sábado, 24 de octubre de 2015

La vida ama a la vida

Es ley de vida que la vida ama a la vida y odia las cadenas.

Vive el mar como vive el viento. Vive por que fluye. Todo en el son corrientes, un continuo y permanente bullir. De agua estancada jamás salio nada bueno, si hermoso es el estanque lo es el estanque pero sus aguas yacen muertas, no vivas,

Si algo sabes hacer bien, Rafa, y eso es lo que te sale, eso lo que te fluye desde dentro hacia fuera, que se lanza a bocajarro al encuentro de la vida desde el secreto, y cuna, mismo de la vida... ¿Qué diantres y mierda de necesidad sientes de encadenarlo a formas y modos que no son los tuyos?.

Muchos lo hacen bien, pocos muy bien, pero todos ellos, cada uno, lo hacen a su modo. Por eso pueden. Pero del modo que tú lo haces muy pocos pueden y aun menos saben. ¿Vas tirar eso por la borda?, ¿acaso por ser diferente es peor?

Puedo asegurarte que una de cada tres veces lo diferente es peor, otra tanto da, pero una tercera es mejor que lo habitual, tradicional, viejo y ya conocido y trillado.

La historia humana fluye, la sociedad fluye, la humanidad misma fluye, gracias a lo diferente.

La vida es distinta hoy a como lo era cuando nacimos, es un siglo nuevo, un milenio distinto y una era nueva es la que estamos iniciando. Nuestras vidas son cortas, solo veremos el inicio de esta nueva etapa de la humanidad y sin apenas comprender los cambios pero...

¿Quieres vivir esta nueva etapa de la historia con miedo a la diferencia?

¿No, verdad?

Pues eso.

Además, ya te ha dicho el Ingles, que en algún caso, en siglos pasados, ya se hizo bien y de ese modo.

Por lo tanto ya sabes que puede funcionar.

Lo sientes de un modo, te sale de un modo, pues hazlo de ese modo. O hazlo como te salga de la gana. Pero si lo haces como otros lo hacen solo por que ellos son muchos y tú solo uno...

Entonces te habrás equivocado y lo que tendrás entre tus manos para ofrecernos solo sera agua estancada. Y, no es eso lo que buscas.






Nota.: Ya tendremos ocasión de volver hablar de ello, seguro, ya lo buscare. Pero tenia que dejarte estas palabras aquí a modo de recuerdo permanente, que palabra escrita no la lleva el viento :-D

viernes, 23 de octubre de 2015

Todo tiene su lado oscuro

Todo tiene su lado oscuro. Todo tiene su sombra.

Lo podemos negar, no querer verlo. Negar y disimularlo.

Pero el lado oscuro seguirá ahí.



Y, no soy una excepción, tengo mi lado oscuro y oculto y secreto. Y, no me avergüenzo de ello, ni debiera.

Es esa una parte de mi, sin ella yo ya no sería yo, ni humana siquiera.

No estoy hablando de defectos, para mí no son defectos. No creo en los defectos.

Solo creo en las virtudes,. En las virtudes en su sentido etimológico. Como poder, como fuerza. Como capacidad de.

Como tales son las virtudes meras capacidades, aquello que te permiten hacer esto o lo otro. No es que sean instrumentos, que lo son a veces, es que son ellas las energías, fuerzas, que usamos para hacer uso de nuestros medios y herramientas en la vida y para la vida.

Lo que vosotros llamáis defectos no son otra cosa que virtudes usadas en un lugar inadecuada, en un momento inoportuno y de una errónea manera. Pero eso no significa que halla en ellas algo malo. Significa, simplemente, que no sabéis, aun, usar esas fuerzas que la vida os ha dado.

Pero si unos niños juegan con una cocina no es culpa de esa cocina si esos niños se queman. Y, esa ignorancia hace que con frecuencia nos quememos. Y, en vez de emprender entonces la tarea de aprender preferimos alejarnos de aquello que nos quemo, le culpamos, le difamamos y engrosamos con su nombre nuestra ya larga lista del mal. “Eso es malo”, decimos. Cuando lo que debiéramos decir es: “¡DEBO APRENDER!”.

