viernes, 28 de septiembre de 2018

UN DÍA TRISTE, MUY TRISTE


Hoy es un día triste, muy triste.

Y, es un día condenado a marcar en mi vida un claro antes y después.


Hace de esto muchos años, pero muchos, siendo yo ya mitraista y teniendo acceso por primera vez en mi vida a Internet quise buscar información en él sobre mitraismo. Lo primero que encontré fue una pagina de supuestos mitraistas dedicada a defender una ideología neonazi. No entendí nada y acabe pensando que el uso que reiteradamente hacían allí del nombre del dios Mitra y su culto misterico era una forma de hablar en código para que los demás en realidad no les entendieramos. Me produjo tanto asco lo que vi allí que en muchisimos años no volví a hacer una busqueda en Internet relacionada con el paganismo. Fueron años en los que viví en el convencimiento de que seguramente habría a día de hoy en el mundo un par de docenas, mal contadas, de paganos y que nuestra presencia en la red era nula.

Pese a ello, hace bien poco, no pude evitar la tentación de hacer una nueva búsqueda. Para mi sorpresa lo que encontré en esta ocasión fue algo muy diferente. Sí existen paganos hoy, cientos, miles, muchiiiiiiisimos miles. Quizá más de un millón. Y, acabe participando en un blog de paganismo y termine entrando en Facebook a formar parte de diferentes grupos paganos. Por primera vez en mi vida sentí que tenía un hogar.

Pero no me duro mucho ese sabor.

Se me fue yendo a golpe de realidad.

La ignorancia que caracteriza al paganismo actual no es el problema, eso se cura con el tiempo. Lo es su tolerancia con lo intolerable y su intolerancia con lo que se debe tolerar e incluso defender. Ver hoy como alguien, pagano, en un grupo pagano, nos dice que lo que debemos hacer con más de mil millones de personas es asesinarles y solo por ser su religión odiosa para el que eso escribe y que no pase nada, que semejante barbaridad no hace que los paganos se rasguen las vestiduras en señal de repulsa ante ello... eso... me resulta... claramente significativo. El paganismo actual está repleto de odio, intolerancia y es un peligro en su actual estado para el futuro de la humanidad. Algo así no debe crecer. Y yo, pero solo por ignorancia de esto, he estado colaborando con él. Pero ahora que sé lo que hay ya no queda excusa que pueda dejarme seguir colaborando en ello.

Hoy he perdido el único hogar que he sentido tener en mi vida. Un hogar sin paredes pero hogar al fin y al cabo. Lo único bueno es que es mejor que pase ahora, ya de ya, a que tarde aun más en pasar. Mala cosa que tenga que pasar; pero dado que tiene que pasar, cuanto antes mejor. Ya ha tardado demasiado.

viernes, 24 de agosto de 2018

Hablando de minifaldas y zapatillas

Sucedió el mismo día en que me la presentaron. Me pareció una mujer inteligente, culta, segura de sí misma y con un fuerte don de gentes. Me resultaba su presencia, en principio muy grata.

Estábamos hablando cuando entro una joven de unos 20 años o menos, con un vestido corto y ceñido, tan corto que cuando la vi sentarse sin que se le vieran las bragas lo considere todo un arte.
Me llamo la atención con ello, al igual que a todo el resto de la concurrencia. Note que al verla mi recién estrenada nueva conocida ponía mala cara, sentía rechazo y desagrado. Fue incapaz de no hacerme un comentario al respecto.

Esa no era forma de vestir, decía ella, era impresentable, intolerable y jamás una hija suya vestiría de ese modo. Que eso lo decidiría la hija y no ella, fue mi respuesta. Rauda reacciono a mis palabras , que de eso nada, dijo que si hacía falta..., que si hacía falta, pero leyó mi cara, si ya me estaban desagradando sus palabras al ver a lo que quería aludir mi cara se debió volver un libro abierto para ella, leyó que sabía lo que iba decir, que se aseguraría de que la hija tirara ese vestido a la basura aunque fuera convenciéndola a zapatillazos. Pero leyó lo que pensaba yo al respecto y no se atrevió a terminar la frase. Y de esa forma termino la que fue nuestra primera discusión.

