta, que así me los dejo la sorpresa, yo ni acertaba a decir nada, ni sentía necesidad de tal. Todas mis energías, en aquel momento, invertidas las tenia en tratar de comprender, ver, mirar y remirar el prodigio que se hallaba ante mis ojos. Fue él, pues, quién inicio la conversación.

Me dijo, con amables palabras, y mejor tono, que llevaba ya, él, mucho tiempo observando mis pasos por la vida. Y, que no estando yo ya en la infancia si no camino de mi madurez, vio que era ya hora de hacerme una oferta que de tan buena que era, a buen seguro, yo no podría rechazar.

Que tal y como yo seguro ya había descubierto la vida era un continuo toma y daca, un permanente yo te rasco hoy la espalda y tú me la rascas mañana, un dar para tomar y un sembrar para cosechar.
Es decir que la vida es puro negocio y acuerdo y que dado que ya estaba yo enterada de ello seguro que haríamos, él y yo, un esplendido negocio esa misma noche, plenamente satisfactorio para ambas partes.



Lo que el quería seguro ya os lo imagináis, mi alma y lo que me ofrecía a cambio, me dijo, era oro y plata y me mostró, no sé con que artificio tal cantidad de oro y de esa plata que no habría modo alguno de que cupiera en la tierra entera, pero de caber, por su propio peso, la hundiría hasta su mismísimo centro.

Pero dijo que eso no era todo, que junto al oro y la plata, me ofrecía reinos mil, otros tanto caseríos y regalías más, coronas, palios y hasta mitras. Y, hasta el yate de no me acuerdo que magnate.

Pero que esa oferta, ya de por si descomunal, la mejoraba añadiéndole ahora el darme todo el nombre y renombre, que yo pudiera anhelar y aun más, en el reino de los vivos.

Guardo silencio entonces, y yo permanecí boquiabierta y muda, cada vez más sorprendida.
Continuo en el silencio, el diablo, continuo mirándome y yo termine por comprender que estaba esperando una respuesta. Entonces recordé que la boca la tengo para algo más que dejar que la estupefacción me la abra y hable.

Con buenas palabras y con buen tono, como fueron las suyas, le dije que su plata y su oro se lo podía guardar, prestar o regalar o vender a quién él quisiera. Que no me interesaba. Que los reinos, caseríos y regalías, sus coronas y oropeles, todos, seguro que no le faltaría quién se los ansiara, pero que no era mi caso. Que nombre propio yo ya tenia desde el día en que a poco de nacer, mis padres indecisos, habían metido una docena de nombres en una ensaladera y tras marear un buen rato esas bolitas de papel la mano inocente de mi madre saco de ella el nombre que la vida, el azar o el cosmos, lo que fuera quiso darme y que a esas alturas de mi vida el nombre y yo ya nos habíamos tomado mutuo cariño por lo que no tenía intención alguna de cambiarlo y que en cuanto al renombre mejor no, no fuera a ser cierto lo que decía mi abuelo, aquello de que el clavo que más destaca es el que más martillazos se lleva. Pero...

Le admití que había algo que el poseía y yo ansiaba. Pero que por desgracia no estaba en su oferta ni yo tenía esperanza alguna de que me lo ofreciera.

Era ahora el diablo el que tenia la boca abierta y sus ojos, hundidos en sus cuentas, como platos, pero eso no detuvo su lengua, pregunto, quiso saber, que era eso que el poseía y con la cual podría comprarme. Y, entre repentinos sollozos míos, en los que rompió mi fuerte anhelo y mayor desesperanza, le dije que bien sabía yo que de todas las criaturas era él el único que conocía todos los secretos de la creación, y que lo que yo anhelaba era uno de ellos. El secreto que me permitiera dominarlo, esclavizarlo, castrarlo para tratarlo cual buey que se puede unir a un arado y con ese arado surtir de trigo al mundo.