Yo, Laura, tengo mi lado oscuro: Tengo miedos absurdos, siento ira, me embargan las dudas, soy orgullosa, tremendamente desconfiada, no me esfuerzo todo lo que podría, carezco de fe...

Y lo entendáis o no me siento orgullosa de ello.

Y, no espero que me comprendáis, ni lo pido, pero si quisiera que todo aquel que me considere equivocada, aunque tan solo fuera por cinco minutos en su vida, se parara a pensar, pero a pensar en serio, pensar de verdad, sin trucos ni auto-engaños, si de los dos el equivocado no lo será él.

Pues todo defecto usado en el momento oportuno, en el lugar conveniente y del modo adecuado no hay nadie que no lo llame virtud.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Sobre la vida

¿Qué es la vida?

Pues no lo sé. Ni idea.

Dice mi jefe que la vida es eso que nos ocurre mientras hacemos planes para ella. Y, dice, Elvira, su mujer que sí, que eso lo dirá él pero que en realidad se lo copio a ya no se acuerda ella quién.

Pero yo, Laura, no sé que es la vida. Solo sé que aparecí en ella un buen día de agosto de 1985 y que desde entonces camino por ella, con muchísima frecuencia sin saber a donde voy, ni a donde quiero ir, ni siquiera a donde puedo ir y mucho menos en donde terminare.

En cierto modo la vida me es una sorpresa permanente, hasta me sorprende cuando a veces, en rara ocasión, no me sorprende, precisamente por eso, por lo raro que no me sorprenda y lo poco acostumbrada que me tiene a que no me quede boquiabierta.

Es es ella misterio que no se deja atrapar en palabras. Un misterio en el que nos movemos, respiramos y nos late el corazón en el pecho. Mar hecho de momentos en el que a todo antes le sucede un después, que se vuelve presente y termina enseguida, haciéndose pasado. Un pasado que ya no está y que sin embargo jamás se va.

La vida es ese misterio que está presente en nosotros mismos, volviéndonos con ello también misterio a nosotros mismos.


Quizá eso no sea saber mucho, puede que no sea saber que es en sí misma la vida, pero puede que sea también todo lo que se necesita saber de ella para comenzar a deshilvanar la madeja de nuestra propia vida.

lunes, 19 de octubre de 2015

Vocación funeraria

Es Alba mirada que se deja traspasar, cual ventana abierta que te permite ver hasta el último resquicio de su alma. Mirada sin estrategias ni esquinas, de un alma desnuda que ni sabe ni quiere revestir.

Transparente.

Y, aun así me sorprendo un poco cuando nos cuenta que trabaja en una funeraria. Nunca había conocido a nadie con ese trabajo, es ese un mundo que siempre me había pasado desapercibido, invisible, a groso modo sé, claro, como la sociedad en la que vivo gestiona la muerte de sus miembros, pero lo sé solo muy por encima. Esto es diferente, ella lo sabe desde dentro, es su trabajo, su medio de vida. Y, me doy cuenta al momento de lo que eso implica, tengo delante alguien que sabe aspectos de la vida que desconozco y eso me afila los dientes, despierta el hambre.
Quiero saber.

Y, lo primero que quiero saber es como es que llego a trabajar en ello, que circunstancias la condujeron hasta allí. Pero no se lo pregunto, no me atrevo. No siento que haya entre nosotras, aun, esa confianza tan necesaria para hacer esa pregunta. Temo ser mal interpretada, mal recibida.

Pero, a medida que pasa el tiempo y la conversación continua o regresa, es ella la que me acaba contando que busco ella misma trabajar en eso, que esa es su vocación ya que para enfermera no vale pues no puede evitar el miedo de estar haciendo daño. Pero los muertos ya no sienten dolor, ni pena y aun así y pese a ello el trabajo que ella hace es lo último que se puede hacer por alguien. Y, lo dice de un modo que desvela sus sentimientos, de un modo que yo al menos no sé describir. Deseo de ayudar, miedo a lastimar y deseo de que nadie se vaya sin una última y respetuosa ayuda.