Eso, la forma en que lo hizo aun más que lo que dijo, me dio muchísima información sobre mi nueva conocida. Pero también me hizo fijarme en la chica. Note que los jóvenes del pueblo, que la conocen desde niña, es lo que tiene los pueblos pequeños, eran conscientes, cosa inevitable, de la presencia del vestido, pero a ella la trataron como siempre, no pareció afectarles, en cambio a tres o cuatro que eran de fuera el vestido los atrajo como la miel a las moscas, ella los trato entonces con cortesía pero sin más. Por eso y por sus gestos y falta de otros y hasta forma de posicionar el cuerpo pero no otras formas, me di cuenta que los jóvenes de fuera del pueblo se equivocaban, ella no buscaba para nada sexo, y como parecían saber los del pueblo, no estaba abierta para nada a esa posibilidad. En realidad y pese a las apariencias superficiales ella no buscaba resultar atractiva a los hombres. Lo que buscaba era ella sentirse atractiva, que es algo bien distinto. No se había vestido de esa forma para ellos, se había vestido así para ella misma.

Me pareció comprender que todo venía a cuento de un ego necesitado, que era obvio que no lo tenia precisamente por las nubes, necesitado o bien de saber que podía o bien de alimentarse, fortalecerse, viendo, con hechos, que en efecto podía.

De ser hija mía confieso que lo que vi me habría preocupado, quizá innecesariamente, pero me habría hecho hablar con ella, pero no desde luego sobre el vestido.

Le habría preguntado como se sentía, que era lo que la hacia sentirse bien y que era lo que la hacia sentir mal. Le habría hablado de la diferencia entre el orgullo y la vanidad y que la vanidad es delirio nacido de la falta de orgullo y la debilidad que esa falta deja en el ego, en la autoestima. En fin, no voy hablar ahora de esa diferencia que todos debiéramos conocer y tantos se empeñan en que la ignoremos y terminemos confundiendo la velocidad con el tocino. Y, es que ese no es el tema que me trae hoy aquí.

En estos momentos llevo unos días preparando un articulo para publicar en otro blog, en el que voy comentar un libro en el que el autor defiende que la sociedad se inmiscuya en asuntos privados diciendo y presionando a todo hijo de vecino para que viva de un modo correcto, lo que por supuesto incluye muchas cosas, por ejemplo, si vas entrar en un templo cristiano, es lo correcto que no te pongas minifaldas o estarás mostrando falta de respecto y no me parece mal ya que esa es “casa” de ellos y cada uno en su propia casa es rey, ahora bien que no salgan a la calle y pretendan decirte también allí como vestir, pero si vas por ciertas calles de ciertas ciudades, y todos sabemos a cuales me refiero, más te vale que te vistas de tal modo que ni tu madre te reconozca si te cruzas con ella o cualquiera podrá recriminarte, según las costumbres locales, que vas “desnuda”; del mismo modo, llevar un vestido que parece dejarte las bragas al aire esta bien si vas recoger un Oscar de la Academia y tienes mil cámaras de TV enfocándote para transmitir el evento pero no si sales un sábado noche en tu pueblo de toda la vida. Y así un largo etc.

Esa manía que tiene tanta gente de creerse en el derecho y hasta en la obligación de exigir a los demás vivir como a ellos les parece que deben vivir me preocupa y pensando en ello fue como recordé la historia que había pensado callar. Y, ya no voy callar.

Me asusta la gente que es incapaz de respetar el derecho de los demás a vestir como les salga a ellos de la real gana. Y, me espantan aquellos que se consideran capacitados para saber lo que es lo correcto, aquellos que se consideran poseedores de la verdad, aquellos a los que les falta la humildad suficiente para ver, admitir, asumir, que su forma de ver el mundo, la vida, a los demás no necesariamente tiene que ser la verdadera por muy cierta que a ellos se lo parezca. Esa fe absoluta que se tiene en las propias creencias es la madre de todos los fanatismos y solo puede nacer de un ego ciego y enfermo, falto de orgullo sano y sobrado de mal disimulada vanidad.

De esto es de lo que hoy quería hablar, de la desfachatez y sobreabundancia de los intolerantes. Y, del modo en el que otros les facilitan el camino.

¡Cuidado los tenemos en casa!


