Desbordaba alegría, Javier, como
quien dice no paraba de dar saltitos de una esquina a otra del local.
Le miro, le veo, le observo. Nada digo, pero cuando se acerca a pedir
una segunda cerveza se la sirvo pero retengo la botella conmigo, lo
miro y espero. La mira, me mira, comprende que algo pasa, que algo
espero y me vuelve a mirar pero ya con un “!¿Qué?!” escrito en
la mirada. Le contesto con un gesto, un ligero movimiento de mi
cabeza, la alzo lo suficiente para señalar con el su propia persona
y transmitirle la pregunta que me carcome.
Entonces se sonríe de un modo tal
que hasta la propia sonrisa le oculta la cara, alarga un brazo para
tomar su cerveza, con la otra mano agarra la copa y comienza a
girarse para alejarse de la barra, pero a medio giro se vuelve hacia
mí y me suelta un alegre y cómplice: “el viernes te la presento”.
Me basta con eso, no hace falta
más. Javier tiene novia y el viernes me la presenta.
Y, llega el viernes y con el
viernes Alba. Y, la gente se arremolina en torno a ella y Javier.
Hasta el Ingles se acerca a conocerla y escucha como la bombardean a
preguntas y como las va contestando. Hasta que, al Ingles, Javier lo presenta y es
entonces ella la que comienza a preguntar, es una lluvia de
preguntas, pausadas por las respuestas, como aquel otro día, que
parece ya tan lejano, en el que la gente se acercaba al Ingles y
comenzó preguntarle todo lo que necesitaban saber para tenerle
“situado”, lo habitual en pueblos pequeños ante un forastero que
no parezca estar de paso y nadie alquila una casa para todo el verano
si se va ir al día siguiente.
Pero el verano ya ha pasado y el
Ingles sigue aquí y van pasando los días sin que me atreva a
preguntarle cuando se va. Quería pero no podía preguntar, temía la
respuesta, Ingles.
Fue Alba la que se lo pregunto.
El Ingles solo había alquilado la
casa para tres meses, pero ya ha firmado un nuevo contrato para todo
un año. El Ingles se queda y nueva algarabía se forma en la barra
cuando nos lo dice. Que ya, cuando llego, pensaba quedarse en el
Mediterráneo y el Sur, pero conociendo antes el Norte. Que allí ya
hay mucho jubilado ingles, pero que al final opta por Galicia. Y,
una, de las habituales pero no de las intimas, le dice que sí, que
hace muy bien porque como España no hay nada y todo el típico
discurso publicitario y autocomplaciente que hay al respecto. El la
mira pero no contesta, los , nos, mira a todos y dice que lo que es
España es un lugar muy barato para una jubilado ingles y Galicia le
recuerda mucho a Escocia que es de donde es él. Simplemente se ha
sincerado.
Se queda en España por dinero, su
poca pensión dice, en Galicia por que le resulta cómoda y con
nosotros por que le hemos aceptado desde el primer día. Pero el
mejor lugar del mundo y ahora se lo dice a la chica es Escocia y
todos rompemos a reír. Y, la fiesta continua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario