lunes, 1 de enero de 2024

MANUEL HALLADO Y LILITH SINMAS

 Lilith Sinmas es la “identidad digital” que durante más tiempo he usado. Nacio cuando tres amigos, una camarera y dos clientes, una tarde, en un bar, decidieron crear un blog, este blog, para inicialmente contar en él diferentes “historias de bar”.

Creamos entonces a Lilith Sinmas, camarera y estudiante de psicología y un bar ficticios en los que poder engarzar historias basadas en hechos reales pero re-tocadas para poder mantener el anonimasto de los protagonistas reales. Pero de los tres amigos de aquella tarde, salvo en la primera, solo quede yo dando vida al blog.

El perfil de Facebook creado para divulgar el blog solo cobro vida mucho después, cuando me encontrencon el blog Reflexiones Paganas y comenzamos a relacionarnos su autor y yo. Era el único perfil que tenía en Facebook, no le había dado uso, pero de repente cobro un papel para el que no había sido pensado, se convirtió en el medio a través del cual  me relacionaba con el neopaganismo y su gente.

En eso estaba la cosa cuando me encontré que alguien me hackeo el ordenador y se paseaba por el a su antojo. Eso me produjo, pienso, una “sana paranoia" y he decidido crear nievas cuentas y abandonar las viejas. No me basta con cambiar el disco duro, desconfio ya de todo y para mí tranquilidad he decidido abandonar las viejas cuentas y crear otras nuevas. Y es aquí donde Manuel Hallado cobra importancia. Esa en un futuro cercano va ser mi nueva identidad digital.

Inicialmente Manuel estaba destinado a entrar en el blog como uno más de sus personajes. Me parece de ”justicia” que sea él mi nueva identidad digital y no alguno de los otros personajes como   El Ingles, Debora o Lauraa que si llegaron a aparecer en el blog, además de todos los personajes este, salvo por un detalle insignificante, es el que más se me parecería.

Asi pues, pronto voy a presentarme como Manuel Hallado o  Fernández que se suponían su mote y apellido, pienso que en un mes lo tendré todo listo., pero PARA NADA voy continuar con la tarea original de Lilith Sinmas, quiero escribir y publicar, pero no “historias de bar”, quiero hablar de religión, ética, sociedad y sin necesidad de excusas o de limitaciones auto-impuestas.

Por eso Lilith Sinmas se despide aquí, en el mismo blog que la vio e hizo nacer. Gracias a todos los que la habeis acompañado.

 


 

sábado, 5 de diciembre de 2020

LA NIÑA DE LA MALETA

 Era el mes de Mayo, hace años, en Madrid, hacia las afueras, si fue de mañana o por la tarde eso yo ya no lo recuerdo.


De un cybeer salia un hombre, había frente a él unas escaleras, y de frente a él,caminando hacia las mismas escaleras, una mujer con un bebe en un brazo descansando en su pecho y una maleta en la otra mano, a su lado, una niña con otra maleta que parecia enorme.


El hombre las vio a la vez que la niña miro las escaleras. La niña que era muy consciente del tamaño de la maleta, viendo las escaleras comprendio en seguida el esfuerzo que tendria que realizar para subir con ellas los peldaños de la escalera. Y, en ese momento el hombre tambien lo vio a traves de la mirada de ella.


Entonces el hombre que tenia que pasar por su lado, sin pensar en ello, por pura coherencia con el momento presente, tomo de la mano de la niña la maleta, y subio con ella los peldaños, luego dejo la maleta y volvio a bajar la escalera. Era evidente que la niña no se lo había esperado, no esperaba ayuda, solo un momento antes había hecho acopio de voluntad para poder realizar el esfuerzo que le esperaba.


Al volver a bajar las escaleras el hombre finalmente se cruzo con ellas, vio a la niña "mirando" sorprendida y aliviada el "suceso", y a la mujer sonriendo y dicendole a la niña algo que el no puede recordar pues en realidad no le presto atención, el hombre estaba solo se fijo en el alivio y la sorpresa en la cara de la niña.