(Nota: el texto anterior lleva aproximadamente un año escrito, en espera para ser publicado a que el otro articulo, para el otro blog, también lo sea. Pero han ido pasando los meses y el articulo esperado no lo he dado escrito, cada vez que lo intento fracaso. La razón de mi fracaso guarda relación con que en cada intento, nada más empezar me asalta una fuerte grima de la que termino huyendo sin acabar el texto. Pero recientemente me he comprometido a escribir otro articulo sobre un texto, de autor diferente, que viene a defender que dado que todo ser humano es falible la mejor solución moral es que la comunidad, la sociedad, ejerza un control de nuestra moralidad, y que por lo tanto nos pongamos en manos de ella y nos dejemos tutelar moralmente. Por lo que al final he decidido publicar mi texto sobre “minifaldas y zapatillas”, sin esperar al otro que a estas alturas ya no sé si algún día lo daré o no terminado)

jueves, 19 de julio de 2018

El gatito perdido

Me la encuentro mirando la huerta, me ve, la noto alterada ya en su forma de verme. Me pregunta si vi su gato. No el gato del que una vez hable, ese ya no esta entre nosotros, se lo mataron. El gato nuevo es un gatito que hasta hace bien poco aun mamaba, color café, con las orejas, el rabo y las patas negras. Un ser feliz, maravillado con la vida y en plena exploración de ella. Hoy no lo he visto.

El gatito se le perdió, me dice. Lleva largo rato buscando buscando por él y no lo encuentra. La mando a su casa, que ya me encargo yo, le digo. Y, comienzo a buscar. Nada, sigo buscando, y nada de nuevo, amplio la búsqueda y de nada me sirve, desando lo andado por si él no estaba pero ahora sí donde antes ya busque y nada de nuevo. Sigo buscando, pregunto a la gente, nadie lo ha visto. Le busco incluso donde un gatito se supone que difícilmente daría llegado, por todos los coches que hoy hay en las carreteras, demasiadas que atravesar si no se sabe mirar antes a derecha e izquierda, pero aun así las atravieso y miro y busco tras ellas. El gatito sigue sin aparecer. Vuelvo a desandar lo andado. Paso mi casa, llego a la suya, entro, miro arriba y abajo por su huerta y nada, me ve y la veo, voy hacia ella, le doy la mala noticia, por otro lado obvia, de que no lo he encontrado. Me dispongo a repetir la búsqueda, y entonces me parece que lo oigo, maullando, entramos en la casa, los maullidos vienen de la cocina, de una alacena donde ella guarda las cosas del desayuno, y que tiene cerrada. La abrimos y el gato sale de ella.

Había, seguramente entrado, me dice ella, sin que lo viera entrar cuando se preparo el desayuno y luego al cerrar la puerta de la alacena el gato quedo atrapado dentro. Después ella lo hecho de menos, miro y no lo vio, salio a la calle y se lanzo a su búsqueda.

… Y, es que a veces, pienso, que buscamos lejos lo que en realidad tenemos muy cerca. Y, solo por ello se nos vuelve ya imposible de encontrar.

jueves, 5 de julio de 2018

Vivir es decidir

La vida es muchas cosas, tiene mil y más caras. Pero una de las cosas que la vida es y de entre ellas de las más vitales es decidir en ella y desde ella. Optar.

La vida desde hace un tiempo me ha puesto en una situación que me obliga a dar a mi propia vida un enfoque nuevo y recorrer caminos nuevos. Eso no es malo, por supuesto, simplemente eso es la vida. Pero que no sea malo no quiere decir que en este caso no encuentre yo el problema.

Sé que opciones tengo abiertas, que objetivos son o parecen ser alcanzables, ese no es pues el problema. Sé de todos ellos cuales me gustan y cuales no, por lo que ese tampoco es el problema. Sé incluso de entre los que me gustan cuales deseo y cuales no, por lo que tampoco ese es el problema. Conozco las incompatibilidades que existen entre algunas de esas cosas, en principio alcanzables, que me gustan y además deseo, de modo que tampoco ese es el problema. Soy consciente, o eso pienso, de la carga de esfuerzo que cada uno de esos objetivos requiere para ser alcanzable, entonces tampoco ese es el problema.



Mi problema es que de entre todos esos objetivos que deseo alcanzar pero son incompatibles entre ellos... no tengo nada claro, pero nada de nada, a cuales quiero ir y a cuales sacrificar para alcanzar a los que más quiero ir. Es decir: sé lo que puedo, lo que me gusta de entre lo que puedo, lo que deseo de entre lo que me gusta, pero no, para nada parte de lo que quiero de entre todo eso que deseo y tengo, o eso parece, al alcance de la mano.