Y, a través del velo de mis lagrimas vi como perdía el diablo su mascara de hábil negociante y en su lugar aparecía un rostro, su rostro. El de una pobre, misera y desgraciada criatura cuya única esperanza en la existencia es que fuera cierto aquello de “mal de muchos consuelo de tontos” y no pudiera por ello parar de buscar la desgracia ajena, la mía incluida.

Y en fugaz instante huyo entonces de mi presencia, el diablo, a través de las paredes, muros y esquinares de la oscuridad misma que habitaba entonces en aquella habitación. Y, desde entonces no he vuelto a saber de él.


...Pero aquellas lagrimas, las lagrimas de aquella noche, esas lagrimas tampoco las he olvidado. Son las mismas lagrimas que lloro cada noche.

sábado, 24 de octubre de 2015

La vida ama a la vida

Es ley de vida que la vida ama a la vida y odia las cadenas.

Vive el mar como vive el viento. Vive por que fluye. Todo en el son corrientes, un continuo y permanente bullir. De agua estancada jamás salio nada bueno, si hermoso es el estanque lo es el estanque pero sus aguas yacen muertas, no vivas,

Si algo sabes hacer bien, Rafa, y eso es lo que te sale, eso lo que te fluye desde dentro hacia fuera, que se lanza a bocajarro al encuentro de la vida desde el secreto, y cuna, mismo de la vida... ¿Qué diantres y mierda de necesidad sientes de encadenarlo a formas y modos que no son los tuyos?.

Muchos lo hacen bien, pocos muy bien, pero todos ellos, cada uno, lo hacen a su modo. Por eso pueden. Pero del modo que tú lo haces muy pocos pueden y aun menos saben. ¿Vas tirar eso por la borda?, ¿acaso por ser diferente es peor?

Puedo asegurarte que una de cada tres veces lo diferente es peor, otra tanto da, pero una tercera es mejor que lo habitual, tradicional, viejo y ya conocido y trillado.

La historia humana fluye, la sociedad fluye, la humanidad misma fluye, gracias a lo diferente.

La vida es distinta hoy a como lo era cuando nacimos, es un siglo nuevo, un milenio distinto y una era nueva es la que estamos iniciando. Nuestras vidas son cortas, solo veremos el inicio de esta nueva etapa de la humanidad y sin apenas comprender los cambios pero...

¿Quieres vivir esta nueva etapa de la historia con miedo a la diferencia?

¿No, verdad?

Pues eso.

Además, ya te ha dicho el Ingles, que en algún caso, en siglos pasados, ya se hizo bien y de ese modo.

Por lo tanto ya sabes que puede funcionar.

Lo sientes de un modo, te sale de un modo, pues hazlo de ese modo. O hazlo como te salga de la gana. Pero si lo haces como otros lo hacen solo por que ellos son muchos y tú solo uno...

Entonces te habrás equivocado y lo que tendrás entre tus manos para ofrecernos solo sera agua estancada. Y, no es eso lo que buscas.






Nota.: Ya tendremos ocasión de volver hablar de ello, seguro, ya lo buscare. Pero tenia que dejarte estas palabras aquí a modo de recuerdo permanente, que palabra escrita no la lleva el viento :-D

viernes, 23 de octubre de 2015

Todo tiene su lado oscuro

Todo tiene su lado oscuro. Todo tiene su sombra.

Lo podemos negar, no querer verlo. Negar y disimularlo.

Pero el lado oscuro seguirá ahí.



Y, no soy una excepción, tengo mi lado oscuro y oculto y secreto. Y, no me avergüenzo de ello, ni debiera.

Es esa una parte de mi, sin ella yo ya no sería yo, ni humana siquiera.

No estoy hablando de defectos, para mí no son defectos. No creo en los defectos.

Solo creo en las virtudes,. En las virtudes en su sentido etimológico. Como poder, como fuerza. Como capacidad de.

Como tales son las virtudes meras capacidades, aquello que te permiten hacer esto o lo otro. No es que sean instrumentos, que lo son a veces, es que son ellas las energías, fuerzas, que usamos para hacer uso de nuestros medios y herramientas en la vida y para la vida.