Pasados los años el hombre no sabe si ha vuelto a ver, o volvera a ver, a la niña; aunque el mundo es un pañuelo Madrid es muy grande y el mundo aun más, y han llovido años desde entonces. Pero aun hoy recuerda la mirada de la niña y como a veces, y esa fue una de esas veces, tienes la sensación de que la mirada de alguien es una ventana abiera al alma que mira la vida a traves de ella. Pero ese hombre a veces aun hoy piensa en aquella niña, en aquella maleta y en aquellas escaleras y espera que la vida sonria a esa niña, hoy, mañana, siempre y que cuando ella sea una viejecita de 80 años o más pueda ella volver la vista atras y decirse que su vida ha sido un hermoso regalo repleto a veces de hermosas sorpresasy le siga la vida sonriendo.


Y, lo mismo le deseo yo.

sábado, 29 de febrero de 2020

El Templo de Debod

El Templo de Debod es un viejo templo egipcio, que el gobierno de ese pais regalo al pueblo español. Por eso, actualmente se encuentra sobre una colina en la ciudad de Madrid.

Por desgracia su uso actual es más bien atraer turistas y satisfacer su curiosidad. Muchos lo confunden con una copia, ignoran que es original, real, genuino, y que fue traido piedra a piedra desde Egipto y luego montado de nuevo aqui.

Tengo ahora mismo de paso en Madrid una amiga, que pronto lo conocera.

Para mi es suelo sagrado, piedra sagrada, aire sagrado.

 (Imagen de Jiuguang Wang donde se ve el templo de Debod con los dos pilonos que señalan el pasillo procesional)

 Confieso que lo que acabo de decir se me va cuando entro en su interior. Solo me sucede en su exterior y unicamente dentro del area que viene marcado por una circunferencia más o menos imaginaria que toma en cuenta el corazón del templo como centro y sus pilonos, sobre todo el más externo como el otro extremo de su radio.

Cuando llego al templo, a esa area, paseo, me siento, contemplo, escucho. En caso en que no me entendais de modo literal y a lo bruto puedo añadir que mantengo entonces largas conversaciones con cierta diosa que allí encuetro. 

Pero en el interior no me sucede eso. Puede que sea por la abundancia de turistas que me interfieren la atención al reclamarmela para ellos, a los cambios que se le han hecho a su interior para adaptarlo a un uso turisitico y satisfacer curiosidades, o puede que se deba a cualquier otro motivo. Hoy me ha dado por pensar y quizá esa sea la explicación, que puede se deba a que no soy sacerdote egipcio, y que mientras en su exterior se admitia a cualquiera y cualquiera alli podia acudir con sus plegarias, a las paredes externas, en su interior en cambio solo los sacerdotes entraban.

Pese a ello, aunque no a modo de visita, si que en las ultimas ocasiones he comenzado a entrar en su interior. En realidad lo que hago es situarme en su parte más externa, "fuera" del pilon (portico) más externo y atravesarlo, siguiendo lo que originalmente seria el pasillo procesional, atravesando el segundo pilon, más cercano al templo, hasta llegar a este propiamente dicho, sé, por supuesto, que en circunstancias normales esto jamás lo haría, pues no cumplo los requisitos que el culto egipcio reclama para poder pisar de ese modo ese pasillo externo del templo, pero lo hago, tomo heka, o lo qe ellos llamaban de eso modo y a cada paso que doy entre turistas, a los que procuro no hacer caso, voy activando la heka, y es ante el espacio vacio de la estatua desaparecida del dios Osiris que termino de activarla, me paro un momento a ello, alli ante ese vacio, y le hago entrega de ella. "Esta fuerza que te he traido es tuya". No necesito palabras para decir eso. De eso se ocupa el alma.

