Desconocidas más no por ello
menos reales.
Penas que quizá ni imagino, más
no por ello menos presentes.
Penas que vienen y pueda que no
sepan irse.
Penas que de tan viejas ya casi ni
duelan y otras recién llegadas a las que aun no se sabe encarar y
esas, esas otras, las que aun están por llegar...
Penas de hombre que quizá, o no,
llore él, a su vez, mis penas sin saber que lloro yo las suyas.
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