jueves, 31 de diciembre de 2015

Carta a un pagano

Lamento que la carta que ahora mismo le estoy escribiendo usted nunca la vaya poder leer, pero es que tengo la sensación, firme, de que no la desea recibir y por lo tanto no sé la enviare.

Pero aun así la escribo, pues aunque no se me escuche y no se me quiera oír no puedo callar y o la escribo o reviento y mejor, entonces, que la escriba digo yo.

Recientemente, tras publicar en mi blog una pequeña confesión sobre mis creencias y practicas sentí curiosidad, me declare entonces pagana y la curiosidad que sentí fue querer saber que se podía encontrar en la red, en Internet, sobre paganismo.

Me lleve una grata sorpresa, pensaba que encontraría sobre todo frikada tras frikada, pero, al menos en los blogs sobre el tema, apenas encontré alguna. La inmensa mayoría de lo que vi era material serio y respetuoso y hasta lucido. Agradezco profundamente, puede creerme, la ingente labor que a favor del paganismo ha venido usted realizando desde hace, ya, tantas décadas.


Por otro lado, es obvio que usted considera que yo no soy pagana, pues pese a todas las similitudes y coincidencias que existen entre sus creencias y las mías también hay, como es natural, divergencias y discrepancias. Por desgracia una de esas discrepancias atañe a lo que usted considera una creencia esencial, los cristianos a eso le llaman dogma si no recuerdo mal, que al no ser compartida por mí me deja fuera del paganismo.

No es eso un problema, al menos no para mí en principio, pues no siento necesidad ninguna de ser considerada pagana. Mis creencias son las que son, mis practicas otro tanto y nada de eso voy cambiar sin sólidos motivos y nadie de momento me aporto esos motivos, por lo tanto en mi opinión si soy, como creo, pagana perfecto y si resulta que no lo soy pues perfecto también. Nadie ha dicho que el paganismo no pueda equivocarse.

Pero en esta ocasión es usted él que se equivoca, no el paganismo.


 Me gusta su defensa del politeísmo, pero no comparto su oposición al monoteísmo. ¿Ya solo por eso no soy pagana?.

Es curioso verte escribir que los paganos debemos sentirnos orgullosos (o debéis sentiros orgullosos, si lo prefieres) de una serie de gente, en el mundo romano o griego, y a la vez niegas que sus creencias religiosas y forma de vida se las pueda considerar paganas, tachas sus creencias de filosofadas y no verdadero paganismo. Calificas de falso paganismo a lo que tú mismo reconoces que decían los propios sacerdotes de Egipto. Dices que un pagano puede reducir toooooodos los dioses a uno solo y tooooooodas las diosas a una sola, eso sí, cuando quiera, pero que no puede reducir esos dos dioses a uno solo, pues entonces tendría necesariamente la divinidad que ser solo masculino o ser solo femenina y cualquiera de esas dos cosas es una barbaridad. Te aseguro que yo no creo en dioses con barbas, ni diosas con tetas, ni siquiera cuando los represento con tetas y barbas, si eso me hace ser no pagana pues entonces no lo soy. Pero...

Te voy contar una cosa, entre los cristianos hay gentes simples que de verdad se creen que su dios tiene barba y otros que saben que ni la tiene ni la puede tener. Pero todos ellos son cristianos. Hay incluso cristianas y no solo cristianas, también cristianos que ven al dios en el que creen tan femenino como masculino. ¿Qué le impide hacer eso a un pagano?.


¿Por qué te es tan difícil ver que al igual que hay diferencias enormes entre las creencias de un cristiano y otro, o las puede haber, lo mismo puede pasar dentro de una misma tradición pagana, unos ser muy simples y otros para nada tan simples?

No existen pruebas históricas, si quieres eso lo reconozco, de que en los primeros tiempos del paganismo hubiera en su seno nada parecido al monoteísmo, Pero que en su últimas épocas el monoteísmo estaba presente en el paganismo es históricamente incuestionable. Lo cual no representaba para ellos mayor problema que para un cristiano compaginar su monoteísmo con el misterio de la santísima trinidad.