Da igual si me he expresado mal. Hablo de heka en femenino, que es solo una forma de hablar, pues me refiero a lo que mal podemos traducir por magia, y no tengo en cuenta que el dios Heka, el que despierta el ka, el que lo activa, sea un dios masculino. Yo hablo de esa heka despersonalizada, a la que en realidad no siento ni masculina ni femenina, si no como algo previo a tales distinciones, y esa fuerza, esa energia, da igual como la querais llamar, es lo que intento introducir y activar para despertar el ka de Osiris y alimentar el templo alimentandole a él. No sé si me he explicado, pero hoy no me va preocupar gran cosa si lo he hecho o no, lo que me importa es que mi amiga hoy esta en Madrid y hay alli un viejo templo pagano que pronto recibira la visita de un corazón pagano y es imposible que eso no lo alimente :-) como espero que tambien él la alimente a ella :-) 

... Y, los turistas, bueno los turistas, en horario de visita, siempre estan, no sé a que hora va ir ella, pero los turistas son solo turistas, gente ciega a estas cosas, si no se les hace caso no molestan y aunque Madrid no lo sospeche el templo sigue latiendo. Lo sé.


Un favor os pido, dioses

Un favor os pido, dioses. Uno que sabed no es para mí. Uno que espero escucheis con corazón amistoso y voluntad complaciente. Uno que engarza en mí, pues aunque nacer no nace en mí engarzar engarza. Uno que mal no trae. Uno que en el Cosmos nace, en el Cosmos respira y al Cosmos sirve.

Un anhelo es sin desmesura, bien medido.

¡Qué su deseo se vea cumplido, su trabajo recompensado, su camino abierto!

Ese es su anhelo. Ese es mi anhelo. ¡Sea pues tambien el vuestro! Asi os lo pido, hecha está su tarea, hecha está mi tarea, que no le falte ahora, en esto, la vuestra.

Un favor os pido dioses, que las tres voluntades sean una hoy 29 de febrero de este 2020.


¡Qué mi ofrenda sea aceptada!

sábado, 27 de abril de 2019

Hoy

 Hoy necesito... algo que no se nombrar, echo de menos un tiempo, un lugar... y cosas... de las que no sé hablar...

domingo, 31 de marzo de 2019

Somos animales sociales

Es una noche rara esa en la que ella y yo coincidimos y terminamos por hacernos mutuas confesiones.

En un momento dado, ya cerca del final, ella me dice que es “animal de manada”, que siempre a donde quiera que ella va trata de encontrar allí una manada en la que integrarse. A mi vez le confieso que también yo soy animal de manada, pero que al contrario que ella jamás he encontrado a mi manada y que a estas alturas de mi vida ya no cuento que algún la encuentre. En sociedad siempre me siento como pulpo en un garaje. Que sienta aprecio, y muy fuerte, por la humanidad no me impide sentirme como E.T., perdida y atrapada en ella.

Puede que todo ello sea consecuencia de lo ocurrido en mi infancia. En la infancia la cultura en la que vivimos nos dice lo que debemos creer sobre lo que somos, lo que son los demás, lo que es el mundo, lo que es la vida, lo que se debe pensar y como, sentir y como, y hasta lo que se debe hacer y como. Que es lo que debemos desear, soñar, buscar.

Pero para que eso funcione hace falta fe. Fe del niño en los padres, en los profesores y/o en los sacerdotes. Y, mi fe, cuando la tuve me duro bien poco. En padres y maestros pronto la vida me la rompió y en los sacerdotes ya ni llegue a tener tal cosa.

Pero todos necesitamos una cultura, y del mismo modo que niños solitarios generan un amigo imaginario con el que jugar yo genere toda una cultura imaginaria para vivir, una sociedad imaginaria a la que pudiera comprender y respectar y hasta una familia imaginaria en la que sentirme arropada.

Por eso las palabras de mis padres, de mis profesores, la de los sacerdotes me arañaban la piel pero no me calaban hasta el tuétano de mis huesos como sí calaron a los hijos de mis vecinos. No existe ningún lugar del planeta Tierra donde esa cultura mía exista, salvo bajo la planta de mis pies.

Por todo ello mi forma de sentir, ver, pensar y obrar estoy condenada a que la viva en solitario. A vivir entre gente que no tiene forma de entenderme.

