Llega y no me dice nada, su poca
locuacidad no existe conmigo, por eso sé que algo pasa. Toma un
periódico, se sienta, espero y le termino sirviendo un café, y
vuelvo a esperar y sigo esperando y continuo esperando y nada, ni una
mirada, ni una sonrisa, ni una palabra. Se levanta por fin, se
acerca, deja el periódico en su sitio, no me mira, busca en sus
bolsillos y es entonces cuando le pregunto que pasa. Y, en efecto
algo pasa.
Viniendo para el pueblo, camino
del coche, se cruzo con ella. Esa ella es una muchacha a la que
conoció un poco en un hospital en el que trabajaba él, la chica
llego allí por un accidente de trafico.
Los médicos hablan con los
padres, la operación es complicada, mucho y de ella depende que la
muchacha pueda o no volver a caminar. Por suerte, les cuentan, hace
poco que ha vuelto un joven cirujano de especializarse en el
extranjero de una novedosa técnica para realizar esa operación,
técnica que multiplica y por mucho las posibilidades de éxito en la
operación.
Pero los padres que dicen estar
bien informados, muy bien informados, saber que el mejor cirujano
allí era el que era, un hombre ya de largos años de oficio y
merecido renombre y no un jovenzuelo que no parecía tener muchos más
años que su propia hija, que bajo ningún concepto estaban ellos
dispuestos a permitir que el cirujano que la operara no fuera el
mejor, más tratándose de algo tan delicado.
Llaman entonces al cirujano en
cuestión, que les escucha y les dice lo mismo. Que él esta ya, les
dice, a punto de jubilarse, que ha salido una técnica nueva, mucho
mejor que la que el conoce, que dado que se jubila y que había un
cirujano joven muy prometedor se envió a ese a estudiarla y
practicarla hasta dominar la susodicha técnica nueva, que ahora el
podrá enseñar a otros aquí, pero que de momento es el joven, aun
él único que la conoce bien y que de hecho el anciano pese a todo
su renombre, dado que aun no conoce la nueva y quizá ni le de tiempo
a aprenderla antes de la jubilación, si operara a la hija la tendría
que operar con una técnica ya vieja y mucho menos segura.
Pero los padres siguen empeñados
en que sea él y no el joven quien la opere. Dicen que allí, en el
mismo hospital trabaja una tía de la chica como enfermera y que
saben por ella que el mejor es el anciano.
Llaman entonces a la tía y a ella
lo mismo que han contado le vuelven a contar los médicos. Y la tía
recomienda entonces a los padres que la opere el joven, los padres la
escuchan escandalizados por lo que consideran traición por parte de
la tía. Y, se niegan y vuelven a negarse y siguen negándose a
permitir que nadie salvo el que consideran mejor opere a la chica.
Los médicos al final desesperan y la opera el anciano.
Quizá pudo salir bien, quizá de
haber operado el joven también saliera mal. Pero de haber sido el
joven las posibilidades de haber salido bien habrían sido muco
mayores.
Puede que la historia que acabo de
contar sea falsa o no, quizá es mi modo de relatar como unos padres,
bien intencionados, le niegan una vacuna a un hijo, pensando que es
un mal la vacuna, y no mucho después el hijo muere por la misma
enfermedad que la vacuna le habría evitado y toda España se entera,
no hace muchos meses de ello. O puede que no sea eso, que sea
simplemente esa la forma en que prefiero relatar algo que he visto
ocurrir más de un par de veces en mi propio entorno. Que se equivoca
y tremendamente todo aquel que diga que lo que hagas por amor bien
hecho está. Al fin y al cabo y como decía mi abuelo de buenas
intenciones esta asfaltado el camino al infierno.
Y, es que...
No basta con abrir el corazón,
hay que saber abrir los ojos.
