lunes, 5 de septiembre de 2016

La chica que ríe y ríe y no para

Su nombre es Carla o vamos decir, aquí, que ese es su nombre, que es más o menos lo mismo.

Hay varias cosas, muchas en realidad, que me llaman la atención en Carla. Una de ellas que, al menos en publico, cuando interactua con otra gente se pasa el 60% del tiempo riendo y el resto sonriendo y cuando digo el 60% seguro que me quedo corta. Lo hace con todo el mundo, hombres o mujeres, independientemente de la edad y le conozca o no. A alguien que como yo es bastante “ogro”, que rara pero muy rara vez sonríe y que pueden pasar meses sin que ser humano me vea reír, algo como esto me llama la atención.


Normalmente, en otras circunstancias a alguien que hace eso, lo que ella hace, inmediatamente lo catalogaría de mente simple y estoy usando un eufemismo cuando digo eso. Pero no puedo catalogar de ese modo a Carla, pues hay demasiados detalles en ella, aunque ahora no venga a cuento detallarlos, que lo contradicen. No, Carla no es simple para nada. Por lo tanto encuentro en ella un misterio que, por ahora al menos, aun no he resuelto.

He pensado, buscando posibles explicaciones, que quizá es victima de un suceso de su infancia, que en algún momento de su primera infancia alguien la valoro de un modo similar a como fue valorada una de las niñas de las que hablo en un articulo ya publicado. Fue valorada no por ella misma si no por la capacidad que en ese momento mostró para alegrar la vida y hasta hacer reír a otros. Y, se quedo con la “copla” y desde entonces sus intentos de caer bien a la gente y ser estimada radican su estrategia en transmitir alegría, incluso cuando en realidad por dentro pueda incluso estar llorando. Pues buena parte de su risa más parece destinada a ser oída que liberada.

Pero, no puede ser eso solamente. Hay algo más. Como ya he dicho ella no es simple. Es de mente y corazón complejos, profundos si lo preferís expresar de este otro modo. Extensos. Eso, seguro, no me confundo.

Solo dos veces la vi fuera de sus risas y sonrisas. Adentrada en furia. Una fue le día, la noche más bien, en que nos enteramos de la muerte, injustificada, innecesaria, vana y causada por mera necedad humana de un grupo de personas. Eso la enfureció y fue furia, rabia y dolor lo que entonces grito. La segunda ocasión no grito nada, pero hablo alto y claro, interviniendo para evitar una absurda pelea a puñetazos entre un grupo de necios amigos de tales cosas. Y, lo consiguió, en ambas ocasiones vi su temple y que tiene un fuerte instinto de justicia. Y, no me encaja ese temple con ese no saber parar de reír, ni la velocidad con la que es capaz de adaptarse a giros inesperados en una conversación, es de inteligencia rauda y por lo tanto eso tampoco me encaja con la posible explicación, simplona, que de su no saber parar de reír he dado antes.

¿Qué sucede entonces con Carla?

Cada vez que la veía no podía dejar de hacerme la pregunta.

Pues bien, es posible que haya por fin resuelto el misterio.

Esta tarde mientras ella reía yo me baje un puñado de paginas web para mirar luego en casa, ya en casa vi que había otro puñado, bajado hace ya tiempo, que aun no había leído y me puse a ello. Encontré en una de estas últimas material, pienso, para una entrada que publicare en otro blog, uno que no es mio, pero entre ello una cita que me parece y creo no equivocarme que engarza directamente no solo con un tema que tengo pendiente desarrollar tanto en este como en ese otro blog si no, que es lo que importa hoy, con el misterio llamado Carla.

Esa cita es de un taoísta del que ni tenia noticia de su existencia pero que hablando del camino hacia la felicidad nos dice:

“La gran mayoría de las personas
qué vacía y mal se siente, porque usa
las cosas para deleitar su corazón,
en lugar de usar su corazón para
disfrutar de las cosas. ”


Lo primero que pensé es que esa cita me viene genial, ya que expresa a las mil maravillas lo que pienso sobre el sentido de la vida y por lo tanto lo que pretendo decir el día que hable de ese amigo mio que no le encuentre ninguno a la vida, lo que pretendo decir si algún día, como pretendo, hablo de un tal Cioran y la razón que hace que tal hombre, su modo de ser, me repela. Pero tras un instante, un poco largo pero instante al fin y al cabo, me dí de cuenta de que esa puede ser la razón profunda que explique y con ello se resuelva el misterio que encuentro en Carla.

Puede que Carla no sea taoísta, puede que ni sepa lo que es el taoísmo, pero bien puede ser, y cuanto más lo pienso más me parece que en efecto es, que sepa ella, sin que nadie se lo haya enseñado hacer uso “ de su corazón para disfrutar de las cosas”. Simplemente eso, Que sabe lo que la inmensa mayoría de nosotros ignoramos.

Un día de estos en que la ocasión se me muestre oportuno lo tendré que hablar con ella, a ver que es lo que me puede enseñar sobre ello. Pues cuanto más lo pienso más me parece que entre lo que ya sospechaba ayer y lo que recién he comenzado a sospechar tengo por fin el misterio resuelto.