De hecho, estoy convencida, que es la creencia en un solo dios, celoso e intolerante, la que ha extendido por el mundo la creencia de que no se puede ser a la vez politeista y monoteísta. Y, solo como un modo de concentrar toda adoración en su celoso dios. Pero los dioses paganos no son celosos.

En todo caso, el politeísmo y el monoteísmo son los dos extremos del bastón en el que me apoyo cuando recorro mi camino en la vida. Si eso impide que se me pueda considerar pagana pues que así sea.

En cuanto a lo de hablar de los esoteristas, metiendolos a todos en el mismo saco y describiéndolos como gentes que juegan a los secretitos...

Dicen ellos en su mundillo que “el que sabe calla y el que habla ignora”, voy entonces dejarme pasar por sabía y callar, pero si quieres, y bien se ve que quieres, que el paganismo sea respectado por los demás... ¿No te parece que deberías dar ejemplo y respectar también a esos?.

En fin, me parece que ya me he desahogado :-)

Un saludo.

Lilith


P.D.: Me ha hecho gracia ver que consideras el nacimiento de Mitra como una mera alegoría del cambio de las estaciones o similar. Seguro que piensas que haría bien en abandonar mi interpretación de su culto, para de esa forma quedando solo con los excasisimos datos que hay al respecto poder creerme tu propia interpretación personal de ellos o confundirla con los datos probados historicamente. Pero, honestamente, me parece que la mía esta mucho mejor fundada que la tuya,

Me parece que sería mejor que en lugar de eso simplemente tomaras consciencia de que tu interpretación personal también es eso, interpretación, y no hechos probados.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Soy mitraista

Para nada pensaba yo hablar publicamente de esto, pero una reciente entrada me lleva a ello.

Hoy os voy confesar algo que jamás he contado salvo en la más estricta intimidad y no a cualquiera.

Sabed que soy mitraista, es el Mitraísmo una de mis religiones, que no os sorprenda, para nosotros los paganos nada nos es más natural que movernos entre varias religiones y considerar a cada una de ellas nuestro hogar. Al fin y al cabo nuestros dioses no son celosos y todos ellos se saben distintas facetas, que no otra cosa son, de un solo Dios que las tiene todas.

Dejad, pues, que os cuente ahora un cuento repleto de metáforas y verdades.

Antes de que nada existiera esa nada era lo que había y en esa nada despertó algo, llamemosle espíritu creador, y ese creador se puso a crear y todo lo hizo a partir de dos fuerzas, la angustia y la justicia.

Angustia y Justicia, por su propia naturaleza luchan la una contra la otra y esa lucha es la que da lugar al mundo y a todo lo existente en él. El universo, la vida, no es más que un inmenso campo de batalla.

A esa Nada, a ese Creador, a la Justicia y a la Angustia, si queréis les podéis ver como dioses, yo generalmente los veo como fuerzas naturales siempre presentes.

Y, es en esa guerra, como consecuencia y forma de ella, entre la justicia y la angustia, que todo nace, nosotros los seres humanos incluidos. Pero no somos solo parte de un campo de batalla como si fueramos un río o una piedra o una hierba. Estamos, por nuestra propia naturaleza, a ser llamados a participar en la guerra y sus batallas. Podemos optar por ambos bandos, nada, salvo nosotros mismos, nos ata a ninguno de ellos.

Ese es a grandes rasgos el discurso mítico en el que se engarza el culto misterico del mitraísmo.

¿Me expliqué?

Bien, hablemos ahora de Mitra (según el mitraísmo).