Lo que vosotros llamáis defectos no son otra cosa que virtudes usadas en un lugar inadecuada, en un momento inoportuno y de una errónea manera. Pero eso no significa que halla en ellas algo malo. Significa, simplemente, que no sabéis, aun, usar esas fuerzas que la vida os ha dado.

Pero si unos niños juegan con una cocina no es culpa de esa cocina si esos niños se queman. Y, esa ignorancia hace que con frecuencia nos quememos. Y, en vez de emprender entonces la tarea de aprender preferimos alejarnos de aquello que nos quemo, le culpamos, le difamamos y engrosamos con su nombre nuestra ya larga lista del mal. “Eso es malo”, decimos. Cuando lo que debiéramos decir es: “¡DEBO APRENDER!”.

Yo, Laura, tengo mi lado oscuro: Tengo miedos absurdos, siento ira, me embargan las dudas, soy orgullosa, tremendamente desconfiada, no me esfuerzo todo lo que podría, carezco de fe...

Y lo entendáis o no me siento orgullosa de ello.

Y, no espero que me comprendáis, ni lo pido, pero si quisiera que todo aquel que me considere equivocada, aunque tan solo fuera por cinco minutos en su vida, se parara a pensar, pero a pensar en serio, pensar de verdad, sin trucos ni auto-engaños, si de los dos el equivocado no lo será él.

Pues todo defecto usado en el momento oportuno, en el lugar conveniente y del modo adecuado no hay nadie que no lo llame virtud.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Sobre la vida

¿Qué es la vida?

Pues no lo sé. Ni idea.

Dice mi jefe que la vida es eso que nos ocurre mientras hacemos planes para ella. Y, dice, Elvira, su mujer que sí, que eso lo dirá él pero que en realidad se lo copio a ya no se acuerda ella quién.

Pero yo, Laura, no sé que es la vida. Solo sé que aparecí en ella un buen día de agosto de 1985 y que desde entonces camino por ella, con muchísima frecuencia sin saber a donde voy, ni a donde quiero ir, ni siquiera a donde puedo ir y mucho menos en donde terminare.

En cierto modo la vida me es una sorpresa permanente, hasta me sorprende cuando a veces, en rara ocasión, no me sorprende, precisamente por eso, por lo raro que no me sorprenda y lo poco acostumbrada que me tiene a que no me quede boquiabierta.

Es es ella misterio que no se deja atrapar en palabras. Un misterio en el que nos movemos, respiramos y nos late el corazón en el pecho. Mar hecho de momentos en el que a todo antes le sucede un después, que se vuelve presente y termina enseguida, haciéndose pasado. Un pasado que ya no está y que sin embargo jamás se va.

La vida es ese misterio que está presente en nosotros mismos, volviéndonos con ello también misterio a nosotros mismos.


Quizá eso no sea saber mucho, puede que no sea saber que es en sí misma la vida, pero puede que sea también todo lo que se necesita saber de ella para comenzar a deshilvanar la madeja de nuestra propia vida.

lunes, 19 de octubre de 2015

Vocación funeraria

Es Alba mirada que se deja traspasar, cual ventana abierta que te permite ver hasta el último resquicio de su alma. Mirada sin estrategias ni esquinas, de un alma desnuda que ni sabe ni quiere revestir.

Transparente.

Y, aun así me sorprendo un poco cuando nos cuenta que trabaja en una funeraria. Nunca había conocido a nadie con ese trabajo, es ese un mundo que siempre me había pasado desapercibido, invisible, a groso modo sé, claro, como la sociedad en la que vivo gestiona la muerte de sus miembros, pero lo sé solo muy por encima. Esto es diferente, ella lo sabe desde dentro, es su trabajo, su medio de vida. Y, me doy cuenta al momento de lo que eso implica, tengo delante alguien que sabe aspectos de la vida que desconozco y eso me afila los dientes, despierta el hambre.
Quiero saber.

Y, lo primero que quiero saber es como es que llego a trabajar en ello, que circunstancias la condujeron hasta allí. Pero no se lo pregunto, no me atrevo. No siento que haya entre nosotras, aun, esa confianza tan necesaria para hacer esa pregunta. Temo ser mal interpretada, mal recibida.