Decía Aristóteles, un viejo filósofo que los seres humanos somos por naturaleza sociales y que por lo tanto un ser humano que no necesite a la sociedad es en realidad o bien un monstruo o bien un dios, y yo no soy ninguna de las dos cosas, ni soy un monstruo ni soy un dios. Pero por mucho que ame, que lo hago, a la humanidad yo humana no me siento. No sé lo que soy, pero eso no. Al fin y al cabo lo que me ocurrió en mi infancia le ocurrió, de un modo u otro, a todo el mundo en la suya, pero a ellos, a todos vosotros, eso no os hizo perder la fe, ni en vuestros padres, ni en vuestros profesores, ni en vuestros sacerdotes. Jamás entenderé que no la perdierais, como vosotros, imagino, nunca comprenderéis que yo la perdiera y lo que es aun más importante que me alegre que la haya perdido aunque tenga que vivir sin manada por mucho que la eche de menos y es que solo de esta forma soy lo que realmente soy. En realidad la soledad no es tan terrible una vez aprendes a vivir en ella. En cierto modo solo en la soledad somos realmente libres, pero esto es asunto ya para tratar en otra ocasión y si es que esa ocasión llega.



En fin, que soy animal de manada, que no de rebaño, pero mi manada no existe. Quizá, puede ser, exista en otro espacio, en otro tiempo, pero, seguro, no en el mundo que habito. La humanidad de la que tanta necesidad siento aquí no la hay. Dicen viejos sabios chinos que quien pretende mejorar el mundo lo empeora, eso incluye a la humanidad, la humanidad es una especie animal y es la naturaleza la que la ha hecho ser lo que y como es. Buscar una humanidad diferente es perseguir un imposible. Yo no la puedo cambiar, ni debo, ni quiero, pues también ella tal y como es tiene derecho a existir. Es solo que sigo echando de menos a mi gente, anda muy hambrienta de ellos y pese a ello vivo ya sin esperanza alguna de satisfacer jamás esa hambre mía. Por ello vivo una vida que se puede resumir toda ella en una sola palabra. Soledad.

No pasa nada, simplemente ocurre que esto es lo que hay.

jueves, 10 de enero de 2019

El sueño del ángel


Ocurrió en su momento que un amigo mio sospecho que, pudiera ser, conociera yo ciertas cosas sobre la Ciencia y el Arte de los filósofos. Y llevado del deseo de saber me pregunto acerca de ello.

No me era entonces momento propicio para comenzar a buscar palabras con las que descorrer velos.
“El Espíritu sopla donde quiere” me dijo, y en sus oídos de momento me decía que no había querido soplar. Con ello difícil me lo ponía y es que si el Espíritu no soplaba en sus oídos no me pareció que fuera yo nadie para andar “soplando” en ellos. Y decidí callar y guardar las palabras, que me pedía, para un futuro próximo en el que me fueran más fáciles y no se encontraran sus oídos taponados por mil sombras. Fue un error mio, que, y solo en parte, mi ignorancia de entonces sobre lo que iba a ocurrir puede disculpar.

El caso es que fue pasando el tiempo, llegaron los años y pasaron también, y confiando en que solo media hora de camino nos separaba deje que el contacto entre nosotros no se retomara, mientras esperaba que el asunto se cociera en su propia salsa y eso aligerara mi trabajo con las palabras. Así llego el día en que por motivos que no vienen al caso quise retomar el contacto entre nosotros. Su hijo me recibió en su casa y me contó que hacía ya unos años que su padre había muerto. Dada la naturaleza de la enfermedad que lo mato es hasta posible que en aquella última conversación entre mi amigo y yo, mi amigo supiera ya que no le sobraba el tiempo, más yo confiando en mi ignorancia calle y fue de ese modo como mi amigo pago por mi ignorancia.

No sé que habría ocurrido de haber, entonces, hablado. Pero sé que debí hablar.

Ayer un acontecimiento me hizo recordar mi error. Un error que no tengo intención de volver a cometer.

Es cierto lo que me dijo mi amigo, el Espíritu sopla donde quiere. Lo que mi amigo no tenia en cuenta es que nada limita a ese Espíritu y por lo tanto sopla en todas partes, No hay oído alguno donde él no sople. Y es que de ese modo, y por ser esa su naturaleza, lo quiere él, Ni sabe, ni quiere, ni puede callar.

Es tarea nuestra limpiar nuestros oídos, tarea nuestra confiar en él, tarea nuestra dejar que haga su trabajo. Escucharle es dejarle hacer.