Y lo malo del asunto es que la vida no se queda quieta parada a esperar que yo me aclare. Ella sigue su camino mientras yo me encuentro inmovilizada, atrapada, por la duda.

Dudar es de sabios, pero la sabiduría no es el fin, el fin es la vida y la sabiduría solo un medio para optimizar nuestras decisiones. De bien poco me sirve ahora mi sabiduría, si es que la tengo, pues elegir sabiamente requiere conocernos y conocer la vida, pero ella no puede decirnos que es lo que queremos, que es lo que anhelamos, cuales son nuestras preferencias; todo eso solo nos lo puede decir nuestro propio corazón y yo tengo el corazón confuso.

Debería salir, ir fuera de mi marco de vida conocida, romper con los recuerdos de un pasado que encuentro en cada esquina de donde vivo. Pasar una semana en algún lugar fuera de lo habitual, que me sea extraño, que encuentre nuevo y no viejo. Pasar allí una semana o mejor tres, una para desintoxicarme, otra para encontrarme y una tercera para asumir y madurar lo encontrado. Pero eso es algo que ahora mismo no me puedo permitir.

Laboralmente la cosa no admite dudas, eso al menos ya es algo. Son mis sentimientos, mis emociones las que andan confusas y peleadas, en plena guerra civil, mordiendo las unas a las otras en un pleno “quitate tú que me pongo yo”, estoy emocionalmente dividida, sentimentalmente confusa.

Hay prisa, ya que la vida me la impone, pero supongo que dadas mis circunstancias dejare pasar el verano, mi último verano de la vieja vida, viendo si logro aclararme un poco o logro dar con alguna gota más de información que me sea útil para mi toma de decisiones. Al fin y al cabo unos meses, si son pocos, me los puedo permitir, y sacarles provecho despidiéndome de ese pasado que ya siempre formara parte de mi vida y hasta aquí me trajo, pero que ya no es el hoy, ni va poder ser mi mañana.


Y, terminado el verano, me tomare unos días, pero solo días, para ver que puedo encontrar en algún lugar lejano a mi pasado, si es que encuentro algo de lo que, seguro, sabe mi corazón pero no se lo sé ver como quisiera saber.

Luego decidiré que es lo que quiero vivir y que es lo que no. Que es aquello por lo que voy luchar y que aquello otro que voy abandonar, por ser incompatible con ello o no querer invertir esfuerzos en lo que quiero poco si los necesito en aquello que más quiero.

viernes, 15 de junio de 2018

Rezo a los dioses

A todos los dioses que me sean propicios, tanto aquellos que conozco como aquellos que no:

A las puertas de iniciar, en esta vida, una nueva singladura, que probablemente sera mi último viaje,
os pido que las aguas me sonrían y vientos favorables me acompañen y pueda de ese modo llegar a través de esas aguas y con esos vientos a ese puerto que tan lejano hoy temo.

… Y, sea cual sea mi destino, si llegara a ser amargo ruego a ti Pachamama que ni en la amargura me falte alegría; y a ti Mitra, te ruego, que no me tiemble la mano ni me falte timón. Y a ti Madre de Horus, esposa de Osiris, pido como siempre te he pedido que allá donde se encuentre cuides de ella.

viernes, 1 de junio de 2018

Dos palabras mágicas: “yo opino...”

Tras llevar unas semanas en un foro de paganismo actual, y viendo el mal ambiente que a veces se genera, hay algunas palabras que me gustaría decir:

...Sócrates, Platón y Aristóteles, son probablemente los tres filósofos más conocidos de la Grecia pagana, pero ninguno de ellos encaja bien en la definición “habitual” de pagano si por paganismo entendemos las creencias religiosas de los habitantes del campo, que es lo que significa literalmente. De hecho Sócrates fue acusado de enseñar a la juventud lo que los cristianos llaman “herejías” y un jurado popular formado por 500 de sus conciudadanos lo encontró culpable y condeno a muerte. El paganismo es un fenómeno religioso mucho más complejo de lo que se suele admitir. En realidad, aunque el caso de Sócrates, por su dureza es una excepción, la historia del paganismo grecolatino esta repleta de desencuentros y roces entre las distintas formas de entender y vivir, ya entonces, el paganismo.

Hay un paganismo que solo ve arboles y deduce que el bosque no existe, otro que también solo ve esos arboles pero deduce de ello que el bosque existe. Se me ha dicho que si no queremos que el paganismo se confunda con el monoteísmo abrahamico debemos negar la validez del segundo tipo de paganismo. Lo que me dejaría fuera del paganismo, pues si creo en la existencia del bosque.

