Todo tiene su lado oscuro. Todo tiene su sombra.
Lo podemos negar, no querer verlo. Negar y disimularlo.
Pero el lado oscuro seguirá ahí.
Y, no soy una excepción, tengo mi lado oscuro y oculto y secreto.
Y, no me avergüenzo de ello, ni debiera.
Es esa una parte de mi, sin ella yo ya no sería yo, ni humana
siquiera.
No estoy hablando de defectos, para mí no son defectos. No creo
en los defectos.
Solo creo en las virtudes,. En las virtudes en su sentido
etimológico. Como poder, como fuerza. Como capacidad de.
Como tales son las virtudes meras capacidades, aquello que te
permiten hacer esto o lo otro. No es que sean instrumentos, que lo
son a veces, es que son ellas las energías, fuerzas, que usamos para
hacer uso de nuestros medios y herramientas en la vida y para la
vida.
Lo que vosotros llamáis defectos no son otra cosa que virtudes
usadas en un lugar inadecuada, en un momento inoportuno y de una
errónea manera. Pero eso no significa que halla en ellas algo malo.
Significa, simplemente, que no sabéis, aun, usar esas fuerzas que la
vida os ha dado.
Pero si unos niños juegan con una cocina no es culpa de esa
cocina si esos niños se queman. Y, esa ignorancia hace que con
frecuencia nos quememos. Y, en vez de emprender entonces la tarea de
aprender preferimos alejarnos de aquello que nos quemo, le culpamos,
le difamamos y engrosamos con su nombre nuestra ya larga lista del
mal. “Eso es malo”, decimos. Cuando lo que debiéramos decir es:
“¡DEBO APRENDER!”.
Yo, Laura, tengo mi lado oscuro: Tengo miedos absurdos, siento
ira, me embargan las dudas, soy orgullosa, tremendamente desconfiada,
no me esfuerzo todo lo que podría, carezco de fe...
Y lo entendáis o no me siento orgullosa de ello.
Y, no espero que me comprendáis, ni lo pido, pero si quisiera que
todo aquel que me considere equivocada, aunque tan solo fuera por
cinco minutos en su vida, se parara a pensar, pero a pensar en serio,
pensar de verdad, sin trucos ni auto-engaños, si de los dos el
equivocado no lo será él.
Pues todo defecto usado en el momento oportuno, en el lugar
conveniente y del modo adecuado no hay nadie que no lo llame virtud.
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