Aquel día escuche a mi amigo, pero no al Espíritu que soplando en su oído me rogaba ayuda para hacerse entender. Tengo desde entonces una deuda con mi amigo que ya no podré saldar como debiera y otra con el propio Espíritu que trato de saldar en lo que puedo.

Pensando en todo ello esta noche me dormí, nada tiene pues de raro que en mi sueño soñara lo que en mi sueño soñé.

En mi sueño, en lo alto de una cumbre que me pareció tocar el cielo, tras un ascenso me encontré con un anciano, que parecía llevar allí un rato esperándome. Aunque si era hombre o ángel o más bien un daemon yo eso no sé ni veo que importe.

Y, ese anciano así me hablo:

“Muchas son las palabras, tantas que nadie las ha podido contar ni podrá, con las que quitar velos y desnudar la Ciencia y el Arte de los filósofos. Tantas son que con frecuencia más sirven para velar que desvelar lo que han de desvelar. ¿Por eso las temes?

Recuerda que la Ciencia es humilde y el Arte simple. Toda nuestra Ciencia no es otra cosa que saber observar la Naturaleza fecundando a la Naturaleza. Ella es nuestra maestra. Nuestro Arte es seguir sus pasos para hacer de dos, que ella ha hecho dos, solo uno; un uno que ella sola, sin nosotros, no es capaz de hacer. No es nuestro Arte otra cosa que tomar a un uno que la Naturaleza ha dejado imperfecto, inmaduro, incompleto a su máxima perfección, madurez y completud y todo ello de modo tal que tomando ese uno en su propia naturaleza, tal y como la propia Naturaleza nos lo dejo, por vías Naturales completemos su obra, llevando a ese uno, por ese camino a ser todo lo que él es y puede ser de modo pleno.

Cuando se comprende de lo que se habla iniciar el camino es fácil ya que no se necesita saber mucho para dar el primer paso, querer. El resto lo enseña el propio camino. Aquí más que en ninguna otra parte es el camino maestro del caminante.

La sencillez es nuestro guía. No es necesario entrar en discursos complejos y quizá tampoco sea bueno que se entre en ellos.

La confianza nuestro sostén. Pues todos temen andar sobre fino cristal y un abismo bajo él. Se hace necesario confiar en el camino incluso cuando se duda de lo que se sabe, sin esa confianza la duda nos quita del camino, con ella la duda nos puede acompañar y pese a ello no tocarnos.

Es tarea de dejar, llevar, a la Naturaleza a sus últimas consecuencias y por ello los artificios ideados por los hombres aquí no caben. Sin la Naturaleza nada podemos, ella sabe, y solo ella puede, por sus propia forma de ser, con nuestra ayuda pero sin que le impongamos nada ajeno a ella, nada vano tiene cabida aquí. Por ello es necesario ser muy pequeño para aspirar a ser lo más grande, pero tal cosa no es posible si estamos ciegos a la grandeza de lo pequeño y a la pequeñez que contiene a la grandeza que a su vez la contiene a ella.

Por eso el camino no exige ser sabio, pero si humilde, sencillo y confiado. Y tener muy claro en que consiste eso grande y eso otro que llamamos pequeño, comprendiendo cual es el lazo que los une y hace ser.

Si en verdad se comprende eso último entonces el Arte es fácil. Todas sus operaciones son en realidad solo dos, disolver y coagular. Y es que toda operación en este Arte no es más que un momento de la obra de esas dos, ellas las producen todas y ellas conducen a todas por lo que realizando esas dos todas se realizan de forma natural y sin necesidad de artificio alguno.

Disolver lo que llamamos pequeño en lo que llamamos grande, coagular lo grande en lo que llamamos pequeño; eso no se puede hacer si no es con la colaboración de calor rojo e interno que no quema pero alimenta y engendra todo lo que merece ser engendrado, ese calor no pude ser tan fuerte que queme, ni tan tímido que no de para hacer su labor; es un fuego esencial para esta obra que mientras la obra dure no se debe apagar si no fluir en todo momento según su propia medida. Lo alimentan dos fuentes, una se llama arriba, la otra abajo y en él ambas aguas se funden con intenso amor, de modo tal que no es más una que la otra si no que más bien por ser la una es la otra y por ser la otra es que ella es la una. La una nace de un corazón pequeño que el sabio sabe apreciar, su naturaleza ilumina al mundo; la otra nace de un corazón inmenso que el mundo nos oculta o no.