Pienso que lo correcto es otra cosa, admitir como validos ambos tipos de paganismo y para evitar la confusión con el monoteísmo abrahamico simplemente señalar las diferencias que ambos paganismos tienen con ese monoteísmo absoluto. Si nos da miedo que un paganismo, que formula preguntas difíciles y da respuestas complejas sobre la Naturaleza y la divinidad, nos resulte confuso entonces simplemente expliquemos bien ese paganismo, pero no por miedo a ello lo debemos negar.

Pero si lo negamos, incluso si lo desprestigiamos, no tiene nada de raro que esos otros paganos no quieran entrar en un choque de creencias, pues debatir es una cosa y chocar otra. Por lo tanto si nuestra voluntad es debatir sobre ello nos debemos expresar de un modo que invite a ello y por lo que he visto hasta ahora nuestras palabras, el modo en que las elegimos y nos expresamos más parecen una amenaza de “choque” que una “invitación” a debatir. Por supuesto hay otras causas, supongo, pero pienso que esa es una de las que están presentes en el paganismo actual a la hora de generar mal ambiente, malos rollos y desencuentros innecesarios. Hablar como si nuestra opinión no fuera una opinión si no la verdad invita a chocar, no a debatir. Incluso si lo que opinamos y la verdad fueran exactamente la misma cosa.

Es desde las opiniones como nacen y se generan los debates, desde la “verdad” solo se generan choques o rebaños.

Hay dos palabras verdaderamente “mágicas” a la hora de iniciar y hacer continuar un debate y son: “yo opino..”

Sin su magia no hay debate.

viernes, 18 de mayo de 2018

La muerte de un perro

Me encuentro en una cafetería, un hombre entra y ambos nos llevamos la sorpresa de encontrarnos de ese modo. El entra solo a por tabaco, que donde está viendo el partido de fútbol no lo venden. Yo me he conectado a la Wi-Fi para ver que novedades hay en un grupo de Facebook, no lo quiero abandonar aun, a él pronto le va comenzar el segundo tiempo del partido. Pero quedamos para después. Termino, ya no hay más novedades, salgo y acabo compartiendo la mesa de él, quedan aun unos minutos de partido. Hablamos, termina el partido, salimos. Caminamos.

 Es entonces cuando me lo cuenta, ayer, me dice, saliendo de casa, se cruza con un vecino que pasea un perro, de los de raza pequeña, alegre y juguetón, que rápido da vueltas entorno a su dueño a la vez que ambos avanzan. En eso el perro entra más de la cuenta en la carretera, quizá para evitar de ese forma chocar con los dos ancianos que se les cruzan de frente en la misma acera. Y ocurre entonces que a un conductor se le hace imposible frenar a tiempo su coche.

El coche golpea la cabeza del perro, no se produce sangre pero el perro muere en el acto. Mi amigo ve entonces como su dueño lo toma en brazos, se acerca con él a un portal, se sienta sobre el escalón, casi rozando el suelo, que da acceso al portal, con el cadáver en las rodillas, mudo el hombre, contempla el pequeño cuerpo al que acaricia una y otra vez pese a ser consciente de que es un cadáver lo que acaricia. Un cadáver, pero mucho más que eso también.

Comprendo que ha estado esperando para contarme eso. Antes, entre la gente que veía el partido no parecía adecuado, demasiada gente para algo como eso. En la soledad de nuestro paseo en común ya es diferente. Y, comprendo que quiere, espera, que diga yo algo, y busco algo que decir, estos días ando en carne viva con la muerte de una amiga de la que jamás le hable a él. Y, se me aviva la llama del recuerdo, y de otros recuerdos más.