Hasta ese momento yo pensaba, lo confieso ahora con cierta vergüenza, que si trabajaba en eso, a buen seguro, sería por el sueldo y no haber encontrado otra cosa más apropiada para ganarse la vida. Tenia dos motivos para ello; uno que la gente “normal” rehuye todo lo relacionado con la muerte en la vida diaria. La aceptan en el cine pero porque es cine. Fuera de eso la quieren ocultar y barrer su recuerdo para debajo de la alfombra, como si con ello la lograran realmente alejar. Y, por lo tanto, en base a pura estadística imaginaba que con Alba pasaría lo mismo. Que no podía desear un trabajo que a los demás les haría tener presente constantemente algo que prefieren ignorar. Se me paso por alto que Alba no es “normal”. La gente normal tiene sus almas revestidas de mil mentiras, no das atravesado su mirada o al menos no con facilidad; pero ella es todo lo contrario. Y, precisamente por ser como es no se le puede aplicar las leyes que rigen a los demás.

Y, en segundo lugar se me olvido, y del todo, que en cierta ocasión, vi por televisión una entrevista a un enterrador vocacional. Vocación que traslucía por todos sus poros, el buen hombre, y en cada una de sus palabras. Era un monje cristiano en no me acuerdo que cementerio, pero si el tiene vocación de enterrador, nacida de la piedad, debí desde ya entonces (y, no lo hice hasta ahora) imaginar que bien pudiera haber también un vocación como la de ella nacida de la compasión.

Sea como sea ella es feliz con su trabajo, hace lo que le gusta y encima le pagan por ello. Incluso cuando en medio de la conversación suena el teléfono del trabajo, algo, en algún sitio, ha pasado, que podía haber pasado en cualquier otro momento, pero ha pasado en ese, tiene que irse, apura el café, se despide y se va.

… La veo irse y pienso que allá a donde va va precisamente a eso, a gestionar una despedida para que tenga cualquier cosa menos color pañuelo lejano.


Preguntas incomodas pero necesarias

Recientemente en televisión dieron una cifra, imagino que correcta. Que por motivos que no vienen al caso llevara unos días preguntandome cual sería la “cifra actual” carece de importancia. Lo que importa es que en efecto hay verdades que dan asco, vergüenza y algo más y pese a ello continúan siendo verdad. 



jueves, 15 de octubre de 2015

Yo no soy gótica

Dada mi forma de vestir, siempre entendí que me tomaran por gótica, pero ser gótica me parecía una pose y siempre, además, he odiado que se me pueda encasillar; por ello siempre he negado ser una gótica.


Pero el tema volvió a surgir hace unos meses, no recuerdo exactamente como pero, fue una noche, al cerrar, cuando quedo un grupito de "íntimos" tomando la última y el resto de la clientela ya se fue.


El Ingles me escuchaba decir que no lo soy, los demás diciendo algo al respecto o nada, y fue entonces cuando nos pregunto que era ser gótico. Nadie le supo responder. Color, muerte, música fueron palabras que surgieron pero que parecían no decir nada. El negro lo puede vestir un metalero y no es gótico, Evanescence lo puse para que vieran que también le puede gustar a cualquiera (sí, esa noche a un los consideraba un grupo gótico) y hasta mi anillo, con su calavera, lo podía lucir cualquier punk o eso nos pareció.


"Pues hasta que sepamos lo que es ser gótico no podremos saber si ella lo es o no", sentencio El Ingles.


Nos había pillado a todos en un renuncio. Y, ya que ese era imposible de zanjar cambiamos de tema.


Pero me quede con la copla y comencé entonces a buscar información sobre los góticos y su mundillo.


Me fueron de especial ayuda un portal gótico que hay en castellano y en especial un blog, Madame Macabre, que más que un blog me parece que va camino de terminar siendo una enciclopedia sobre el tema.


Eso termino haciéndome sentir que en efecto era gótica. Y, por primera vez en mi vida ese sentimiento de soledad que me embarga se vio paliado. Me sentí como supongo que la gente se siente cuando se saben en familia.


Pero no duro mucho. El ver y leer más me saco de ese encantamiento.


Hay similitudes, pero demasiadas discrepancias.