Pero, a medida que pasa el tiempo y la conversación continua o regresa, es ella la que me acaba contando que busco ella misma trabajar en eso, que esa es su vocación ya que para enfermera no vale pues no puede evitar el miedo de estar haciendo daño. Pero los muertos ya no sienten dolor, ni pena y aun así y pese a ello el trabajo que ella hace es lo último que se puede hacer por alguien. Y, lo dice de un modo que desvela sus sentimientos, de un modo que yo al menos no sé describir. Deseo de ayudar, miedo a lastimar y deseo de que nadie se vaya sin una última y respetuosa ayuda.

Hasta ese momento yo pensaba, lo confieso ahora con cierta vergüenza, que si trabajaba en eso, a buen seguro, sería por el sueldo y no haber encontrado otra cosa más apropiada para ganarse la vida. Tenia dos motivos para ello; uno que la gente “normal” rehuye todo lo relacionado con la muerte en la vida diaria. La aceptan en el cine pero porque es cine. Fuera de eso la quieren ocultar y barrer su recuerdo para debajo de la alfombra, como si con ello la lograran realmente alejar. Y, por lo tanto, en base a pura estadística imaginaba que con Alba pasaría lo mismo. Que no podía desear un trabajo que a los demás les haría tener presente constantemente algo que prefieren ignorar. Se me paso por alto que Alba no es “normal”. La gente normal tiene sus almas revestidas de mil mentiras, no das atravesado su mirada o al menos no con facilidad; pero ella es todo lo contrario. Y, precisamente por ser como es no se le puede aplicar las leyes que rigen a los demás.

Y, en segundo lugar se me olvido, y del todo, que en cierta ocasión, vi por televisión una entrevista a un enterrador vocacional. Vocación que traslucía por todos sus poros, el buen hombre, y en cada una de sus palabras. Era un monje cristiano en no me acuerdo que cementerio, pero si el tiene vocación de enterrador, nacida de la piedad, debí desde ya entonces (y, no lo hice hasta ahora) imaginar que bien pudiera haber también un vocación como la de ella nacida de la compasión.

Sea como sea ella es feliz con su trabajo, hace lo que le gusta y encima le pagan por ello. Incluso cuando en medio de la conversación suena el teléfono del trabajo, algo, en algún sitio, ha pasado, que podía haber pasado en cualquier otro momento, pero ha pasado en ese, tiene que irse, apura el café, se despide y se va.

… La veo irse y pienso que allá a donde va va precisamente a eso, a gestionar una despedida para que tenga cualquier cosa menos color pañuelo lejano.


Preguntas incomodas pero necesarias

Recientemente en televisión dieron una cifra, imagino que correcta. Que por motivos que no vienen al caso llevara unos días preguntandome cual sería la “cifra actual” carece de importancia. Lo que importa es que en efecto hay verdades que dan asco, vergüenza y algo más y pese a ello continúan siendo verdad. 



jueves, 15 de octubre de 2015

Yo no soy gótica

Dada mi forma de vestir, siempre entendí que me tomaran por gótica, pero ser gótica me parecía una pose y siempre, además, he odiado que se me pueda encasillar; por ello siempre he negado ser una gótica.


Pero el tema volvió a surgir hace unos meses, no recuerdo exactamente como pero, fue una noche, al cerrar, cuando quedo un grupito de "íntimos" tomando la última y el resto de la clientela ya se fue.


El Ingles me escuchaba decir que no lo soy, los demás diciendo algo al respecto o nada, y fue entonces cuando nos pregunto que era ser gótico. Nadie le supo responder. Color, muerte, música fueron palabras que surgieron pero que parecían no decir nada. El negro lo puede vestir un metalero y no es gótico, Evanescence lo puse para que vieran que también le puede gustar a cualquiera (sí, esa noche a un los consideraba un grupo gótico) y hasta mi anillo, con su calavera, lo podía lucir cualquier punk o eso nos pareció.