Me vuelve a la memoria la noche aquella en que esperando el último autobús para el pueblo, a las afueras de Santiago de Compostela, al otro lado de la carretera veo llegar un perro, de esos que aquí llamamos “palleiro”, cruce de mil razas, hijo de mil azares, llega corriendo, feliz de y por yo no sé pero feliz, cruza la carretera, sortea el primer coche del lado suyo, pero el primero del mio le pasa por encima, el coche no para, sigue, yo lo veo perderse en la distancia y que otros vienen ya, entonces entro en la carretera y tomo en brazos al perro que aun vive, un coche frena mientras su conductora nos mira, luego sigue su camino cuando salgo de la carretera y tiendo el perro sobre la acera, otro coche sigue al de ella, solo un tercer coche aparca a nuestro lado y de él se baja un hombre, se nos acerca, me pregunta, le cuento que al menos una de las ruedas le paso por encima del vientre y parte del pecho. Entonces también el comprende que no hay nada que hacer, no tarde ni dos minutos el perro en morir. Una vez muerto el hombre me da la mano, nos despedimos, sube al coche, se va. Nos quedamos solos el cadáver y yo, y cuando finalmente llega el autobús ya solo queda el cadáver y la acera. Me pregunto cuanto tiempo tardaran los posibles dueños en dar con el cadáver, si es que lo encuentran. Esa noche si lo esperan sera en vano.

 

Me vienen a la mente otras muertes, pero nada en ellas que pueda ser útil a mi amigo. Guardo entonces silencio, el espera más el silencio continua. Veo con claridad que él ha tomado consciencia de que el perro no era propiedad de su dueño, si no que era un amigo. Y, que por ello la muerte del perro no fue la muerte de una “maquina – biológica - carente de alma”, pues los amigos son siempre personas con sus necesidades, derechos y dignidad propios. Pero el ahora eso ya lo sabé, aunque ya antes, me consta, lo sospechaba, las caricias a un cadáver aun caliente le han hecho comprender que también los animales tienen alma o lo que quiera que entendamos por alma. Que con frecuencia no se la sepamos ver solo prueba nuestra ignorancia y no otra cosa.

D.E.P

miércoles, 21 de marzo de 2018

Cuando toca ser “la otra”

Ocurrió, aquella tarde, que se celebraba el funeral de un vecino y que mi madre había pillado una gripe. Hay ciertos compromisos sociales entre vecinos, al menos donde vivo, normalmente a tales actos va ella, pero ella no podía y, aunque no suelo participar en ellos, entre que ella no podía y que yo estimaba al difunto, allá me fui.

Hasta aquí todo normal.

Allí estábamos la viuda, el par de hijos, la esposa del mayor, un puñado de nietos, otros familiares, amigos de la familia, vecinos y ella, “la otra”.

Al terminar el funeral, dentro aun de la iglesia ocurrió lo que suele ocurrir, saludos entre familiares que ya solo se suelen ver en tales ocasiones, bautizos o bodas. Quise esperar para saludar a la viuda, pues siempre recordare el abrazo que entre lloros me dio la noche de la muerte del marido, “¡foise o meu compañeiriño!”, y mientras esperaba la ocasión, me fije en “la otra” que bastante apartada esperaba al hijo menor del difunto.


“La otra” era vecina del hijo menor, de la esposa de este y de un par de niños que los tienen por padres. Vecina, pues, de lo que en el barrio y la familia de él se consideraba un matrimonio ejemplar. Y, solo vecina hasta que un día la esposa descubrió que en realidad la vecina y su marido llevaban casi dos años siendo amantes. Seguro que la mayor parte de los posibles lectores que se pasen por este texto se imaginaran, aceptaran y comprenderán, la reacción de la esposa cuando se entero. Esa noche él ya no durmió en casa y no lo ha vuelto hacer desde entonces, ni se espera que lo vuelva hacer.

Él y la vecina se mudaron entonces y ahora simplemente comparten piso pero bien lejos de donde se conocieron. Han formado una nueva pareja.

No quiero hablar de él, pero quizá deba aclarar que desde mi punto de vista cualquier opción sexual libremente elegida es siempre correcta en la persona que libremente la elige. Promiscuidad o castidad y todo el abanico posible, homosexualidad o heterosexualidad, todas la variantes a gusto del consumidor, las veo correctas si son una opción libre y personal. Una de esas es la de formar pareja, aunque esto hace que cambie un pequeño detalle, pequeño pero esencial, una pareja puede acordar lo que le venga en gana, desde sexo libre, intercambio de parejas, montar tríos, etc y estará bien si eso es lo acordado. Pero el acuerdo es cosa de dos, no puedes acordar una cosa y luego saltarte el acuerdo aprovechando que la otra parte no te ve. Si el acuerdo, explicito o no, es de mutua fidelidad sexual no es honorable saltase el acuerdo, y aun menos si lo mantienes oculto para de esa forma asegurar el mantenimiento de la pareja. Si lo has hecho tu pareja tiene derecho a saber lo que ha pasado, en caso contrario ya no esta manteniendo la relación de forma libre ya que se le hurta información que necesita para elegir libremente. Sí tienes una relación de pareja con acuerdo de fidelidad sexual y fallas y lo rompes eso solo es un fallo, que se le va hacer nadie es perfecto, que la otra persona decida si le sigue o no interesando mantener esa relación, pero si se lo ocultas, si le engañas, entonces lo que estas haciendo es impedirle tomar su decisión, la que sea y con ello violando su libertad. Mientras lo primero me parece que puede ser incluso fácilmente perdonable, lo segundo lo encuentro profundamente repugnante y vil en extremo.