Mitra cuyo nombre significa el amigo, el aliado, nace en forma humana (sí como Cristo) en la noche del 24 al 25 de Diciembre (que sí, que como Cristo) y no viene a consolarnos ni a salvarnos de ningún Valle de Lagrimas (aunque nos acusen de creer lo contrario). Mitra es un dios de la guerra y para la guerra que viene a alimentarnos (que siiiiiiiiiiiiiiiiiií, que el mitraísmo celebraba el sacramento de la comunión, también el del bautismo por cierto), a alimentarnos a nosotros y a toda la creación, a darnos fuerza para llevar a cabo aquello que debemos hacer y que no siempre es fácil.

¿Cual es el camino a seguir, la Justicia o la Angustia?, para el mitraísmo el camino es el de la extensión cada vez mayor de la justicia; dentro del propio mitraista y fuera del también, mirando el mundo, todo, y por lo tanto también a una misma, con los ojos de la piedad, y el corazón caliente y la mente fría.

El reino de Mitra no es un reino de paz, ni siquiera de amor, si no que es un reino por amor, por amor a la justicia. De hecho su reino cabe en un puño, pues no es su reino otra cosa que la espada desenvainada en defensa de la justicia. Y, si se ha de morir en la batalla que así sea, solo importa si la razón que nos lleva a ella es justa, y si es justa entonces bendita sea la batalla. Y, si mordemos el polvo no pasa nada, besaremos la tierra, otros nos seguirán.

El mitraismo es una vieja religión actualmente casi extinguida. Pocos quedamos y apenas tenemos testimonios fiables de como fue en el pasado. Los arqueólogos de vez en cuando encuentran alguno de nuestros templos, incluso en España, quedan un mal puñado de testimonios escritos con frecuencia difamatorios sobre nosotros. La institución religiosa en torno a la cual se conformo nuestro culto fue aniquilada por el cristianismo una vez este se hizo con el poder absoluto dentro del imperio romano. Por lo que poco podemos saber con absoluta certeza de como fue realmente nuestra culto en aquellas épocas. Por ello lo que acabo de contar debe ser “encasillado” como una interpretación personal, mi fe personal. Y, aunque os puedo asegurar que no es una interpretación hecha a la ligera también os puedo asegurar que jamás escribiré el libro que la defiende, basa, explica y argumenta, al fin y al cabo el mitraísmo jamás ha practicado el proselitismo. Y, aquí solo he pretendido mostrar otra faceta mía, desnudarme un poco más.

Para acabar quisiera decir otro par de cosas:

Actualmente existen por supuesto otros mitraistas, algunos de ellos los considero unos frikies, otros en cambio juzgo que van en serio, de estos algunos se mueven en la misma onda que yo y otros en cambio ni ellos se mueven para nada en la mía ni yo me moveré jamás en la de ellos. Pero en general cada cual trata de re-construir en lo posible lo que fuimos, lo mejor que es capaz, pero sin poder llegar nunca a ser lo que fuimos, ni falta que hace pues al mitraista lo que realmente le importa es el espíritu del mitraísmo y no sus formas externas.

Soy mujer y si alguien que algo sepa de mitraismo lee esto puede pensar que disparato al autocalificarme de mitraista. La razón es que es fácil presuponer que el mitraísmo, durante el imperio romano, no aceptaba mujeres. Es cierto que por regla general no las acepto, pero también lo es que los arqueólogos encontraron en la tumba de una mujer la lapida que la reconocía como una mitraista con el grado de lea, que no es precisamente el más pequeño.

Pienso que simplemente el mitraísmo no aceptaba a nadie que no fuera libre. Por eso aceptaba a ex-esclavos pero no a esclavos y que de un modo similar no podía aceptar mujeres sometidas a varón alguno fuera ese padre, marido o amo , que poca era la diferencia por entonces, pero la sociedad romana tenía mujeres libres, muy pocas cierto, pero las tenía. Un pequeño porcentaje de las prostitutas lo era, dueñas y señoras de su propia vida. Y, yo os puedo asegurar que carezco de dueño y por lo tanto soy libre o mejor dicho soy libre y por lo tanto nadie es ni puede ser mi dueño y consecuentemente claro que puedo ser y de hecho soy mitraista.