"Pues hasta que sepamos lo que es ser gótico no podremos saber si ella lo es o no", sentencio El Ingles.


Nos había pillado a todos en un renuncio. Y, ya que ese era imposible de zanjar cambiamos de tema.


Pero me quede con la copla y comencé entonces a buscar información sobre los góticos y su mundillo.


Me fueron de especial ayuda un portal gótico que hay en castellano y en especial un blog, Madame Macabre, que más que un blog me parece que va camino de terminar siendo una enciclopedia sobre el tema.


Eso termino haciéndome sentir que en efecto era gótica. Y, por primera vez en mi vida ese sentimiento de soledad que me embarga se vio paliado. Me sentí como supongo que la gente se siente cuando se saben en familia.


Pero no duro mucho. El ver y leer más me saco de ese encantamiento.


Hay similitudes, pero demasiadas discrepancias.


Unas semanas después, en circunstancias similares a las anteriores, conté el resultado de mi investigación.


Todo el mundo lo acepto como el resultado final, todos menos mi compañera que desde el segundo día que comenzó a trabajar conmigo lleva una cruzada para intentar salvarme de mi ignorancia y hacerme entender lo que toda mujer sensata debe entender y hacer. Normalmente anda muy desencaminada, pero esta vez, bueno, puede que tenga algo de razón.


Según ella lo que sucede es que soy, tan pero que tan, rara que hasta dentro de la subcultura gótica resulto ser un caso raro.


Puede ser, pero dudo mucho que ningún gótico, de los de verdad, a poco que me conozca me confunda con una gótica.


En todo caso y resumiendo:


No soy gótica pero en el caso de que lo fuera seria una gótica, vale, pero rara.

lunes, 12 de octubre de 2015

Alba y el Ingles

Desbordaba alegría, Javier, como quien dice no paraba de dar saltitos de una esquina a otra del local. Le miro, le veo, le observo. Nada digo, pero cuando se acerca a pedir una segunda cerveza se la sirvo pero retengo la botella conmigo, lo miro y espero. La mira, me mira, comprende que algo pasa, que algo espero y me vuelve a mirar pero ya con un “!¿Qué?!” escrito en la mirada. Le contesto con un gesto, un ligero movimiento de mi cabeza, la alzo lo suficiente para señalar con el su propia persona y transmitirle la pregunta que me carcome.

Entonces se sonríe de un modo tal que hasta la propia sonrisa le oculta la cara, alarga un brazo para tomar su cerveza, con la otra mano agarra la copa y comienza a girarse para alejarse de la barra, pero a medio giro se vuelve hacia mí y me suelta un alegre y cómplice: “el viernes te la presento”.

Me basta con eso, no hace falta más. Javier tiene novia y el viernes me la presenta.

Y, llega el viernes y con el viernes Alba. Y, la gente se arremolina en torno a ella y Javier. Hasta el Ingles se acerca a conocerla y escucha como la bombardean a preguntas y como las va contestando. Hasta que, al Ingles, Javier lo presenta y es entonces ella la que comienza a preguntar, es una lluvia de preguntas, pausadas por las respuestas, como aquel otro día, que parece ya tan lejano, en el que la gente se acercaba al Ingles y comenzó preguntarle todo lo que necesitaban saber para tenerle “situado”, lo habitual en pueblos pequeños ante un forastero que no parezca estar de paso y nadie alquila una casa para todo el verano si se va ir al día siguiente.

Pero el verano ya ha pasado y el Ingles sigue aquí y van pasando los días sin que me atreva a preguntarle cuando se va. Quería pero no podía preguntar, temía la respuesta, Ingles.

Fue Alba la que se lo pregunto.