Pero “la otra” no falto a ningún compromiso. Ella no tenía pareja de ninguna clase. Pero la acabo teniendo, en él.


Me duele que la madre de él no la deje ir a casa de la madre cuando va él, que en ese funeral ella se mantuviera a parte del resto de la familia, presente pero ajena para los demás. Hay algo que me gustaría que comprendierais. Yo defiendo el derecho a romper la pareja por motivos de infidelidad, por la misma razón que defiendo cualquier otra opción sexual en libertad. Defiendo el derecho de esa esposa de mandar a la mierda al marido. Nadie tiene el derecho de obligar a esa mujer a mantener una relación que no es lo que ella busca y se le ha hecho creer que tenia. Pero, salvo que lo halláis vivido, estoy segura que no os imagináis, ni podéis sospechar, lo que duele, hasta que extremo te quema por dentro, te desgarra el alma y te revienta el aire en los pulmones ver como estas en la obligación o cuando menos necesidad de sonreír al hombre que quieres cuando sabes y el sabe que lo sabes, que te viene de la cama de otra y volver a sonreír cuando de nuevo sabes y sabe que sabes, que vuelve a la cama de esa otra, que ella es su pareja y tu en cambio “la otra”, que solo está contigo cuando no necesita estar con ella o no le apetece estar. Lo que duele que todo ese desgarro sea un desgarro que la sociedad, tus propios vecinos, consideran que no tienes derecho a sentir, que tu dolor no te ahoga el alma cuando sí te la está ahogando. Que no lloras cuando lo estas esperando, que no te quedas rota cuando lo ves que se va. Y, tus noches se vuelven infierno sabiendo como sabes que mientras lloras él esta con ella y tu imaginación se desborda sabiendo lo que sabes. Solo aquellos desgraciados que lo han vivido y saben lo que es ser “la otra” o “el otro” saben lo que ocurre entonces. Como te defiendes de tu dolor volviendo tu autoestima pequeña, cuanto menor mejor, ya que solo de ese modo se te vuelve el sufrimiento soportable, solo de ese modo el dolor parece no encontrar donde morder. Solo de esa manera puedes resistir un día más tus ganas de aullar y gritar a los mil vientos para desahogar tu sufrimiento al cosmos, sin esperanza de que la humanidad te comprenda, pues sabes que no quiere comprender.

Sí, ella fue “la otra” durante casi dos años, y no por “festejar” ocasionalmente que existe el sexo. Se enamoro. Y todo indica que hubiera aguantado aun más esa tortura de no haber tenido la suerte de que la esposa se enterara y pusiera fin al tormento. ¿Os habéis preguntado alguna vez cuanto hace falta querer a un ser humano para consentir y soportar eso? La mayor parte de las “buenas esposas” y los “buenos esposos” no lo consiente bajo ningún concepto y los que lo hacen siguen teniendo la mayor parte del tiempo y de forma publica a su pareja para ellos, en cambio “la otra” o “el otro” solo le pueden tener a escondidas y solo en forma de migajas. No cualquiera sirve para querer de esa forma.

Por eso cuando la vi allí, no lo pude ni quise evitar, me acerque a ella y comencé a presentar a ella a toda la familia de él, dado que no los conozco del todo bien, puede que alguna prima segunda se la haya presentado como prima tercera o algo por el estilo, pero salvo a la madre que a tanto no me atreví le presente a todos aquellos cuyo nombre conozco. Pero si no la comprendéis a ella pienso que con seguridad tampoco me comprenderéis a mí.