Por ello hoy que es 24 de Diciembre, volveré a entrar, como cada noche por estas fechas, ya siendo 25, en la gruta profunda y bajo la cúpula estrellada, bajo cada estrella del firmamento, libremente, con el alma desnuda, una vez más renovaré mi juramento.

“ Soy, Ormuz, por voluntad propia, parte de vuestra hueste; y como tal, que sea aquello que haya de ser, que esa y no otra es mi voluntad”


Escrito, un 24 de Diciembre, por Lea, Hija del Viento, Déspota del Templo, Señora de la Madre y la Serpiente, de la Raza de los Sin Rey.

martes, 22 de diciembre de 2015

¿Navidad?

La mayor fiesta que hay dentro de la culturas cristianas es la Navidad.

Por eso es también la época del año más triste para algunos, pues es tristeza profunda, que muerde lento, pero hondo, que muy hondo, este ser fiesta y que no la haya, ni la pueda haber.

Menos mal que todos los años la Navidad llega, pero luego se va.

Pero en algún lugar hay alguien a quién amo. Lejos, muy lejos de mí, tan pero tan lejos que no tengo modo de llegar hasta allí. Y, aunque duele, que duele y muchisimo, en estas fechas siempre pienso en esa persona y me digo que si las suyas son buenas entonces bienvenidas sean estas Navidades. Aunque me sepan a hiel y me desuellen el alma.

domingo, 20 de diciembre de 2015

La vida no es justa

La vida no es justa y parece ser que eso es lo que cada noche de este invierno a mi vecina le dice su gato. Que no es justa. No cuando tras dejarle dormitar en la cocina, en su cajón sobre los restos de una vieja manta, ella decide acostarse y entonces lo toma en brazos, entre mil protestas del animal que sabe ya de que va la cosa, y abre la puerta y lo lleva fuera, bajo el cubierto de tres paredes y techo y allí lo deja sobre otro cajón que contiene la otra parte de la manta y es que no quiere ella arriesgarse a que le haga el gato, durante la noche, un estropicio en la cocina. Pero él, que de tales cosas nada entiende, hay algo que tiene claro: la vida no es justa: se duerme mucho mejor caliente al lado de la cocina y aunque él no le dice, nunca, a ella donde ella ha de dormir ella sigue empeñada en que él, al irse ella para cama, en la cocina no se puede quedar. Y, me lo cuenta ella dandole la razón al gato.



...Un día de estos tengo que acordarme de comprar arena para gatos. Solución mágica donde las haya. Que no quiero yo que un gato tan amistoso haya de soportar tan sistemática injusticia, ni que la anciana se vaya noche tras noche para cama sintiendose ella tan mal consigo misma.

Y, ojala, si alguna vez alguien se me encuentra y me ve cual gato, de arena necesitada, se acuerde y quiera comprarme un saquito.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ama, dueña y señora; pero no tanto.

Buscando la cita de la entrada anterior he dado con un vídeo que me ha encantado y no puedo dejar de traer a cuento.



Ni idea de donde lo ha sacado el hombre, Josedelpx, que lo subió a la red. Pero ese vídeo pone el dedo en la llaga.

En la sociedad siempre hay minorías, muchas y diversas y junto a ellas una extensa mayoría. La sociedad es un ente vivo, respira, cambia. Y, son precisamente esas minorías lo que la hacen posible cambiar. Sin ellas la sociedad se estancaría cual agua en una poza, dejaría de fluir. Pero fluye.

Ese es el papel de las minorías, proponer cambios, nuevas direcciones. Pero ese es todo su poder.

