miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ama, dueña y señora; pero no tanto.

Buscando la cita de la entrada anterior he dado con un vídeo que me ha encantado y no puedo dejar de traer a cuento.



Ni idea de donde lo ha sacado el hombre, Josedelpx, que lo subió a la red. Pero ese vídeo pone el dedo en la llaga.

En la sociedad siempre hay minorías, muchas y diversas y junto a ellas una extensa mayoría. La sociedad es un ente vivo, respira, cambia. Y, son precisamente esas minorías lo que la hacen posible cambiar. Sin ellas la sociedad se estancaría cual agua en una poza, dejaría de fluir. Pero fluye.

Ese es el papel de las minorías, proponer cambios, nuevas direcciones. Pero ese es todo su poder.

Es la mayoría, siempre la mayoría, la que decide hacía donde soplan los vientos y que dirección se sigue. Ambos protagonistas del vídeo lo saben bien. Uno ve a esa mayoría dispuesta a linchar a esa nueva minoría que amenaza sus viejas formas sociales de existir. El otro en cambio ve que es sumando como la minoría puede acabar siendo a su vez la mayoría y convertir de ese modo la sociedad, toda, en una nueva y quizá mejor sociedad; y que en principio nada hay que les impida ir sumando y sumando y seguir sumando hasta convertirse ellos, a su vez, en la nueva mayoría.

Por supuesto no toda minoría es buena gente, las hay francamente deleznables, por ejemplo esa que sostiene que toda persona verdaderamente decente debe desear cortarme el gaznate (y no metafóricamente) por el mero hecho de negarme yo a usar velo. Otras no son tan malas, pero tampoco le andan muy lejos. Pero lo que me importa es que entre tantas que hay también existen las que realmente pueden mejorar nuestra sociedad a poco que les dejemos, aunque nada puedan ellas, absolutamente nada, mientras no logre que la mayoría los sostenga.

Ella, la mayoría, es la ama, dueña y señora de la sociedad. Ella es la que hace posible su grandeza y también sus miserias.

Ella puede ser nuestra mayor enemigo, pero nada bueno puede surgir, vencer, si no es, paradojicamente convirtiéndola en su aliada. La sociedad es por su propia naturaleza una tiranía de la mayoría. Una tiranía, que con frecuencia, odia, detesta, difama, persigue, tortura y asesina a los mejores.

Y, aun así, y más, precisamente por ello, es ella la anhelada meta de toda minoría que busque una mejora social.

Y, resulta que de mil minorías soy yo hija y espero que hija agradecida.

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