Era, simplemente, mi obligación.


miércoles, 7 de febrero de 2018

Un bebe, un bautizo, un padrino

El es un hombre del que hay poco que pueda contar, pero no es alguien cuya presencia me resulte cómoda. Aunque niego ser gallega, es el precio de querer presumir de ciudadana del mundo y no solo de una parte, la realidad, por supuesto, es que tanta década viviendo en Galicia me ha hecho tomar más de una cosa de los gallegos y los gallegos no respetan gran cosa a aquel que se pasa el día haciendo chistes vengan o no a cuento. Pero eso es precisamente lo que hace él, no para de contar chistes, no para de bromear y no para de encontrar gracioso cosas que nadie más encuentra graciosas. Todo lo cual es para un gallego normal interpretado como síntoma de inmadurez emocional e intelectual. Vamos, que en vez de un hombre nos parece un adolescente a destiempo, y torpe ante la vida. Incluso ante un andaluz, que tienen fama de ser muy amigos del buen humor, pienso que le ocurriría lo mismo, ya que el humor que los andaluces aprecian es un humor amable con la vida, y el de él no lo es, y destinado a hacer agradables los días a todo el que se le cruza en la vida en ese momento y el suyo tiene por destino mostrar yo no sé que especial agudeza suya. Dicho esto hay otras dos cosas que, se me ocurre, decir sobre el hombre.

Una que si le pedís un favor lo más probable es que comience a protestar por ello, aunque es igual de probable que os haga el favor, ya, sin esperar a terminar de protestar. Otro es que cuando su nació su sobrino su hermana lo quiso bautizar, aunque es atea, y dado que ella es una gallega no seria si no muy pero que muy seria, y por lo tanto conservadora, le quiso buscar al hijo un padrino. Y, la tradición, al menos aquí, dice que si tienes un hermano ese debe ser el padrino. Y, eso la atormentaba ya que tampoco ella encuentra grata la compañía del hermano, supongo que por eso me busco, por primera vez en su vida, y es que con mi fama de ser yo “rara” le debí parecer la persona idónea para ayudarla a, por una vez en la vida, ser capaz de mandar a paseo la tradición y hacer algo contrario a las costumbres. Ella tiene un hermano, un montón de primas y un primo. Sonrojada me contó que no quería al hermano como padrino y que estaba dudando si no pedir a su primo que lo fuera. 



A su primo apenas lo conozco, pero tiene fama de hombre cabal, hecho y derecho, que hace mucho, pero que mucho, que dejo la adolescencia atrás y bien superada. Pero yo sé algunas cosas de él, que ella ignora, secretos a los que no se debe poner cara, y por lo tanto aunque los pueda contar aquí, por no tener él aquí cara, a ella no pude, él fue uno de los últimos en hacer el servicio militar en la época en que aun era obligatoria, lo cumplió a unas diez o doce horas en tren de su casa, allí conoció a la que hoy es su mujer y fue ella la que me contó como lloraba él echando de menos a la madre y que por ello comprendió ella, que acabada la mili de él y pese a que allí el futuro laboral, de ambos, era mucho mejor que aquí, se tendría que venir con él para Galicia, ya que allí él se le “moría”, expresión esa suya que no mía. Y, como las primeras veces que se durmieron juntos, el despertaba aterrorizado y dando un brinco cuando sus cuerpos se rozaban y por no estar acostumbrado, aun dormido, él notaba un cuerpo ajeno en aquella cama. Nada de eso le pude contar, pero si le dije que en caso de incendio de la casa familiar, si su primo ve que ha quedado dentro de la casa el niño, entrara o no entrara a por él, dependiendo de si ve o no un buen lugar por el que entrar, si es que entra que puede que no, pero si entra lo más probable es que el miedo lo ciegue y no de encontrado la salida, con lo que alguien más tendrá que entrar para poder sacar al niño y al primo con él. En cambio su hermano, no se detendrá a mirar si hay o no una buena entrada, le bastara con ver si hay una posibilidad, la que sea, de entrar, y de sacar al niño, si es una posibilidad entre cien le bastara, pero si es una entre mil o más también le bastara y una vez dentro tomara el niño y lo sacara. Y, lo haría incluso aunque el niño en vez de un sobrino fuera un desconocido.

Algo, más, pienso, en la forma en que lo dije que en lo que dije la llevo a ella a decidir lo contrario que esperaba decidir con mi ayuda. Por eso hoy, aunque no fue la tradición la que decidió, si no el sentido común, el padrino de su hijo es su hermano.

Y, es que al menos en las cosas realmente importantes, no debiera nunca importar lo que parecemos si no lo que realmente somos.