Conociendo las dos operaciones y el régimen y la naturaleza del fuego ya es posible iniciar la Obra y persistiendo dejar que ella misma te conduzca a su final.

Dicho esto: ¿aun piensas que es difícil de explicar?. Ahora sabes que no. “

Y, dicho esto el anciano comenzó a disolverse y la propia montaña se disolvió y hasta los cielos se disolvieron dejándome a solas con sus palabras, entonces vi que había despertado, de mi sueño salido, corrí al papel y escribí palabras que hace mucho debí decir pero preferí callar. Error mio que no tengo intención de repetir. Por ello hoy aquí dejo las palabras de ese anciano, que si hombre, ángel o daemon no importa a nadie a quien si importe la Ciencia, Arte y Obra de los filósofos

viernes, 28 de septiembre de 2018

UN DÍA TRISTE, MUY TRISTE


Hoy es un día triste, muy triste.

Y, es un día condenado a marcar en mi vida un claro antes y después.


Hace de esto muchos años, pero muchos, siendo yo ya mitraista y teniendo acceso por primera vez en mi vida a Internet quise buscar información en él sobre mitraismo. Lo primero que encontré fue una pagina de supuestos mitraistas dedicada a defender una ideología neonazi. No entendí nada y acabe pensando que el uso que reiteradamente hacían allí del nombre del dios Mitra y su culto misterico era una forma de hablar en código para que los demás en realidad no les entendieramos. Me produjo tanto asco lo que vi allí que en muchisimos años no volví a hacer una busqueda en Internet relacionada con el paganismo. Fueron años en los que viví en el convencimiento de que seguramente habría a día de hoy en el mundo un par de docenas, mal contadas, de paganos y que nuestra presencia en la red era nula.

Pese a ello, hace bien poco, no pude evitar la tentación de hacer una nueva búsqueda. Para mi sorpresa lo que encontré en esta ocasión fue algo muy diferente. Sí existen paganos hoy, cientos, miles, muchiiiiiiisimos miles. Quizá más de un millón. Y, acabe participando en un blog de paganismo y termine entrando en Facebook a formar parte de diferentes grupos paganos. Por primera vez en mi vida sentí que tenía un hogar.

Pero no me duro mucho ese sabor.

Se me fue yendo a golpe de realidad.

La ignorancia que caracteriza al paganismo actual no es el problema, eso se cura con el tiempo. Lo es su tolerancia con lo intolerable y su intolerancia con lo que se debe tolerar e incluso defender. Ver hoy como alguien, pagano, en un grupo pagano, nos dice que lo que debemos hacer con más de mil millones de personas es asesinarles y solo por ser su religión odiosa para el que eso escribe y que no pase nada, que semejante barbaridad no hace que los paganos se rasguen las vestiduras en señal de repulsa ante ello... eso... me resulta... claramente significativo. El paganismo actual está repleto de odio, intolerancia y es un peligro en su actual estado para el futuro de la humanidad. Algo así no debe crecer. Y yo, pero solo por ignorancia de esto, he estado colaborando con él. Pero ahora que sé lo que hay ya no queda excusa que pueda dejarme seguir colaborando en ello.

Hoy he perdido el único hogar que he sentido tener en mi vida. Un hogar sin paredes pero hogar al fin y al cabo. Lo único bueno es que es mejor que pase ahora, ya de ya, a que tarde aun más en pasar. Mala cosa que tenga que pasar; pero dado que tiene que pasar, cuanto antes mejor. Ya ha tardado demasiado.

viernes, 24 de agosto de 2018

Hablando de minifaldas y zapatillas

Sucedió el mismo día en que me la presentaron. Me pareció una mujer inteligente, culta, segura de sí misma y con un fuerte don de gentes. Me resultaba su presencia, en principio muy grata.

