miércoles, 10 de febrero de 2016

Vejez, desesperación, tristeza, soledad (II parte)

Tengo la sensación de que el texto que acabo de publicar no está bien hecho, en vez de cicatrizar la herida la ahonda, trate de dar y ofrecer un “remedio” pero me parece que es peor el remedio que la enfermedad. Aun así lo he publicado, digo allí cosas importantes, o que me lo parecen y  que una vez dichas veo que sí quiero publicar, me ayudan a desnudar un poco más lo que soy.

Pero me duele ese dolor tuyo y voy ver si esta vez lo hago mejor:

El texto que te sometí a examen y finalmente sí publique es el de la niña. Es describir la niña y sus circunstancias o conducirnos hacía ello. Solo ella importa, lo demás, todo, es floritura para ese fin.

Mis dudas con ese texto es que lo encontraba demasiado largo, cual lleno de paja y temía que eso en vez de llevarnos de modo natural hasta la niña nos la ocultara o desdibujara. Por eso pensaba que quizá sería mejor rescribir la historia de otro modo.

Pero toda esa vejez, desesperación, tristeza y soledad que encontraste en él yo ni la quería poner ni la vi. Bien, pensemos en el fragmento exacto que te hizo sentir eso:

Y, pienso que entre nosotras, sin habernos cruzado una palabra, hay una amistad veraz, que dentro de treinta años de saber ella donde dar conmigo la haría irme a ver al asilo de ancianos en el que ya nadie me visitaría, pues veo en ella y en la profundidad desde la que nos miran sus ojos que es esa clase de gente, que rara vez encontramos, que sí hace cosas que de nadie más podemos esperar y tan necesarias nos son”

Cuando escribí eso, Rafa, estaba hablando de ella, no de mí. Y, voy a ver si me explico:

Primero: use la palabra “asilo” en lugar de “residencia” intencionadamente, pues me parecía que eso le hacía más justicia a ella, al resaltar más el gesto del que la creo capaz. No es que yo tema realmente acabar en un asilo de monjitas para ancianos desvalidos. Simplemente no es mi estilo y pese al respecto que siento por ellas entre las monjas y yo, de siempre, ha habido una fuerte incompatibilidad de caracteres que seguro asegura que no terminare de esa forma. Por lo tanto mi uso de ese termino fue puramente literario.

Segundo: Recientemente en un pueblo una anciana noto que hacia ya bastante que un primo suyo, que vivía solo, no daba síntomas de vida, se preocupo, llamo, nadie la contesto, fue a la casa de él, volvió a llamar, de nuevo nadie le contesto y termino avisando a un amigo de él. Tiraron la puerta abajo y se lo encontraron caído y semiinconsciente en el suelo de la cocina. Sobrevivio tres o cuatro semanas en el hospital, no salio de allí vivo. Me lo contó Alba hace unos días. Ese final sí que se parece al que probablemente me espera. No el de languidecer en una residencia o asilo. Pero eso no es malo, ni es bueno, simplemente es la vida y no le hay que dar una importancia que no tiene. No al menos cuando personalmente prefiero eso que la residencia, es mi opción y mi derecho. Vivir a mi aire hasta el final y dar por bueno el precio a pagar.

Tercero: si a pesar de todo terminara en una residencia...

¿Qué hay de malo en ello?

En todo lo que haya en la vida y a poco que se busque siempre se encuentra algún mal, eso seguro. Basta con tomarse algo a mal para que ya por ello exista ese mal y funcione como tal. Te voy contar una cosa:

Tengo por vecinos un matrimonio anciano, el está enfermo, me parece que es alzehimer, pero la enfermedad no está tan avanzada como para hacer que no disfrute aun de la consciencia que da conservar aun vivos los recuerdos propios. Ella es mujer de campo, ya sabes como son esas mujeres, atiende sus labores en casa y además, aun ahora cuida de una huerta, pero vive en medio del pueblo, la huerta la tiene fuera y eso con el marido estando como está no lo podía hacer sin más ni más. Lo han solucionado. Nada más acabar de darle el desayuno al anciano llega una furgoneta y se lo lleva a la residencia de ancianos que hay en el pueblo, a última hora de la tarde la misma furgoneta lo devuelve a casa.



¿Es triste eso?

Triste es que haya gente que necesita eso y no se lo pueda pagar. El va todo contento. Ya no se encuentra en condiciones de dar paseos y odiaba estar día tras día encerrado en casa. Su paseo ahora es ir a la residencia, allí juega al domino con viejos amigos, antiguos compañeros, viejos conocidos de toda la vida. Y, aunque apenas da hablado, ya, cuando no habla escucha y hablan un poco de todo y llenando el ambiente de chanzas. Lo he visitado allí un par de veces llevando recados que me pidió la anciana y le comprendo por lo que vi. El personal cuida todo lo que puede de ellos pero sobre los ancianos se cuidan emocionalmente entre ellos de un modo que fuera seguramente no encontrarían posible.

No sé en una residencia con un personal diferente y mal llevada.

No sé en una residencia de ciudad en la que quizá inicialmente no conozcas a nadie y te cueste, o pueda costar, hacer nuevos amigos. Pero en un pueblo pequeño una residencia, para residentes de la zona, es simplemente una forma de estar con la gente de siempre.

Por lo cual si acabara de ese modo, que ya digo no creo, tampoco sería esa mala forma de acabar.

¿Me explique?

Alors ne t´en fait pas mon ami




5 comentarios:

  1. Jajaja

    Me alegra que te parezca buena, andana temiendome lo contrario ;-)

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  2. Me parece, Rafa, que lo nuestro no es el francés, mejor volvemos al castellano :- )

    ¿O.K.?

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  3. Ay!!! Estos géneros... ma amie...

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