Efectivamente, yo ya digo que la materia y la parte o registro yang es el 100 % de la realidad, pero como en un milagro difícil de entender por quien sólo esté de un lado o de otro, la espiritualidad y con ella el amor es otro 100 %, valga la imposibilidad del hecho, o podríamos decir un 99'9999 % de cada uno, en fin, que tanto materia, que nos da la muerte, al menos en esta dimensión, tanto como la vida y sus encantos, como lo espiritual que nos da tanto los encantos como la muerte y la entrada en otras dimensiones, tanto como los desasosiegos de lo etéreo, son necesarios, no sólo amor, pero sí amor hasta el fin, no sólo materia, pero sí materia siempre.
ResponderEliminarNo sé si me explico.
Vicent Adsuara i Rollan
Mmmm...
ResponderEliminarUsa, Vicent, las palabras de un modo muy diferente a como yo las usaría, pero sí se explica. También pienso que ambos aspectos de la realidad son esenciales y que por lo tanto se equivoca cualquiera que pretenda negar uno de los dos o suponer que es superior o anterior o primordial o más fundamental uno que el otro. Comprender eso, desde mi punto de vista, es básico.
De todos modos mi pequeño articulo no pretende decir tanto, es su intención más humilde, nace
de un debate que estoy teniendo en otro blog, uno ajeno, en el que, si entiendo bien al autor, la solución a los problemas sociales es condicionar, a través de una técnica, a los seres humanos para que se amen los unos a los otros, usando para ello entornos que despierten una total confianza de unos en otros.
Y, me sucede que considero que el amor no basta para garantizar que una sociedad funcione bien, eso en el caso de que se pudiera alcanzar esa utopia de que todos los miembros de una sociedad funcionen de ese modo. Se necesita además una comprensión del mundo, dentro del cual está la propia especie humana y dentro de esta cada uno en particular al que hay que comprender en su particularidad.
Algunos entienden el cristianismo como la religión del amor, personalmente considero que el cristianismo es la religión que más menciona el amor, no la que mejor lo entiende. Y, con frecuencia me encuentro, incluso en ámbitos ateos (como es ese blog), con gente que influida por el cristianismo sostiene que es el amor lo que se debe buscar como solución para los males sociales. En mi opinión en cambio una sociedad, utopicamente, desbordante de amor pero ciega puede terminar su caminar arrojándose, sin querer, a un abismo y no precisamente en el mejor sentido de la palabra abismo.
Ese abrir los ojos incluye muchas cosas, lo espiritual es una de ellas por ejemplo, pero pensé el articulo no para alcanzar tales cotas, lo idee para que hasta el más feroz ateo se percate de que solo con amor no se soluciona nada, que es parte si se quiere de la solución pero no la solución misma, cual motor de un coche, que es parte del coche pero no es el coche, ya que solo con el motor, sin más, no vamos a ninguna parte por muy grande y bueno que sea el motor. Se necesita un volante y se necesitan ruedas, pero sobre todo un conductor que sepa por donde ir y por donde no.
A ese saber necesario para saber a donde ir y a donde no es a lo que he llamado “abrir los ojos”, sin connotación espiritual alguna en principio, pero si usted al leerme lo lleva hasta allá pues mejor
:-D
Gracias.
ResponderEliminarVicent
No me parece haber hecho nada que merezca que me de las gracias, Vicent, más bien al contrario a mi parecer soy yo la que le debe agradecimiento a usted.
EliminarEn casos como el que nos relatas, LILITH,lo más importante es el conocimiento, además del Amor. Conocí a una persona que había contraído poliomielitis en su infancia y ya adulta, buscó quien mejorara los estragos que la polio le dejó. Se sometió a 16 cirugías y había recobrado totalmente su motricidad. No cabía en sí de júbilo. ¿No va que tiene un accidente y queda igual que antes de sus 16 cirugías? Fatalidad, Destino, Karma. Creo que nadie puede definirlo, pero esta mujer que se sometió a la cirugía nº 17, ella ha logrado lo mas importante de todo: ubicarse por encima de sus limitaciones físicas. Cordiales saludos.
ResponderEliminarCuentas una historia pero que muy interesante, Beatriz, con mucha miga y mucho de lo que aprender. Me gustaría que me dieras permiso. Si te parece bien, para iniciar desde ella una exposición del modo en que veo el destino y la libertad , la necesidad de lucha por ir más allá de nuestras limitaciones (aparentes o reales)...
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