domingo, 19 de junio de 2016

Hay bellezas y bellezas

Lo que voy relatar aconteció esta misma noche en la que ahora lo escribo, pero ignoro cuando lo publicare, puede que tarde en llegar el día y puede incluso que esta entrada pase a formar parte de mi colección personal de entradas autocensuradas, que no me para de crecer.

Ocurrió entre dos mesas de una misma terraza, en un local de donde vivo. En una de ellas había un grupito sentado, otro en la otra. Hombres y mujeres. Alguno alegre con ayuda del alcohol y muy poco amigo de encadenar la lengua, usuario hacía un momento de una de las mesas y ahora sentado en la otra va y le suelta un piropo, en plan informativo y buen rollo, a una de las mujeres de la otra mesa, literalmente fue algo como “tal, estas igual de guapa que siempre”. Pero, antes de seguir, hay que enmarcar esto en su contexto.


No fue un piropo al uso, tal te lo puede soltar un desconocido cuando te lo cruzas en la calle. La chica aludida, la voy llamar así pese a estar ya a solo dos pasos de los cincuenta, fue en su momento, durante mi adolescencia, un modelo de mujer en el que por diversos motivos, no solo esa belleza, nos miramos muchas y me consta que no fui la única que se dijo a si misma “yo cuando sea mayor quiero ser como tú”. Era alguien, y sospecho que lo sigue siendo, que polariza, por algún para mí inescrutable motivo, las reacciones de la gente hacia ella, son muchos, pero muchos y muchas, las que se sienten impactados ante ella o bien positivamente o bien negativamente y lo sabe. Nunca he sabido de nadie ante quien sea tan fácil perder la neutralidad como lo es ante ella. Sea como sea todo esto parece guardar relación a la vez con su belleza física, mera lotería de los genes, y su personalidad, puro merito suyo; otra en su lugar, con ese mismo tipo de belleza, desde luego no impactaría de esa forma.

De que modo reacciono esa chica al piropo no lo puedo decir, pues la melena de una tercera mujer me impedía ver su cara y nada dijo, en momento alguno al respecto, pero me parece poder deducir, por la reacción de la amiga, y de modo consecuente con la intención del hombre, que lo hizo de modo positivo, alegrándose de oír lo que estaba oyendo. La amiga reacciono reconociendo que el hombre tenia razón, pero dijo algo más que me choco, afirmo que eso era natural ya que las mujeres cuanto más avanzan en edad más hermosas se vuelven, e insistió una y otra vez en ello, en lo uno y en lo otro, piropeando ella a su vez de ese modo a la chica. Y, durante un momento ambos, la amiga y el hombre alegre, se intercambiaron mensajes reiterando lo afirmado, de un modo que me parece que salvo a otra mujer que también estaba alegre a todos, incluida la propia chica supongo, nos sonó aquello a un “nos parece que te va hacer bien saber que nosotros, pese a tu edad, te seguimos viendo como un paradigma de belleza”, vamos que tenían aquellos piropos un descarado olor a piropos compasivos, bien intencionados, y no creíbles aunque sí, cosa curiosa, sinceros y honestos.


Quise entonces intervenir, pero por motivos que me voy callar guarde silencio. Pero aquí, ahora, en mi dormitorio, escribiendo en la soledad soy libre para decir lo que pienso. Y, lo que veo.

Veo una belleza que en gran parte se conserva y en gran parte y a pasos agigantados se va perdiendo. Pero es esa una belleza que no debiera importar perder cuando la menopausia te comienza a guiñar el ojo y te envía un mail que te dice espera que voy. Ese tipo de belleza es un truco genetico, para atraer parejas que faciliten la reproducción de los propios genes, nada, aboslutamente nada dice de lo que la persona es o deja de ser en cuanto tal, es un mero acto publicitario en plan “hagame el favor y fijese usted en los muy sanotes hijos que le puedo dar”. En el mejor de los casos es mero síntoma de salud. Yo no voy mentir, ella la está perdiendo, quedando vestigios poco a poco de lo que fue, y aun sigue siendo, por ahora, en gran medida. Pero hay otras formas de belleza y esas si que importan. Una de ellas no se pierde, nunca, con la edad pero tampoco se aumenta con ella, la tercera en cambio aunque tampoco disminuye con la edad si que puede aumentar y muchísimo con ella.

En todos los seres humanos, y no solo en los humanos, anida la belleza. La belleza de lo insondable, de lo profundo, del misterio. De lo que somos y nadie salvo nosotros puede ser. Es la belleza de la vida misma hecha ser. Un ser que puede y necesita desarrollarse, crecer, evolucionar, respirar, capaz de sentir, ver, hacer. Inmensamente grande y a la vez inmensamente pequeño somos cada ser humano y ese contraste es la mayor maravilla. Aunque no todo el mundo es capaz de percibir esa belleza, nadie hay que carezca de ella, ni nadie hay que la pueda perder. Al igual que la primera belleza nace con nosotros, pero al contrario que ella permanecerá en nosotros hasta el momento mismo de nuestra muerta. No hay belleza mayor, mienten los filósofos que afirmen lo contrario, como mentir mienten los poetas que lo osen negar.