El Ingles solo había alquilado la casa para tres meses, pero ya ha firmado un nuevo contrato para todo un año. El Ingles se queda y nueva algarabía se forma en la barra cuando nos lo dice. Que ya, cuando llego, pensaba quedarse en el Mediterráneo y el Sur, pero conociendo antes el Norte. Que allí ya hay mucho jubilado ingles, pero que al final opta por Galicia. Y, una, de las habituales pero no de las intimas, le dice que sí, que hace muy bien porque como España no hay nada y todo el típico discurso publicitario y autocomplaciente que hay al respecto. El la mira pero no contesta, los , nos, mira a todos y dice que lo que es España es un lugar muy barato para una jubilado ingles y Galicia le recuerda mucho a Escocia que es de donde es él. Simplemente se ha sincerado.

Se queda en España por dinero, su poca pensión dice, en Galicia por que le resulta cómoda y con nosotros por que le hemos aceptado desde el primer día. Pero el mejor lugar del mundo y ahora se lo dice a la chica es Escocia y todos rompemos a reír. Y, la fiesta continua.


martes, 6 de octubre de 2015

Me desnudo

Me desnudo el alma, que no quiero velos que me oculten de la vida. Que la quiero besándome cada polo de la piel y calándome, ella, hasta el tuétano de mis huesos, sangre en mi sangre, viento libre en el aire mismo que me invade y llena los pulmones y con ello me sostiene.

Me quitare, pues, hoy la primera prenda...

Decía mi padre, en lo único gracioso que le escuche, en referencia al tabaco, un dicho que tomo de no se quién y era, "le perdono el mal que me hace por lo bien que me sabe". Pues, bien, voy invertir ese viejo dicho y confesar que hay algo a lo que le perdono, de buen grado, lo mal que me sabe por lo bien que me sienta.

Me refiero a la verdad.

De mis clases de filosofía en el instituto, no recuerdo ahora si fue Aristoteles u otro, pero me parece que fue él, dijo, teorizo, que los filósofos persiguen la verdad porque nada hay más hermoso que la propia verdad. De donde deduzco que ese filosofo pocas verdades podía conocer, pues es la verdad con frecuencia hermosa, sí, pero otras es fea, sucia, vil y repugnante.

¿Hace falta poner algún ejemplo? Espero que no. Todos a poco que nos pongamos a pensar en ello descubrimos en seguida mil ejemplos o más. Y, seguro que hay gente que prefiere que no le recuerde eso. Pero no es mi caso ese no querer recordar, ese no querer ver.

Amo descubrir la verdad. Todo lo miro y re-miro en busca de verdades que hasta entonces me hubieran podido pasar desapercibidas. Y, cuando me encuentro una que me repugna da igual, me la trago y la digiero, aunque sea como tragarse un sapo, vivo, entero y pataleante la acepto y me alimento de ella. Hay una buena razón para ello.

Las verdades cuando son repugnantes, feas, asquerorsas, grimosas, viles y etc son aun más importantes que las otras. O cuando menos tanto.

Son esenciales para saber lo que es realmente la vida, donde nos encontramos, que nos espera en el camino y por lo tanto esenciales para orientarnos en nuestra vida y por orientarnos me refiero a dar con las conductas más adecuadas para optimizar nuestra posibilidades de satisfacción vital.

Si delante tengo los excrementos del perro del vecino lo quiero saber cuanto antes, aunque no me va hacer gracia, para poder desviar a tiempo mis pies de ellos. Es así de simple. No los quiero pisar.

Pues igual con todo lo demás.

Mi infancia fue una lucha permanente por paliar y hasta disminuir el número de golpes que me daba la vida, y descubrí que si aceptaba la realidad, tal y como ella era, me encontraba con más capacidad en mis intentos por ponerme a salvo de todo aquello. Por eso cada verdad que descubría era para mi un tesoro, incluso las que sabían mal. Mi madre hacía y sigue haciendo lo contrario: las disimulaba, las negaba, las ocultaba y las barría para debajo de la alfombra. Yo odiaba que hiciera eso. Pero, en fin, la de mi infancia es una historia larga y que no estoy segura de querer contar. Pero sí que aunque mi madre estaba, al menos por entonces, enamorada de mi padre, a madre e hija las cosas en la vida solo comenzaron a irnos bien cuando él decidió irse con otra y hasta hoy.