Unas semanas después, en circunstancias similares a las anteriores, conté el resultado de mi investigación.


Todo el mundo lo acepto como el resultado final, todos menos mi compañera que desde el segundo día que comenzó a trabajar conmigo lleva una cruzada para intentar salvarme de mi ignorancia y hacerme entender lo que toda mujer sensata debe entender y hacer. Normalmente anda muy desencaminada, pero esta vez, bueno, puede que tenga algo de razón.


Según ella lo que sucede es que soy, tan pero que tan, rara que hasta dentro de la subcultura gótica resulto ser un caso raro.


Puede ser, pero dudo mucho que ningún gótico, de los de verdad, a poco que me conozca me confunda con una gótica.


En todo caso y resumiendo:


No soy gótica pero en el caso de que lo fuera seria una gótica, vale, pero rara.

lunes, 12 de octubre de 2015

Alba y el Ingles

Desbordaba alegría, Javier, como quien dice no paraba de dar saltitos de una esquina a otra del local. Le miro, le veo, le observo. Nada digo, pero cuando se acerca a pedir una segunda cerveza se la sirvo pero retengo la botella conmigo, lo miro y espero. La mira, me mira, comprende que algo pasa, que algo espero y me vuelve a mirar pero ya con un “!¿Qué?!” escrito en la mirada. Le contesto con un gesto, un ligero movimiento de mi cabeza, la alzo lo suficiente para señalar con el su propia persona y transmitirle la pregunta que me carcome.

Entonces se sonríe de un modo tal que hasta la propia sonrisa le oculta la cara, alarga un brazo para tomar su cerveza, con la otra mano agarra la copa y comienza a girarse para alejarse de la barra, pero a medio giro se vuelve hacia mí y me suelta un alegre y cómplice: “el viernes te la presento”.

Me basta con eso, no hace falta más. Javier tiene novia y el viernes me la presenta.

Y, llega el viernes y con el viernes Alba. Y, la gente se arremolina en torno a ella y Javier. Hasta el Ingles se acerca a conocerla y escucha como la bombardean a preguntas y como las va contestando. Hasta que, al Ingles, Javier lo presenta y es entonces ella la que comienza a preguntar, es una lluvia de preguntas, pausadas por las respuestas, como aquel otro día, que parece ya tan lejano, en el que la gente se acercaba al Ingles y comenzó preguntarle todo lo que necesitaban saber para tenerle “situado”, lo habitual en pueblos pequeños ante un forastero que no parezca estar de paso y nadie alquila una casa para todo el verano si se va ir al día siguiente.

Pero el verano ya ha pasado y el Ingles sigue aquí y van pasando los días sin que me atreva a preguntarle cuando se va. Quería pero no podía preguntar, temía la respuesta, Ingles.

Fue Alba la que se lo pregunto.

El Ingles solo había alquilado la casa para tres meses, pero ya ha firmado un nuevo contrato para todo un año. El Ingles se queda y nueva algarabía se forma en la barra cuando nos lo dice. Que ya, cuando llego, pensaba quedarse en el Mediterráneo y el Sur, pero conociendo antes el Norte. Que allí ya hay mucho jubilado ingles, pero que al final opta por Galicia. Y, una, de las habituales pero no de las intimas, le dice que sí, que hace muy bien porque como España no hay nada y todo el típico discurso publicitario y autocomplaciente que hay al respecto. El la mira pero no contesta, los , nos, mira a todos y dice que lo que es España es un lugar muy barato para una jubilado ingles y Galicia le recuerda mucho a Escocia que es de donde es él. Simplemente se ha sincerado.

Se queda en España por dinero, su poca pensión dice, en Galicia por que le resulta cómoda y con nosotros por que le hemos aceptado desde el primer día. Pero el mejor lugar del mundo y ahora se lo dice a la chica es Escocia y todos rompemos a reír. Y, la fiesta continua.


martes, 6 de octubre de 2015

Me desnudo

Me desnudo el alma, que no quiero velos que me oculten de la vida. Que la quiero besándome cada polo de la piel y calándome, ella, hasta el tuétano de mis huesos, sangre en mi sangre, viento libre en el aire mismo que me invade y llena los pulmones y con ello me sostiene.