Esa pienso es la belleza que ha descubierto la amiga en la chica, ve la maravilla que es el mero hecho de que esa mujer exista tal y cual ella es, con todo lo bueno que pueda haber en ella, pero incluso con todo lo malo que en un momento dado pueda también haber, simplemente ella es, ese ELLA lo es todo, es la meta misma de la vida y también su cuna. Por su sola existencia ya vale la pena que exista el universo.

Esa es la belleza que por instinto conocen las madres de sus hijos. La que nos enseña a amar a la vez que solo amando conocemos.

Pero aunque la amiga se la conozca esa belleza no crece con los años, pues es absoluta. Pero hay una tercera belleza...

Si la primera belleza eso solo externa y la segunda mencionada puramente interna a la persona, la tercera es a la vez interna y externa. Por eso, por regla general, cualquiera es capaz de percibirla. Es consecuencia de la segunda, de cuando la persona, lo que realmente es, busca, necesita, actuar en el mundo, siendo parte de ese mundo, de modo tal que siembra el mundo y a la vez se deja sembrar por él. Nace del modo en que la persona abre su mirada al mundo y es el modo en que lo aprende a mirar, a mirar a lo demás, a los otros y a uno mismo. Esa es la belleza que sí es capaz de evolucionar y crecer con cada día que vivimos y cada aliento que nos alimenta. Pienso que esa es la belleza de la que la amiga trataba de hablar, aunque seguramente desearía aun hablar más de la belleza interna, la que radica en el hecho de ser la chica simplemente quien es, el mayor misterio del universo, aquello por lo que todo el universo adquiere justificación, pero es esa una belleza que no cabe en palabras, ya que todo lo trasciende, imposible nos es hablar de ella y expresar algo que no sea solo sombras cuando es del mismo Sol de lo que queremos e intentamos hablar.

 Pienso que si una mujer es capaz de despertar esa amistad en la otra, en la amiga, una amiga que exhala belleza interna y a la que basta mirar para que más de un dolor se te calme en el alma y más de una herida se te lave y parezca cerrar en la vida...

Pienso que si una persona como esa te encuentra bella es que necesariamente lo tienes que ser.

… Y, pienso, que una chica, a la que vi cuando aun era en efecto una chica, mucho hace ya de ello, llorar a escondidas la injusta e innecesaria muerte de unas personas cuyo nombre y rostro jamás conoció, pero de cuya suerte supo, con el alma rasgada y hasta el tuétano herida, es por supuesto hermosa, sin que los días o los años se lo puedan negar y ella aunque no lo sabe fue en un tiempo, para mí, escuela de vida, gracias a ella soy hoy mucho más hermosa de lo que lo podría haber sido jamás sin ella.

Eso es lo que me hubiera gustado decir entonces, pero guarde silencio y tenia mis razones.

7 comentarios:

  1. Esa belleza es, a mi modo de ver, la que te hace sopesar el porqué de una renuncia por amistad o por amor, ¿que habrá motivos egoístas? Depende de las lentes que nos pongamos para mirarlos, yo creo que hay en el amor un hceho físico, indudable, pero también el misterio que nunca en un laboratorio podrá ser descubierto, pura magia, puro Dios, puro amor.

    Vicent

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  2. El misterio de la vida, de la creación, del amor es infinito, insondable, pero un camino para entreverlo es dar la daga a tu enemigo y ver trocar tu miedo a la muerte con su amor, al ver que has confiado en él y que lo amas, es decir, que das tu vida para que él la tenga como suya y haga lo que quiera con ella. Habrá, siempre hay uno, alguien que te la clave, pero lo habrá hecho por amor, también, como Caín mató a Abel, el equilibrio del Cosmos así lo habrá dictado.

    Vicent

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  3. Mmmm...

    No estoy yo muy segura de poder estar de acuerdo con eso de poner la segunda mejilla, salvo si recordamos que solo tenemos dos y por lo tanto no se puede poner la tercera.

    También nosotros somos personas, permitir que se nos maltrate no es diferente, no al menos para mí, a permitit que se maltrate al prójimo.

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  4. Es un arriesgarse, que tenga por seguro que nadie salvo los "kilers" son capaces de transgredir, y estos "kilers" son, como usted dice el viento que mueve la ya caída hoja en el otoño, saben que sólo han de lanzar la hoja cuando le llega su día.

    Vicent

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  5. Se puede no elegir entre ser dios y ser su esclavo, es solo cuestión de carácter, es solo cuestión de haber mirado al infierno con amor.

    Vicent

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  6. Ahora, contra un replicante toda acción bélica humana e individual es contraproducente, sabemos más las tortugas que las liebres en como tratarlos, solamente démosle paz, mostrémosle paz. Ni con la ayuda de 18 lesbianas o superlesbianas podremos si queremos eliminarlos, la paz entre el Hombre y la ¿máquina? puede llevarnos a la evolución de la especie, créame.

    Vicent

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  7. Créame, cada ser, cada cosa tiene su alma, y a los demonios los estamos metiendo entre todos, consciente o inconscientemente en su caja de Pandora, nuestro "Yo" hemos aprendido, también consciente o inconscientemente, a pesar de que creemos dominarlo, que no es nuestro, es y no es, la contradicción paradójica de la realidad. Seamos optimistas, tengamos esperanza, el mundo, la realidad es inimaginablemente magna.

    Vicent

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