Es la mayoría, siempre la mayoría, la que decide hacía donde soplan los vientos y que dirección se sigue. Ambos protagonistas del vídeo lo saben bien. Uno ve a esa mayoría dispuesta a linchar a esa nueva minoría que amenaza sus viejas formas sociales de existir. El otro en cambio ve que es sumando como la minoría puede acabar siendo a su vez la mayoría y convertir de ese modo la sociedad, toda, en una nueva y quizá mejor sociedad; y que en principio nada hay que les impida ir sumando y sumando y seguir sumando hasta convertirse ellos, a su vez, en la nueva mayoría.

Por supuesto no toda minoría es buena gente, las hay francamente deleznables, por ejemplo esa que sostiene que toda persona verdaderamente decente debe desear cortarme el gaznate (y no metafóricamente) por el mero hecho de negarme yo a usar velo. Otras no son tan malas, pero tampoco le andan muy lejos. Pero lo que me importa es que entre tantas que hay también existen las que realmente pueden mejorar nuestra sociedad a poco que les dejemos, aunque nada puedan ellas, absolutamente nada, mientras no logre que la mayoría los sostenga.

Ella, la mayoría, es la ama, dueña y señora de la sociedad. Ella es la que hace posible su grandeza y también sus miserias.

Ella puede ser nuestra mayor enemigo, pero nada bueno puede surgir, vencer, si no es, paradojicamente convirtiéndola en su aliada. La sociedad es por su propia naturaleza una tiranía de la mayoría. Una tiranía, que con frecuencia, odia, detesta, difama, persigue, tortura y asesina a los mejores.

Y, aun así, y más, precisamente por ello, es ella la anhelada meta de toda minoría que busque una mejora social.

Y, resulta que de mil minorías soy yo hija y espero que hija agradecida.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Sobre la buena y la mala gente; y, la otra.

Esta vez no puedo hablar con libertad ya que hay gente de mi entorno que me lee y sabe a quién pertenece el blog y no quiero que tengan demasiados detalles personales, pero hoy quiero hablar no de la buena gente, ni de la mala gente, si no de “esa gente” que no es ni lo uno ni lo otro, de lo que de ellos pienso y de lo que ante ellos siento.

Circula por Internet una cita cuya literalidad y autoria no recuerdo. Pero que viene a decir que cuando la mala gente logra sus propósitos es porque la buena gente no ha hecho nada por evitarlo.
Me gusta esa cita, pero esta equivocada. Pues la buena gente es precisamente la que hace algo por evitar un mal, una injusticia, no la que se queda mirando el espectáculo, escandalizada o no da igual, desde sitio seguro y garantizándose que no le afecte. Esa gente, la que se cruza de brazos ante el mal, ante la injusticia, no es mala gente en tanto y cuanto no hacen el mal, más tampoco son, para nada la buena gente, ya que lo consiente y dan a su modo al mal su beneplácito.

Esa gente, los tibios, los ni fu ni fa, aquellos que ven lo injusto pero que consideran de gente sensata llevarse bien con el injusto por ser esa la vía más segura para evitarse conflictos, la que se siente agradecida cuando el injusto le sonríe y le devuelve la sonrisa y piensa que “dado que me sonríe no puede ser tan malo y es injusto juzgarle mal”... esa gente es la que hace posible el mal, la injusticia. Sin ellos el mal nada podría pues los malvados son pocos y tan pocos que de hecho nada podrían sin los tibios. Y, es que la maldad puede o no ser poderosa cuando actúa por comisión, pero solo logra reinar e imperar sobre la vida cuando actúa por omisión. Por eso ellos los tibios, los ni fu ni fa, son el problema, no los malvados.


...o.O.o...
 
Edito: He aprovechado para buscar ahora la cita, es de Edmund Burke y dice literalmente:
" Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada."

jueves, 3 de diciembre de 2015

Soy cual cucaracha y lo sé

Siempre me ha impresionado la capacidad que tiene alguna gente para sentir que es “especial”, que ha nacido “tocado” por el dedo de Dios e investido de una dignidad distinta a la de otros seres y que hace que sus necesidades deban ser cubiertas por la vida, en ocasiones incluso sus caprichos y que eso es lo “natural”. Más me impresiona aun lo que son capaces de hacer algunos seres humanos en un permanente intento por lograr sentir eso.

