No por mi gusto desde luego y voy
tratar de explicarme desde su origen y evolución:
El blog nació una tarde, el
verano pasado, en el que una camarera y dos clientes, unidos por una
vieja amistad, decidieron crear un blog en el que relatar las
distintas anécdotas de las que desde largo tiempo atrás venían
siendo testigos en aquel local y otros.
Pero una anécdota real, y más si
atañe a otros, no se puede contar de cualquier forma, hay que
obtener permiso y cuando ya ni se puede pedir permiso, pues ni sabes
si volverás a ver a las personas implicadas, contar la anécdota de
tal forma que nadie les reconozca en lo que cuentas. Es más, hay
gente que te da el permiso sin problema ninguno, pero a la vez te
pide que no permitas que se les relacione con ella.
Por lo tanto decidimos crear una
ficción dentro de la cual se desarrollarían y serian publicadas
dichas anécdotas. Una camarera ficticia, no la genuina, un local
ficticio, no el genuino y por supuesto un pueblo también ficticio.
El nick de Lilith fue propuesto
por uno de ellos, pues les había gustado su historia cuando la conté
unos días atrás. No me gustaba, me parecía demasiado
grandilocuente, pero dos son más que una y ese fue el nick que al
final adoptamos. Lea, que era mi preferido, fue abandonado.
El nombre del blog tampoco me
gusto nada, pero es muy conocido el nexo que siento con el viento y
eso inspiro a uno de ellos, y ambos encontraron cursi el que sí me
gustaba a mí, luego propuse un retoque al nombre que ellos querían
y aunque no en la dirección del blog si lo cambiamos en la cabecera.
En cambio en la estética del blog
casi me dejaron absoluta libertad.
Pero eso fue todo, no hubo más, a
veces me leen lo que publico, la mitad de las entradas
aproximadamente y en seguida me dejaron claro que en realidad eso era
todo lo que se podía esperar de ellos. Pensé entonces en abandonar
el blog, pero no lo hice. Desde su segunda entrada en la que relato,
un trocito de, un intercambio de opiniones sobre como llevar el blog,
no han vuelto a influir en su desarrollo. Quizá fue un precio que
pague por insistir en meter aquella entrada, no lo sé, pero pienso
que no fue eso.
Pero una vez me vi sola ante el
blog mi forma de ver el blog cambio. Lo vi como una oportunidad para
dar cuenta de cierta perspectiva vital, de un modo diferente de ver
la vida, que es el modo que me gusta. De ese modo las anécdotas
pasan a tener sentido solo si sirven para ilustrar esa perspectiva y
da ya igual si fueron o no vividas en un bar.
Esa perspectiva en mi opinión es
claramente pagana, pero ya decía alguien, creo que fue Aristóteles,
que todo el mundo quiere que le
hablen en su propio idioma. Pues bien, si quiero que mis palabras
tengan una oportunidad de ser escuchadas y luego juzgadas para
decidir si valen o no algo, no debo arriesgarme a que sean
prejuzgadas y rechazadas de antemano. Por lo tanto no deseo cargar
mucho este blog con temas religiosos o esotéricos. Prefiero un
caballo de Troya a un ariete. Máximo cuando estoy convencida de que
esa perspectiva tiene valor incluso fuera del ámbito del paganismo.
Es decir no escribo para paganos
si no para cualquiera que me quiera leer.
Pero para ello cuento cosas que de
nuevo son demasiado personales. Cuando se vive en un lugar pequeño,
y mañana va haber como siempre que saludar al vecino, no es fácil
airear, sin pagar un precio que no quiero pagar, mi relación con el
hermetismo, por ejemplo, dado que ese vecino confunde el hermetismo
con el satanismo y para colmo de satanismo lo único que sabe es una
serie de mentiras y malas fabulas que ha visto en media docena de
películas por la tele. Y, pese a ello sigue siendo un buen vecino
con el que quiero seguir pudiendo saludarme con normalidad.
Pero no solo cuento cosas privadas
mías, también de otra gente. Dama, por ejemplo, podía fiarse de mí
sin más, pero dado que ella estaba en el pueblo ambas quisimos que
leyera el texto con la anécdota del tabaco antes de que fuera
publicado. Autorizo su publicación, pero os aseguro que jamás lo
hubiera hecho si pensara ella que la autoria del blog no iba
permanecer oculta, pues es tremendamente más celosa de su intimidad
que yo. Y, una cosa es que el hecho de que en un momento dado se
comporto como una tonta nos haga reír a ella y a mí, y otra cosa
muy distinta que quiera que se entere de ello su vecino de enfrente.
Por lo tanto, dado alguno de los
contenidos del blog, la “mascarada”, que envuelve o sustenta lo
real en él, me sigue pareciendo necesaria. En cambio mi identidad
real me parece superflua.
Mis palabras valen mucho, poco o
nada, pero ese valor es independiente de quien las pronuncie, escriba
o publique. O tienen valor por si mismas o no merecieron ser
publicadas y nada hay en mí que pueda cambiar eso.
Pero hay algo más y no quiero
engañar a nadie:
Lilith soy yo y me encanta ser
Lilith, todos llevamos mascaras y quién diga lo contrario o miente o
no se conoce a si mismo. De hecho la propia palabra “persona”
deriva directamente de otra del antiguo griego que significa
precisamente mascara. Nos ponemos mascaras para interactuar con los
demás y a veces, que ya es el colmo, hasta para convivir con
nosotros mismos, para no ver lo que realmente somos.