Me quitare, pues, hoy la primera prenda...

Decía mi padre, en lo único gracioso que le escuche, en referencia al tabaco, un dicho que tomo de no se quién y era, "le perdono el mal que me hace por lo bien que me sabe". Pues, bien, voy invertir ese viejo dicho y confesar que hay algo a lo que le perdono, de buen grado, lo mal que me sabe por lo bien que me sienta.

Me refiero a la verdad.

De mis clases de filosofía en el instituto, no recuerdo ahora si fue Aristoteles u otro, pero me parece que fue él, dijo, teorizo, que los filósofos persiguen la verdad porque nada hay más hermoso que la propia verdad. De donde deduzco que ese filosofo pocas verdades podía conocer, pues es la verdad con frecuencia hermosa, sí, pero otras es fea, sucia, vil y repugnante.

¿Hace falta poner algún ejemplo? Espero que no. Todos a poco que nos pongamos a pensar en ello descubrimos en seguida mil ejemplos o más. Y, seguro que hay gente que prefiere que no le recuerde eso. Pero no es mi caso ese no querer recordar, ese no querer ver.

Amo descubrir la verdad. Todo lo miro y re-miro en busca de verdades que hasta entonces me hubieran podido pasar desapercibidas. Y, cuando me encuentro una que me repugna da igual, me la trago y la digiero, aunque sea como tragarse un sapo, vivo, entero y pataleante la acepto y me alimento de ella. Hay una buena razón para ello.

Las verdades cuando son repugnantes, feas, asquerorsas, grimosas, viles y etc son aun más importantes que las otras. O cuando menos tanto.

Son esenciales para saber lo que es realmente la vida, donde nos encontramos, que nos espera en el camino y por lo tanto esenciales para orientarnos en nuestra vida y por orientarnos me refiero a dar con las conductas más adecuadas para optimizar nuestra posibilidades de satisfacción vital.

Si delante tengo los excrementos del perro del vecino lo quiero saber cuanto antes, aunque no me va hacer gracia, para poder desviar a tiempo mis pies de ellos. Es así de simple. No los quiero pisar.

Pues igual con todo lo demás.

Mi infancia fue una lucha permanente por paliar y hasta disminuir el número de golpes que me daba la vida, y descubrí que si aceptaba la realidad, tal y como ella era, me encontraba con más capacidad en mis intentos por ponerme a salvo de todo aquello. Por eso cada verdad que descubría era para mi un tesoro, incluso las que sabían mal. Mi madre hacía y sigue haciendo lo contrario: las disimulaba, las negaba, las ocultaba y las barría para debajo de la alfombra. Yo odiaba que hiciera eso. Pero, en fin, la de mi infancia es una historia larga y que no estoy segura de querer contar. Pero sí que aunque mi madre estaba, al menos por entonces, enamorada de mi padre, a madre e hija las cosas en la vida solo comenzaron a irnos bien cuando él decidió irse con otra y hasta hoy.

Comprendo que estar enamorada es como estar ciega, una borrachera de hormonas que te impide el acceso a la realidad o al menos que en su caso era eso. Pero ojala que mi madre hubiera podido admitir lo que teníamos delante de los ojos: que no era cierto que él nos quería mucho y que el problema no era que había que comportarse bien y no calentarle el genio ni enfadarlo; que el problema en casa era él.

No, yo no quiero vivir ciega, felizmente ignorante de la vida. Quiero conocer la realidad para tratar, en ella, desde ella , de obtener la máxima satisfacción, y menor mal, posible en la vida. Es así de simple.

No sé si nací ya con esa tendencia y luego mi vida me la reforzó o si por el contrario nací sin ella pero mi vida me la despertó y luego reforzó. Me da igual como fue, aunque sospecho más bien lo primero, lo que importa es que ya no sé vivir de otro modo. Necesito la verdad y por lo tanto la busco o cuando menos estoy permanentemente abierta a ella; mal me sepa o no eso da igual.

Soy pues recolectora de verdades; gratas o no, que duelan o no, eso ya se ha dicho, “da igual”.

Lo que importa es que me alimenten.