Yo en cambio soy siempre consciente de que no soy más que una cucaracha, igual que ella nací y por lo tanto al igual que ella moriré, vivo atrapada en la ignorancia propia y ajena, en continua lucha por tratar de limitar el poder que esa ignorancia tiene sobre mi vida, sin ser consciente de ello puedo herir los sentimientos de cualquiera o cualquiera, sin que lo sospeche, herir los míos y pese a ello dependo de los demás, de su buena voluntad o de lo que yo les pueda ofrecer para “comprársela” pues no sé cultivar mi trigo, ni tejer mi ropa. Nada me asusta más que un mal vecino o un borracho al volante. Mañana mismo con intención o sin ella alguien puede pisarme o yo pisarle a él.



Dependo del aire, del agua, de otras vidas para alimentar la mía. Sé lo que es una gripe, una diarrea y un dolor de muelas. Sé que hay cosas peores y que tarde o temprano una de ellas me ganara la partida. Quizá avise antes de presentarse o puede que no se tome la molestia de avisar.

Sé que puedo estar equivocada y no darme cuenta a tiempo, que puedo tener un despiste e incluso un despiste grave y hasta uno además de grave irreversible.

Cada día trato de ser más fuerte que ayer, más sabía que ayer, pero nada de eso me garantiza nada, yo y todo lo que yo amo podemos rompernos en cualquier momento. Igual que una cucaracha puede acabar pisada por la bota sin que ni antes, ni durante, ni tras el pisotón nadie se percate siquiera de que había habido allí una cucaracha. Y, nada me dice que sus deseos, instinto de vivir fueran menores que los míos.

Una bacteria, un virus, cuando algo tan pequeño puede acabar con mis días...

¿Cómo podría yo sentirme grande?


martes, 1 de diciembre de 2015

Soy hija del viento

Soy hija del viento, mi madre es la profunda noche de los tiempos, esa, la que hace que todo sea pronto olvido y oscuridad y ya no quede vivo alguno que conserve el recuerdo de lo habido ni sondear pueda lo que fue y ya no es.

Hija soy de lo Ilimitado y su infinito número de combinaciones. De incontables sonrisas, de incontables llantos.

Hija de un mar de desgracias y fortunas, es lo que soy.

Nacida en el mundo.

Humana.

Y, animal, por lo tanto. Al contrario que otros y al igual que otros, mamífero, pero animal. Que así fue como me produjo el mundo, la vida, natura.

Y, comprendo lo que soy, comprendo donde estoy, o cuando menos lo intento. Y, cuando miro todo lo que veo me recuerda lo que soy. Viento y noche profunda. Hasta la Galaxia en la que vivo es eso: viento y noche profunda. No somos otra cosa, una brisa que llega y desaparece, un movimiento en la danza de la vida, un posibilidad hecha carne, hueso y sangre; hecha dudas, anhelos, preguntas, miedo y coraje; hecha mirada, pies para caminar y manos para hacer.

Y, me quedo perpleja y no sé que decir cuando veo que lo que encuentro obvio otros lo ven absurdo.