Estábamos hablando cuando entro una joven de unos 20 años o menos, con un vestido corto y ceñido, tan corto que cuando la vi sentarse sin que se le vieran las bragas lo considere todo un arte.
Me llamo la atención con ello, al igual que a todo el resto de la concurrencia. Note que al verla mi recién estrenada nueva conocida ponía mala cara, sentía rechazo y desagrado. Fue incapaz de no hacerme un comentario al respecto.

Esa no era forma de vestir, decía ella, era impresentable, intolerable y jamás una hija suya vestiría de ese modo. Que eso lo decidiría la hija y no ella, fue mi respuesta. Rauda reacciono a mis palabras , que de eso nada, dijo que si hacía falta..., que si hacía falta, pero leyó mi cara, si ya me estaban desagradando sus palabras al ver a lo que quería aludir mi cara se debió volver un libro abierto para ella, leyó que sabía lo que iba decir, que se aseguraría de que la hija tirara ese vestido a la basura aunque fuera convenciéndola a zapatillazos. Pero leyó lo que pensaba yo al respecto y no se atrevió a terminar la frase. Y de esa forma termino la que fue nuestra primera discusión.

Eso, la forma en que lo hizo aun más que lo que dijo, me dio muchísima información sobre mi nueva conocida. Pero también me hizo fijarme en la chica. Note que los jóvenes del pueblo, que la conocen desde niña, es lo que tiene los pueblos pequeños, eran conscientes, cosa inevitable, de la presencia del vestido, pero a ella la trataron como siempre, no pareció afectarles, en cambio a tres o cuatro que eran de fuera el vestido los atrajo como la miel a las moscas, ella los trato entonces con cortesía pero sin más. Por eso y por sus gestos y falta de otros y hasta forma de posicionar el cuerpo pero no otras formas, me di cuenta que los jóvenes de fuera del pueblo se equivocaban, ella no buscaba para nada sexo, y como parecían saber los del pueblo, no estaba abierta para nada a esa posibilidad. En realidad y pese a las apariencias superficiales ella no buscaba resultar atractiva a los hombres. Lo que buscaba era ella sentirse atractiva, que es algo bien distinto. No se había vestido de esa forma para ellos, se había vestido así para ella misma.

Me pareció comprender que todo venía a cuento de un ego necesitado, que era obvio que no lo tenia precisamente por las nubes, necesitado o bien de saber que podía o bien de alimentarse, fortalecerse, viendo, con hechos, que en efecto podía.

De ser hija mía confieso que lo que vi me habría preocupado, quizá innecesariamente, pero me habría hecho hablar con ella, pero no desde luego sobre el vestido.

Le habría preguntado como se sentía, que era lo que la hacia sentirse bien y que era lo que la hacia sentir mal. Le habría hablado de la diferencia entre el orgullo y la vanidad y que la vanidad es delirio nacido de la falta de orgullo y la debilidad que esa falta deja en el ego, en la autoestima. En fin, no voy hablar ahora de esa diferencia que todos debiéramos conocer y tantos se empeñan en que la ignoremos y terminemos confundiendo la velocidad con el tocino. Y, es que ese no es el tema que me trae hoy aquí.

En estos momentos llevo unos días preparando un articulo para publicar en otro blog, en el que voy comentar un libro en el que el autor defiende que la sociedad se inmiscuya en asuntos privados diciendo y presionando a todo hijo de vecino para que viva de un modo correcto, lo que por supuesto incluye muchas cosas, por ejemplo, si vas entrar en un templo cristiano, es lo correcto que no te pongas minifaldas o estarás mostrando falta de respecto y no me parece mal ya que esa es “casa” de ellos y cada uno en su propia casa es rey, ahora bien que no salgan a la calle y pretendan decirte también allí como vestir, pero si vas por ciertas calles de ciertas ciudades, y todos sabemos a cuales me refiero, más te vale que te vistas de tal modo que ni tu madre te reconozca si te cruzas con ella o cualquiera podrá recriminarte, según las costumbres locales, que vas “desnuda”; del mismo modo, llevar un vestido que parece dejarte las bragas al aire esta bien si vas recoger un Oscar de la Academia y tienes mil cámaras de TV enfocándote para transmitir el evento pero no si sales un sábado noche en tu pueblo de toda la vida. Y así un largo etc.