Comprendo que estar enamorada es como estar ciega, una borrachera de hormonas que te impide el acceso a la realidad o al menos que en su caso era eso. Pero ojala que mi madre hubiera podido admitir lo que teníamos delante de los ojos: que no era cierto que él nos quería mucho y que el problema no era que había que comportarse bien y no calentarle el genio ni enfadarlo; que el problema en casa era él.

No, yo no quiero vivir ciega, felizmente ignorante de la vida. Quiero conocer la realidad para tratar, en ella, desde ella , de obtener la máxima satisfacción, y menor mal, posible en la vida. Es así de simple.

No sé si nací ya con esa tendencia y luego mi vida me la reforzó o si por el contrario nací sin ella pero mi vida me la despertó y luego reforzó. Me da igual como fue, aunque sospecho más bien lo primero, lo que importa es que ya no sé vivir de otro modo. Necesito la verdad y por lo tanto la busco o cuando menos estoy permanentemente abierta a ella; mal me sepa o no eso da igual.

Soy pues recolectora de verdades; gratas o no, que duelan o no, eso ya se ha dicho, “da igual”.

Lo que importa es que me alimenten.

martes, 29 de septiembre de 2015

Os lo confieso

El blog, aunque basado en hechos reales y con su mayor parte del contenido verídico, al menos la parte que importa, no es un fiel reflejo de la verdad. Al contrario, en él deformo lo que tomo prestado de la vida personal de la gente de mi entorno, de tal modo que nadie pueda identificarles salvo aquellas personas a las que ellos mismos se lo cuenten.


Por ello el blog debe ser considerado una obra de ficción literaria, que busca dar cuenta de una determinada perspectiva vital, la mía, y unas circunstancias, las mías, que en vez de optar por un formato tipo novela, que me resultaría muy aburrido, elige uno más dinámico e interactivo. Y, en el cual todo él que quiera está invitado a participar.


Es decir:


Todo es viento, es un velo, transparente pero velo, que oculta una realidad, sin él cual jamás la expondría a la luz del Sol.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Ardía Galicia

Cada vez que el verano llega es para irse, pero entre el llegar y ese irse nos trae el calor y con él calor los incendios forestales.


Uno de los habituales en la barra del bar en que trabajo, Javier, sabía que, al menos en parte, vive de eso. Es decir: es bombero, bueno bombero no.


Oficialmente son brigadas forestales, que es un nombre muy raro para llamar a un bombero. Para mí son lo que hacen, bomberos y me da igual como los llamen., Pero no puedo decir que sea bombero ya que a nivel nacional todos los bomberos tienen un convenio que les otorga unos derechos que la gente como él no posee, no se les reconoce la categoría de bomberos aunque su trabajo como viréis si es de bomberos.


El caso es...


Les vi, sentados en la barra, a él y otros dos, Javier le mostraba a uno de ellos, otro habitual, un vídeo en el móvil.
Andaban muy concentrados y por un momento se habían olvidado de las cervezas y la infusión. Sentí curiosidad, me acerque por si me decían de que iba la cosa o hasta me dejaban ver el vídeo que los absorbía.


Ese vídeo desencadeno entonces una conversación que a lo largo de la noche nos ocupo, si unimos sus fragmentos, bien, una hora u hora y media. De hecho esa fue la conversación de la noche.


Corresponde el vídeo a distintos momentos de un incendio forestal, acontecido en Rianxo, Galicia, el 08/09/2013 y que se encuentra en OSCARVIFER.COM


Impresiona sobre todo cuando el viento  ue las propias llamas provocan (en el minuto y 22 segundos, aproximadamente del video) hace que uno de los eucaliptos que están ardiendo, literalmente, vuele delante de la cámara. Personalmente lo que más me impresiono fue lo tranquilos y enteros que permanecen ante unas llamas como esas. Me dicen que de tranquilos nada, que estaban "cagandose por la pata" del miedo que sentían, pero que había que estar y por lo tanto estaban. Me dice el Ingles, a su vez, otro de los habituales, que en eso precisamente consiste el coraje, que valentía no es ausencia de miedo, si no la capacidad de estar espantado y aun así continuar haciendo lo que se debe hacer. Pues no fue lo poco más de 1000 euros al mes que les pagan, si no la convicción de que o daban apagado el fuego o aquello se convertiría en un desastre, lo que les retuvo allí.