Ni me comprenden ni les entiendo. Donde yo solo veo una realidad ellos ven tres y un abismo separando esto de aquello y aquello de lo otro. Son hijos de la cultura en que nacieron, esa, la que les enseño que existe Dios, el hombre y la naturaleza. Y, que cada una de esas cosas es de naturaleza ajena a la otra, que el ser humano esta hecho a imagen y semejanza de Dios, pero no la naturaleza. Aunque la naturaleza sí forma el cuerpo de cada ser humano no por ello se la considera nuestra madre, se la vive como ajena. Y, es que nos dicen que los seres humanos tenemos alma y la naturaleza no. Y, tan asumido tiene eso la cultura en cuyo seno vivo que hasta los más ateos tienden a asumir como verdadero no ya que existen tres reino, el divino, el humano y el natural, pero tras negar el primero siguen empeñados en ver abismos separando naturalezas, creen, sienten, que una cosa es lo humano y otra lo natural, Que un hormiguero es naturaleza y una ciudad no, que un nido es naturaleza y una casa no, que una pluma es naturaleza y un jersey no. Entonces nos parece locura que una hormiga considere un hormiguero antinatural por el mero hecho de ser un producto hecho por las hormigas, pero contradictoriamente se juzga de cuerdos considerar una ciudad como un entorno ajeno a la naturaleza por el mero hecho de ser un producto artificial, es decir humano.

Pero debería callar, quizá. Pues siempre que hablo de estas cosas me pasa con la gente una de estas tres:

Con la gente de fe fuerte en sus amados prejuicios despierto incluso ira, son esa clase de gente que me considera malvada no tanto por pensar y sentir de ese modo como por no callarme, pues al no callarme les ofendo, les hiero, les ataco o eso sienten en esos prejuicios tan amados suyos. De tener poder para ello, segura estoy, me prohibirían hablar de ello bajo amenaza de flagelarme, en la plaza publica, y que, de no bastar con el látigo, en caso de aun así persistir en mi maldad, desvarió y mala conducta en vez de enmendarme con el temor a su látigo y de nuevo en la plaza publica se me quemaría viva, para escarmiento mio y advertencia publica de que mal acaba quién no se deja domar por el látigo ese.

Con las gentes de buen corazón, en cambio, pasa otra cosa, sienten repentina lastima por mi persona cuando me oyen decir cosas como que soy capaz de disfrutar tanto el acariciar el asfalto de una carretera como la hierba de un prado. Y, es que dado que no son ellos capaces de lo mismo, de sentir placer acariciando el hormigón de una pared se imaginan que ese “tanto”, “igual me da asfalto que rosal”, significa que nada soy capaz de sentir ante el trino de un pájaro o el viento jugando con mi pelo. No comprenden que ese “tanto me da”, no me roba placer si no que me duplica el de ellos.

Con las gentes que ni fu ni fa, con esas todo es sencillo, simplemente escriben raudo mi nombre en su lista de gente rara, pero que muy rara, si es que no me tenían ya en ella y me quitan a la vez de su lista de gente interesante o de la de quizá interesante si es que me tenían en alguna de ellas.

En fin, me da igual lo que diga esa cultura, está equivocada en ese punto. El ser humano tenga alma o no, que ese es otro debate, es un animal y por lo tanto un ser natural y todo lo que haga un ser natural es a su vez forzosamente natural.

Intentar negar eso es negar la propia esencia humana.



Y, sí, por supuesto, vale, de acuerdo, somos como es obvio un tipo de ser natural muy diferente a otros tipos de seres naturales. Pues claro, N-A-T-U-R-A-L-M-E-N-T-E.

Y, en fin...

Que lo humano y todo lo humano es un subconjunto de la naturaleza y que tratar de ver al ser humano como ajeno, superior, externo, etc de o a la naturaleza es tan disfuncional como si a un pájaro le diera por creerse un pez o a mi vecino de enfrente le diera por creerse Napoleón. Es entonces cuando nos volvemos un peligro para la naturaleza toda, incluida nosotros mismos.

(NOTA ACLARATORIA: Bueno en realidad todo lo anteriormente dicho, pese a que me reafirmo en ello, no significa que todo en la naturaleza me resulte igualmente placentero, de hecho hay cosas que hasta me desagradan y por supuesto prefiero acariciar un gato que un trozo de asfalto, pero es que también es natural que no todo me guste por igual, así me hizo ella, la naturaleza: Viento y noche)