Por eso a la gente le gusta tanto
los carnavales. Se ponen una mascara sobre el rostro para poder
sacarse la mascara del alma. Y, festejan la libertad así adquirida.
A veces la mascara es social no individual, por eso en fin de año
alguien puede que venga corriendo a darte un par de besos pero luego,
durante el resto del año, ni te salude y pese a ello no fueran
hipocresía los dos besos si no falta de libertad y cobardía sus no
saludos; fue solo que bajo la mascarada de navidad oso desplegar sus
alas, esas mismas que durante el resto del año mantiene ocultas, no
sea que se las vayan a dañar.
Yo nunca he sido, de forma
publica, tan yo misma como lo soy en este blog, yo que tanto detesto
los carnavales, yo que siempre me niego a disfrazarme en ellos,
llevo, al igual que hacemos todos, una mascara durante todo el año.
Solo me la quito en la ducha y a veces pienso que ni en ella. No
siempre es igual de opaca o pesada, pero vivir en sociedad es vivir
con ella. Y, a veces necesitamos un antifaz, de encaje o cartón eso
da igual, para poder ser realmente nosotros mismos. Es triste que sea
así, pero es lo que hay.
Espero con todo ello no estar
molestando a nadie. Sé que puedo convertir el blog en privado de tal
modo que solo lo puedan, ver y comentar en él, la gente que yo
invite a ello y a cuya dirección de correo pida a Blogger enviar la
invitación, pero mientras me parezca que no estoy molestando a nadie
con el blog, por supuesto, seguirá siendo publico.
Y dicho esto ya no se me ocurre
nada más que decir al respecto.
Yo creo simplemente que para escribir hace falta hacerlo con lo que queremos, pero con límites, lógicamente, como los que tú/usted expone; si en algo podemos actuar para "cambiar" algo, si algo puede ser cambiado o es lícito cambiar algo, los "tranquilos", es decir, los que podemos comer, escribir, hablar, amar o vivir simplemente, es en poner paz, yo sé que las angustias a veces nos hacen hacer líneas envenenadas, pero hemos, dentro de lo posible no escribir con angustias, ni masculinas o violencia, ni con femeninas o envidias, yo sé que estas son palabras "mantra" pero he de decirlas, por lo que te das cuenta de que vivir, escribir, pensar, actuar, sentir es ofender, lo que hay que intentar es hacerlo en el menor de los casos y sin intención. Difícil tarea, pero sólo el que la intenta puede llamársele escritor, si es que alguna etiqueta tiene algún sentido.
ResponderEliminarPor lo demás estoy en consonancia con su blog porque en los dos artículos que he leído he creído encontrar a una persona si no fría tampoco caliente, sino "tranquila" que pretende escribir para crear, a su manera pero crear, con lo que esta palabra tiene de sentido original.
Lógicamente o no tan lógica, habrá un apogeo en nuestra correspondencia escrita en la red y en su blog y una decadencia, aunque esto podría bien en un buen caso limarse hasta límites insospechados, pero siempre en cualquier intercambio de información, sentimientos, o de ideas hay como en una novela un desenlace un nudo y un final, espero que este no llegue nunca ni que podamos herirnos con nuestras palabras, por mi parte no será si Dios quiere, de otra forma inmediatamente cerraría mi flujo para no herirle a usted. Y no piense en esta suma de intenciones que hay un contrato, las personas como usted, si es que en algo conozco al ser humano, no se dejan llevar por lazos que les pueden ser pesados, yo más amante de los lazos sé que hay límites que el conocimiento del otro, del "Otro" me permite tener una comprensión que siempre es mi meta.
Un abrazo y espero que su blog tenga un camino largo y fecundo, para eso escribimos, no para lucir, ni para deslumbrar sino para cumplir nuestra meta, que puede ser tan lejana una de otra como complementaria.
Vicent Adsuara i Rollan
Gracias por sus palabras, Vincent.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de ser yo una persona “tranquila”, no sé que decir. La inmensa mayor parte de la gente que me conoce diría que sí, sin lugar a dudas. Más yo que vivo mi vida desde dentro tengo serias dudas de que lo sea. Simplemente procuro tomarme las cosas con filosofía.
En cuanto a herirme con sus palabras pierda usted el cuidado ya que no lo veo factible. Actualmente solo se me puede herir, o eso me parece, con palabras que ataquen a otros de un modo que me parezca injustificado, pretendiendome hacer comulgar con intolerancias o negando derecho alguno a dar a mi propia opinión. No veo que ese sea su caso, es más me siento segura de que no lo es, por lo tanto usted no me va herir en ningún momento. Eso seguro.
En cambio si me preocupa que sea yo la que le pueda terminar hiriendo a usted. No quisiera que sucediera eso pero es que a veces, lo sé, soy un poco bruta a la hora de dar mi opinión :-(
Si algo sé del ser humano, señora Lilith es que si no tocas nadie te toca, y usted me dirá que no es posible, que los hay sádicos, psicópatas, etcétera, etcétera, etiquetas que yo no me creo, incluso un monstruo tiene razones para serlo o para actuar contra otro, monstruo, fuera etiquetas.
ResponderEliminarVicent
Aunque sé que usted no es amante de las etiquetas por lo que le leo.
ResponderEliminarVicent