Y, lo consiguieron.


Antes de terminada la noche, habían logrado reducir el fuego a niveles controlables y estaba ya en proceso de autoapagarse pues ya no tenia forma de seguir alimentandose.


Entonces rendidos cuatro de esos bomberos, a los que no se quiere que llame bomberos, se encontraban tendidos en el suelo, ya empezando el nuevo día, comiéndose un bocadillo y riendo a lo tonto, de pura felicidad y orgullo por el trabajo hecho y alguien se les acerco y pidió permiso para sacarles unas fotos. Se la dieron con una condición, que no se hicieran publicas, tenían miedo de que las fotos, pudieran terminar sacadas de su contexto y de ese modo dar una mala imagen, la de unos vagos que pasan de todo, comen y ríen en pleno incendio. Cuando en realidad aquellos cuatro hombres eran unos fijos discontinuos, es decir gente a la que solo contratan, por una miseria, los meses de verano y el resto del año sobrevive cada uno como puede, que con eso pan para todo el año no se tiene, y que esa noche tras mirar por donde "entrar al fuego" le entraron y jugandose la vida lo dieron controlado.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Cada persona es única

No todos los humanos somos iguales, no, ni todos los hombres son iguales, ni todas las mujeres lo somos. No todos los niños son iguales, ni todos los ancianos, ni todas las abuelas, ni todos los nietos.

No todos los negros son iguales, ni todos los cristianos lo son, ni todos los comunistas.
No todos los esquimales son iguales, ni todos los musulmanes lo son, ni todos los fascistas.
No todos los japoneses son iguales, ni todos los budistas lo son, ni todos los monárquicos.
No todos los daneses son iguales, ni todos los ateos lo son, ni todos los liberales son iguales.

Detesto los estereotipos y clichés. No somos botones que ordenar en sus correspondientes cajones. Cada persona es única e irrepetible, por ello indefinible.

Por eso no soy blanca, lo es mi piel no yo.
No soy religiosa o atea, esas son mis creencias, y las de hoy pueden no ser las de mañana.
No soy gallega, Galicia es tierra y cultura pero yo soy un ser humano, no la confundáis pues conmigo, que mucha es la leche gallega que me he bebido, os lo aseguro, pero nadie es la leche que se bebio, si a caso lo que hizo con ella, pero ni eso siquiera.
Tampoco soy española, lo es mi nacionalidad, no yo, pero solo cuando necesito pasaporte o carnet de identidad.

Nada humano me es ajeno, pero yo solo soy yo, aunque nada sin todo lo demás.
Nada sin el aire, que me mantiene en vida. Nada sin el pasado que me trajo a la vida.
Y, del mismo modo que un día nací otro moriré. Y, ya no seré más, nada salvo lo que fui. Un universo propio, diferente a todo lo demás, pero también a todo lo demás engarzado.

Por eso, por ese engarce, que no por otra cosa, soy blanca, negra y gitana que china y esquimal y pigmea nací. Y, soy republicana, comunista, demócrata, fascista, libertaria, conservadora, progresista y, para mi vergüenza, también antidemocrata. Y, es que cada universo contiene a todos los demás y mirad por donde en eso ya no soy diferente a nadie ni a nada. Que lo soy.

Y, eso me encanta.

Por eso me maravillan y enamoran las miradas que me desnudan, no las que me despelotan si no esas otras, esas que ves en ellas que al mirarte realmente te están viendo, esas miradas, las que te descubren, las que te reconocen son las que he buscado toda mi vida.

Solo para esa gente puedo ser real; solo para aquel que nos ve existimos, los demás solo ven sombras, no la persona que somos.

El hombre que yo pueda amar ha de saber desnudarme: ver lo que soy y mi engarce con la vida y el cosmos entero.