Esa manía que tiene tanta gente de creerse en el derecho y hasta en la obligación de exigir a los demás vivir como a ellos les parece que deben vivir me preocupa y pensando en ello fue como recordé la historia que había pensado callar. Y, ya no voy callar.

Me asusta la gente que es incapaz de respetar el derecho de los demás a vestir como les salga a ellos de la real gana. Y, me espantan aquellos que se consideran capacitados para saber lo que es lo correcto, aquellos que se consideran poseedores de la verdad, aquellos a los que les falta la humildad suficiente para ver, admitir, asumir, que su forma de ver el mundo, la vida, a los demás no necesariamente tiene que ser la verdadera por muy cierta que a ellos se lo parezca. Esa fe absoluta que se tiene en las propias creencias es la madre de todos los fanatismos y solo puede nacer de un ego ciego y enfermo, falto de orgullo sano y sobrado de mal disimulada vanidad.

De esto es de lo que hoy quería hablar, de la desfachatez y sobreabundancia de los intolerantes. Y, del modo en el que otros les facilitan el camino.

¡Cuidado los tenemos en casa!


(Nota: el texto anterior lleva aproximadamente un año escrito, en espera para ser publicado a que el otro articulo, para el otro blog, también lo sea. Pero han ido pasando los meses y el articulo esperado no lo he dado escrito, cada vez que lo intento fracaso. La razón de mi fracaso guarda relación con que en cada intento, nada más empezar me asalta una fuerte grima de la que termino huyendo sin acabar el texto. Pero recientemente me he comprometido a escribir otro articulo sobre un texto, de autor diferente, que viene a defender que dado que todo ser humano es falible la mejor solución moral es que la comunidad, la sociedad, ejerza un control de nuestra moralidad, y que por lo tanto nos pongamos en manos de ella y nos dejemos tutelar moralmente. Por lo que al final he decidido publicar mi texto sobre “minifaldas y zapatillas”, sin esperar al otro que a estas alturas ya no sé si algún día lo daré o no terminado)

jueves, 19 de julio de 2018

El gatito perdido

Me la encuentro mirando la huerta, me ve, la noto alterada ya en su forma de verme. Me pregunta si vi su gato. No el gato del que una vez hable, ese ya no esta entre nosotros, se lo mataron. El gato nuevo es un gatito que hasta hace bien poco aun mamaba, color café, con las orejas, el rabo y las patas negras. Un ser feliz, maravillado con la vida y en plena exploración de ella. Hoy no lo he visto.

El gatito se le perdió, me dice. Lleva largo rato buscando buscando por él y no lo encuentra. La mando a su casa, que ya me encargo yo, le digo. Y, comienzo a buscar. Nada, sigo buscando, y nada de nuevo, amplio la búsqueda y de nada me sirve, desando lo andado por si él no estaba pero ahora sí donde antes ya busque y nada de nuevo. Sigo buscando, pregunto a la gente, nadie lo ha visto. Le busco incluso donde un gatito se supone que difícilmente daría llegado, por todos los coches que hoy hay en las carreteras, demasiadas que atravesar si no se sabe mirar antes a derecha e izquierda, pero aun así las atravieso y miro y busco tras ellas. El gatito sigue sin aparecer. Vuelvo a desandar lo andado. Paso mi casa, llego a la suya, entro, miro arriba y abajo por su huerta y nada, me ve y la veo, voy hacia ella, le doy la mala noticia, por otro lado obvia, de que no lo he encontrado. Me dispongo a repetir la búsqueda, y entonces me parece que lo oigo, maullando, entramos en la casa, los maullidos vienen de la cocina, de una alacena donde ella guarda las cosas del desayuno, y que tiene cerrada. La abrimos y el gato sale de ella.

Había, seguramente entrado, me dice ella, sin que lo viera entrar cuando se preparo el desayuno y luego al cerrar la puerta de la alacena el gato quedo atrapado dentro. Después ella lo hecho de menos, miro y no lo vio, salio a la calle y se lanzo a su búsqueda.

… Y, es que a veces, pienso, que buscamos lejos lo que en realidad tenemos muy cerca. Y, solo por ello se nos vuelve ya imposible de encontrar.